El cavador de tumbas

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Yo soy el miedo a envejecer, soy partida de ajedrez que tu alma juega por ser inmortal.
—Mago de Oz, Cadaveria, del álbum "Ilussia".

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John Smith: El cavador de tumbas

El doctor Smith había conducido hasta su casa durante la tarde tormentosa de la ciudad, deteniéndose solo a darle algunos billetes a varios niños que pedían limosna en el semáforo de unas cuadras antes de ingresar a su vecindario. Para entonces la lluvia iba y venía en intervalos cómodos para caminar un rato, aunque mucha de la gente por aquellas horas se guarecía temiendo que el clima fuera a empeorar de un momento a otro. El auto se quedó en la cochera, las luces de su porche estaban encendidas, nada raro.

—Ya llegué, querida —anunció al entrar.

Camino al salón puso un beso en las puntas de sus dedos para luego tocar la foto de su boda que estaba en el esquinero junto al teléfono, exactamente donde estaba su mujer. Como siempre, no pudo evitar sonreír ante su propia acción tan melancólica y lastimera.

—Acabo de darme cuenta de algo importante —siguió diciendo al entrar en la cocina y servirse un poco del whiskey que guardaba en su alacena, lejos de la vista de Luan—. Me vuelvo un poco lento, ¿Será que debo retirarme ya? Ser psicólogo es un poco cansado.

Apenas olió su exquisita bebida y su mente divagó en los cinco años que fue consejero escolar en la secundaria de Royal Woods. Estar rodeado de mentes jóvenes que creían estar en depresión había sido una buena etapa en su vida; había escuchado los problemas de diversos jovencitos con padres alcohólicos, un familiar con tendencias pedófilas o la temible depresión del adolescente. Los jóvenes solían entristecerse por cosas muy banales, tales como una ruptura, sentirse solos, incluso creyendo no saber qué hacer con su vida, siendo que tenían toda esta por delante.

Aconsejar a todos esos asustados chiquillos le hizo tocar muchas veces la puerta de sus recuerdos sin nunca atreverse a abrirla algún día. Sin embargo, Luan había sido su caso especial no solo por estar confundida y perturbada por una simple hoja en blanco, sino por lo acontecido en los seis años que llevaban de conocerse. Más específico su coqueta forma de ser, como en el festival de Halloween donde Luna se presentó junto a su banda.

Luan tuvo los mismos temores, él se encargó de enterrar el terrible recuerdo de tan atípico dibujo debajo de los pensamientos tan superfluos típicos para alguien de su edad. Y puso el último clavo a su ataúd al borrar aquellos temores casi en totalidad. Luan se sintió devastada cuando no ingresó a la universidad, y cuando no aceptaron su primera rutina en el stand-up de la ciudad, pero no se victimizó, sino que tomó al toro por los cuernos y se fue directo a aprender algo más. Smith no se daba el mérito de nada, pues todo recaía en Luan; verla crecer se trataba de su gran recompensa.

Y su siguiente caso especial había llegado: Lucy Loud.

Se sirvió un segundo vaso de whiskey y se llevó la botella a la sala. Fue directo al librero y encendió la televisión en el canal de rock clásico, el cual estaba trasmitiendo "In my life" de los Beatles. Muy apropiado para lo que estaba por hacer, pues luego sacó su viejo álbum de fotos y recorrió con nostalgia su propia calle de los recuerdos. Había tantas fotos con Elaine, con su hija Eli, con su mejor amigo Joel. En todas ellas siempre sacaba a relucir lo viejo que se veía a comparación de hace tantos años. Muy lógico, pero inaceptable.

Detrás de las fotos en la graduación de su hija, de él sosteniendo a su nieta en brazos, de él junto a Luan hace un par de años, en su graduación de la preparatoria, estaban las fotos de sus veintes, unos meses antes de ingresar en la universidad.

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