Show nocturno

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Show nocturno

La bufanda medía poco más de tres metros, ¿la razón? Solo la bisabuela Harriet lo sabía.

A decir verdad, la bufanda no era nada fea. La bisabuela Harriet solía usar ropa estrafalaria, lo sabía por las fotos que se conservaban de ella en casa; la bufanda no aparecía en ninguna de todas ellas, ya que a pesar de estar tejida con varios colores no resaltaba. En todo caso, le dio tres vueltas alrededor de su cuello y la dejó caer hacia los lados. La prenda todavía colgaba hacia sus rodillas, así que decidió ajustarla lo suficientemente alta para no tropezarse y que le cubriera el chupetón.

Volvió a tocarse el cuello por encima de la bufanda, pensando en lo mucho que había disfrutado pasar la noche con Lincoln. Nada hubiera sido muy raro de no ser por el hecho de que Lily se había levantado asustada por una horrible pesadilla; a decir verdad, para los estándares de lo que ella consideraba "una pesadilla", el sueño de Lily fue como caminar en un campo de flores. Sin embargo, por experiencia propia, también sabía que las pesadillas de una niña no debían simplificarse tanto como para degradarlas a un mal sueño. Claro, esto lo supo la semana anterior en la consulta con el doctor Smith, a donde se dirigían esta mañana.

Al salir del baño se encontró con Lori, quien la miró por unos segundos de la cabeza a los pies, centrándose en la bufanda, la cual analizó con extrañeza.

— ¿Quién es? —preguntó con una pícara sonrisa— ¿Lo conozco?

— ¿De qué hablas?

—No te hagas la tonta —dijo señalando su cuello—. Ya sé que traes un chupetón ahí, ¿puedo verlo?

Lucy se llevó las manos a la garganta, ajustando incluso más la bufanda mientras que, sin darse cuenta, se sonrojaba un poco. Debía saber que un detalle así no pasaría desapercibido por alguna de sus hermanas. Al menos Luna hubiera sido más discreta.

—Solo fue un beso —le respondió, sabiendo que una mentira no hubiera apaciguado a su hermana mayor—. No le digas a mamá y papá. Tampoco a Lincoln, se metería en problemas.

—Literalmente no será tan grave como el que tendrás tú si alguien más lo ve.

Lori le desacomodó la bufanda y dejó al descubierto su marca. Los nervios estaban comiéndose viva a Lucy, puesto que Lincoln se lo hizo hace tan solo unas horas atrás. El riesgo de que Lori de alguna forma lo supiera le ponía los cabellos de punta.

—Una cuchara o una moneda servirá —fue el veredicto de su hermana—. Mételos al congelador al menos una hora y luego frótalo hacia abajo, así debería desaparecer. Por otro lado, deberías usar otra cosa para cubrirte el cuello. Esa bufanda es literalmente más grande que cualquiera de nosotros, además está tejida en colores terribles. Casi puedo sentir el olor del siglo pasado en esa cosa.

—No lo sé —Leni había salido de la habitación también y se unió a la plática—. El morado y el rojo hacen buena combinación con el café, aunque el negro y el beige no me convencen. Además, son colores oscuros y quedan bien en ti, como que las cosas rústicas te quedan adorables. Por cierto, ¿qué te pasó en el cuello?

Las cosas eran más que evidentes, pero Lucy decidió no responderle a Leni y mejor ajustarse un poco más la bufanda. Ya tenía suficiente con que una de sus hermanas se diera cuenta.

Lana y Lily jugaban videojuegos en la parte de abajo, Lincoln y Lynn esperaban su turno para jugar, mientras Lola mensajeaba con su novio y Luan terminaba algunos apuntes para los cursos que llevaba. Sus padres solo trabajaban medio turno los sábados y llegarían hasta pasadas las dos de la tarde.

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