—¡Ahora unas palabras del padrino! —grita alguien, no importa quién—¡Tony Stark!
Me tomó por sorpresa, pero sabía que llegaría el momento. Sonrio y me pongo de pie con la copa entre los dedos.
—Brindemos—digo con la copa en alto—, ¡por el novio!
—¡Por el novio!—escuchó el coro a mi alrededor.
—Y... ¡Por el novio, ...!—digo y el coro responde—¡...mi hermano!
En la mesa de honor Arno me sonríe, jamás lo había visto tan feliz, y no lo culpo, en su lugar, cualquiera sería feliz, incluso, yo.
Rebobinemos. Vayamos un poco atrás.
Siempre hay símbolos de esperanza en los momentos difíciles y él, de alguna manera, siempre será uno. Cuando era niño le admiraba como el héroe que conocía de las historias de mi padre, de las clases de historia y de la cultura popular. El Capitán América era el soldado que representa todo lo bueno y deseable en cada ciudadano de este país; es querido por todo el mundo, aunque sea un poco.
Pero, cuando lo conocí, cuando años después, siendo yo ya un adulto, se descubrió que no estaba muerto y que podía volver a dar servicio no sólo a la nación, sino al mundo; el sentido en el que lo admiraba cambió. Aprecié al hombre, admiré al hombre bajo el casco, tras el escudo. Conocí a Steve Rogers y bastó muy poco tiempo para congeniar. Trabajar juntos forjó en nosotros una férrea amistad, dura por su sinceridad cruda y sus diferencias evidentes; perfecta por su complicidad y complementariedad inherente. Podíamos estar en desacuerdo en muchas cosas, pero en el fondo encontrábamos las similitudes que nos empujaban a mantenernos juntos en cualquier lucha e, incluso, separados y enfrentados, en nuestro corazón sólo había amor para con el otro. Un amor que cualquiera habría traducido, y bien, como la de mejores amigos.
En mi fuero interno, sin embargo, siempre supe que no se trataba de amistad. Aquello que él despertaba en mí, eso que había encontrado en él, no lo tenía nadie más en este o en cualquier mundo. Él estaba a mi nivel intelectual, y no hablo de méritos académicos o de expertise en disciplinas científicas (como sería más adecuado decir que tengo con Bruce Banner o Reed Richards), estoy hablado de un nivel diferente, uno que formaba un grado de comprensión más allá de las palabras y los tecnicismos. A veces, bastaba una mirada suya para leer todo lo que pasaba en su mente, a veces, sólo le bastaba mirarme para descifrarme. Su mirada, sus silencios, los momentos a su lado, las largas horas hablando de todo y nada, yo lo sabía; no había compañía que disfrutara más que la suya.
Creo que era mutuo, creo que él se sentía de la misma manera que yo. Quiero decir, sentía por mí algo más que amistad. Me di cuenta. Trató de acercarse más a mí, de desvelar los secretos oscuros de mi corazón, trató con todas sus fuerzas penetrar las barreras que me mantenían y mantienen aislado.
Lo que hay alrededor de mí, no es sólo una pesada armadura de hierro, es un caparazón más fuerte que ello. Mis inseguridades, que convertí en mis fortalezas; mi miedo, al que transformé en ingenio; mi temor al amor, que traduje en una suerte de admirado libertinaje. Steve podía ver todo ello, podía ver, más bien, claramente a través de mí.
—Estás insatisfecho—me dijo una ocasión, tras una borrachera y una orgía épica, y de la que quedé como un muñeco de trapo débil y con resaca.
—¿De qué hablas? Anoche me divertí como un loco—le repliqué con una sonrisa.
—Y, aun así, sigues hambriento, ¿cierto?
Recuerdo que le grité que no se metiera donde no lo llamaban, me enoje, porque en el fondo sabía que tenía razón. No importa cuanto me divierta, cuando sexo tenga, o cuando disfrute de mi dinero, o cuantos méritos y fama obtenga. Hay tantas grietas en mí, que todo se filtra por ellos dejándome siempre vacío.
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Stony Series Vol. 4
FanfictionConjunto de one shots, Stony. 1.Dodger nos cuenta como Steve y Tony le han dado una familia. 2. Tony es el padrino de boda de Steve, y aunque quisiera no puede remediarlo. 3. Una vieja promesa del colegio espera ser cumplida. 4.Steve soñaba con un...