25. Lo que dejaron atrás

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Muy buenas, queridos lectores.

Ahora que empiezan las fechas patrias de mi bello -aunque no por ello menos peligroso- México, y también porque mi salud y el encierro lo han permitido, he decidido traerles la continuación de esta historia. Hay muchas cosas qué decir acerca de esto, pero las encontrarán más abajo. Mientras tanto, pónganse cómodos, porque es un capítulo largo. Que lo disfruten n_n

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—¿Puedo sentarme?

Luan sostenía una charola con una hamburguesa, una soda y algunas papas fritas, con una sonrisa tímida. Eli asintió sin entusiasmo, la verdad es que no esperaba la repentina acción de Luan; desde el otro lado del restaurante sus hermanas trataban de disimular sus fugaces miradas de interés por un buen chisme.

—¿Cómo estás, Luan? Tenía un tiempo sin saber de ti —preguntó la pelirroja tratando de no sonar grosera. Luan parecía haber recibido una cubetada de agua fría, sus ojos se abrieron con impresión al escuchar el tono tan amable de su voz.

—He-he estado mejor —tartamudeó con incomodidad, pensando que no fue una buena idea tratar con la hija de John tan pronto, pero ya estaba sentada con ella y no podía arrepentirse, así que continuó—. Digo, fueron unos días muy largos por toda esta situación, pero al menos ya salimos, je ¿a ti cómo te va?

—Pues... tengo cierta situación con mi esposo, no sé si mi papá te haya contado algo, pero prefiero no hablar al respecto.

—Oh vale, no diremos nada —Luan hizo el gesto de callarse con un cierre en su boca.

Las dos permanecieron calladas mientras comían su hamburguesa sin mucha prisa, mirándose muy de vez en cuando. Luan volteó a mirar el hospital por el ventanal del restaurante, pensando en si Lincoln o John ya hubieran despertado; en el caso del psicólogo era entendible, pues la bala atravesó su cuerpo y tuvieron que realizar una cirugía porque no salió del otro lado.

—¿Ya les dijeron algo de tu hermano? —preguntó Eli.

—No mucho, los médicos lo están monitoreando porque dicen que no tiene sentido que esté inconsciente —explicó Luan con voz baja—. La bala le atravesó el brazo, pero fuera de unas heridas superficiales, no hay nada que explique por qué no despierta.

Se quedaron en silencio por otros minutos, pasando de la hamburguesa a las papas fritas. Las dos rieron cuando se tocaron las manos al querer agarrar un sobrecito de kétchup.

—Bien, espero que se recupere pronto —dijo de nuevo la pelirroja— al menos mi papá ya está fuera de peligro.

—Sí, lo pasarán a observación más tarde —Luan se puso más alegre al decir esto último, sorprendiendo a Eli con su gesto que luego pasó a ser uno avergonzado y quizá un poco pensativo—. Y hablando de eso... eh, no fue mi intención que te llevaras esta sorpresa. Estoy muy avergonzada por todo, a veces se me va la lengua y parte de mi familia ya lo sabía...

—Sí bueno, no esperaba escucharte decirle "mi amor" a mi papá. De por sí venía alterada, enterarme de que soy mayor que su nueva pareja me dejó bastante —Eli simulaba con las manos que la cabeza le reventaba, dejando más apenada a Luan.

—Lo siento, lo siento, lo siento —se disculpaba la castaña tapándose el rostro con las manos, ocultando su sonrojo. Eli se llevó los dedos a las sienes y quiso calmarse, pero seguía bastante tensa y no tanto por el noviazgo o la situación médica de su padre, sino por su divorcio, pero esto Luan no lo sabía, o al menos eso creía. Ella suspiró, llevándose una papa a la boca y buscando palabras que no sonaran tan severas.

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