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—Tony, creo que debemos encontrar los planos—dijo Bruce al tiempo que se rascaba la sien con la goma de un lápiz, pensativamente.

Tony hizo un mohín, pero estaba tan cansado que no quiso rebatir.

—Si no la terminó... no lo sé... Tony, tal vez es mejor dejarlo así.

Tony hizo otro mohín y se reclinó en su silla.

—Bien, Bruce, revisaré mañana a ver si encuentro los planos.

Banner asintió y suspiró aliviado. Tras apagar el equipo con el que estaban trabajando, dejó a Tony solo en el laboratorio.

Tony cerró los ojos y suspiró. Había encontrado una extraña máquina en los almacenes de su padre y había tratado de averiguar para qué servía. Él y Bruce habían tratado de encenderla, pero, al parecer, una simple corriente eléctrica no era suficiente, necesitaron usar energía similar a la de su reactor para lograr que funcionara, consumía demasiado, pero no habían avanzado mucho más allá después de día y medio en ello. Abrió los ojos y miró su reloj, aún no eran ni la media noche y la curiosidad no lo dejaría dormir.

Se incorporó de su asiento y rodeó la máquina de su padre. Volvió a conectarla y comenzó a mover cuanta cosa encontró, sabía que no era lo más prudente, pero ya que estaba solo se sintió más temerario. Justo entonces, alguien bajó a su taller y lo llamó por encima del ruidoso motor de la máquina.

—¡Tony!

El castaño levantó la vista y vio a Steve del otro lado de la máquina.

—¿Qué hay cap?

—¿Qué haces tan tarde?

Tony tuvo que acercarse a él y le pidió que le repitiera la pregunta.

—Ah, encontré esto en un almacén de papá, pero no logro saber que es.

Steve ladeó el rostro mirando aquella cosa, le pareció familiar a pesar de la apariencia un tanto herrumbrosa de esta.

—Creo que... —se acercó a ella.

En el centro de la misma había una plataforma en cuanto la pisó unas luces se encendieron y Tony dio un respingo.

—Cap...

Steve se agachó y liberó algo del piso, una compuerta se abrió y sacó de ella lo que parecía una hoja doblada.

—Recuerdo haber visto a Howard con esto —le dijo al tiempo que se incorporaba y le entregaba la hoja.

Tony la desdobló, ahí estaba el plano, en miniatura, pero ahí estaba.

—Oh, ¡gracias, cap! —pero nada más decir eso, un nuevo sonido se escuchó, como si nuevos motores se pusieran en marcha.

No tuvieron tiempo de reaccionar, Tony apenas levantó la vista vio un halo de luz impactar directo en Steve y él cayó de espaldas entre otras cosas, deslumbrado.

—¡Cap! —llamó.

Una chispa saltó de los mecanismos oxidados y comenzó un incendio, las regaderas de emergencia comenzaron a funcionar y Tony se guardó la hoja en el bolsillo del pantalón y trató de mirar a su alrededor, pero sólo veía manchas amarillas y blancas. Maldijo y volvió a llamar a Steve.

No recibió respuesta de inmediato, hasta que lo escuchó:

—Estoy bien, Tony.

Pero había algo raro, no parecía una sola y uniforme voz, sino un dueto muy armónico. Cuando al fin pudo ver mejor y el agua de las regaderas cesó, se quedó estupefacto.

Stony Series Vol. 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora