Nacimiento

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Bucky estaba histérico aquel día. Llamó a Steve a las cuatro de la mañana, totalmente agitado y fuera de sí. Su amigo, con toda la paciencia del mundo trato de tranquilizarlo, no sin sonreír divertido ante la sobre reacción del ex Soldado del invierno. Pensar que siempre parecía mantener cierto semblante imperturbable, y que en las misiones más peligrosas se movía con precisión y seguridad, sin perder el foco y sin sentir temor; ahora, no podía articular ni dos palabras seguidas.

—Tranquilo, voy para allá, no tardo nada —dijo Steve saliendo de la cama y colocandose los zapatos, por suerte esa noche había dormido con una playera y un pantalón deportivo, así que sólo le hacía falta una chaqueta para salir —. Sí, cálmate, y hazle caso a Nat.

Steve podía escuchar al fondo a su amiga Natasha, quien, a pesar de todo, estaba más tranquila que Bucky y le decía que bajara sus revoluciones y que esperaran a que llegara Steve.

—Prepara las cosas —le dijo Steve a su amigo, tratando de darle algo que hacer en lo que él llegaba —. Estoy ahí en diez minutos —aseguró justo cuando tomaba las llaves de su auto y abría la puerta de su departamento.

Natasha estaba en trabajo de parto. Era el primer hijo que sus amigos tendrían y obviamente, tenían a flor de piel toda la expectativa y el miedo de los primerizos. Sin embargo, era Bucky quien parecía más al borde del colapso. Claro, a Steve le parecía gracioso, porque veía lo toros desde la barrera. Él no tenía hijos aún, ni siquiera una pareja como para siquiera pensar en ello.

En el camino llamó a Sam, quien prometió encontrarlos en el hospital con una buena dosis de café. Afortunadamente a esa hora no había mucho tránsito, así que llegó incluso antes a la casa de sus amigos. Apenas se había estacionado y abría la puerta del auto para ir hacia la puerta, cuando ésta fue abierta por Bucky.

—¡Punk! —exclamó éste último —. ¡Nat acaba de romper la fuente!

—Tranquilo, Buck, llegaremos rápido.

—¡JAMES! —adentro se escuchó la voz de Nat llamando a su marido, quien echó a correr al interior de la casa.

Steve le siguió. Nat le sujetó del brazo cuando se acercó y lo hizo tan fuerte que supuso que justo entonces estaba teniendo una contracción. Cuando pasó, apuraron las cosas. Bucky tomó en brazos a su mujer y la llevó al auto, mientras Steve cargaba con la maleta del bebé. Tanto su amigo como Nat subieron a los asientos traseros y luego, él arrancó en dirección al hospital.

Horas después, Sam, Steve y Bucky deambulaban en la sala de espera. Nat seguía en trabajo de parto, según el médico era normal que tardara, más siendo primeriza; pero la impaciencia y los nervios estaban a tope para el futuro padre, el cual iba de un lado a otro de la sala comiéndose las uñas.

—¡Vas a hacer un surco en el suelo! —le dijo Sam bostezando.

—Es que no me dicen nada —gruñó Bucky deteniéndose por ese breve momento.

—Te llamaran cuando sea al momento —le aseguró Steve —. Por el momento sólo podemos esperar.

En ese momento, el estómago de los tres reclamó la falta de alimento. Fue Steve quien se levantó de su asiento y se ofreció a buscar la cafetería y comprar, aunque fuera, unos sándwiches.

La cafetería del hospital estaba casi vacía, se dirigió al mostrador y tras encontrar lo que buscaba lo ordenó sin prisas, también pidió otra tanda de cafés. Mientras esperaba a que le sirvieran todo, alguien pasó a su lado, tiró en el bote cercano lo restos de su comida y colocó los cubiertos en el recipiente destinado para ello, pero cuando iba a dejar la charola se vio en aprietos. El único espacio que había en aquel anaquel estaba más alto de lo que podía alcanzar.

Stony Series Vol. 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora