Capítulo 32

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Chaewon rodaba sobre la cama, después la invadía el dolor de los músculos y detenía cualquier movimiento. Qué chasco. Su madre la había obligado a estar tumbada, después de que llegara aquella tarde del entrenamiento y la encontrara en tales
condiciones, de inmediato, ella había salido junto con su novio directo a la farmacia más cercana para comprar calmantes y gasas.

Y aquí estaba la pelirroja: sin poder moverse, con una bandita en el corte de su mejilla, una venda cubriendo el raspón de la rodilla y completamente aburrida. Quería llegar hasta el móvil para charlar con Yuri, su amiga debía de estar carcomiéndose de preocupación por la castaña, pero estaba tan lejos. En realidad, se encontraba sobre el escritorio, aún así, parecían kilómetros para llegar hasta él. Mejor tirar la toalla, mucho esfuerzo.

Eso sí, extrañaba a Minju. Quería verla, ya era prácticamente de noche y la pelirosa aún no se aparecía por su casa. Minju le había dicho que la vería pronto, al parecer le crecería la nariz por decir una mentira. Chaewon se sentía estafada. Necesitaba ver a Minju, puede que así el dolor fuera soportable y no estuviera
aburrida; la pelirosa sería siempre la mejor medicina de todas. Mejor desconecto un rato, pensó que la mejor solución era dormir, así no tendría tiempo de imaginar lo que podrían estar haciendo su madre y el novio de esta en su habitación. Ew.

Sus párpados caían pesados, comenzaba a sentirse somnolienta mientras contaba
ovejas mentalmente. Ya iba por el número treinta cuando escuchó unos golpecitos en el cristal. Era la ventana. Con esfuerzo, se incorporó vagamente para observar que había una persona acuclillada en el marco de su ventana, seguramente sujetándose de las enredaderas que habían cerca.

Entrecerró los ojos. ¿Quién escalaría mi ventana a estas horas? ¿Un acosador? ¿Yuri? ¿Barney? La pelirroja tenía una imaginación muy extensa, ya comenzaba a sacar conclusiones mientras se acercaba con pasos vacilantes.

Cada vez que movía una pierna, sentía una corriente dolorosa recorrerle el cuerpo. Más le vale a la persona que estuviera afuera que no sea un vendedor de galletas insistente o sufriría las consecuencias de una pelirroja enojada. Al llegar, la luz de su
habitación y la del cielo hicieron visible a la persona al otro lado del cristal sonriéndole, aunque un poco alerta por si la descubrían.

—¿Kim? —los ojos miel se abrieron, sintiendo repentinamente alegría, pero también preguntándose muchas cosas—. ¿Qué haces aquí? ¿No ves qué hora es? ¿Tus padres saben?

—Quisiera responderte, Chae. Pero preferiría hacerlo sana y salva. Creo que me voy a caer —la pelirosa dijo, con voz temblorosa, después la pelirroja cayó en cuenta de la fuerza que aplicaba Minju para mantenerse sujeta y en equilibrio sobre el marco.

—¡Oh, perdona! —abrió la ventana rápidamente pero con suavidad, para no tumbar a Minju en el proceso—. Ven, tienes que sujetar mi mano y así es más fácil —alargó el brazo mientras Minju aceptaba y con cuidado apoyaba un pie en el suelo alfombrado de la habitación.

Su cabello rosa estaba sujeto en una cola alta y llevaba un suéter muy abrigado, un pequeño humillo se formaba por su aliento, debido al frío que hacía esa noche. Los ojos cafés miraban atentos sus propios movimientos al entrar mientras se apoyaba en los hombros de Chaewon.

—Ya estás a salvo, Kim —la pelirroja le sonrió, encontrándola hermosa e ignorando el pequeño dolor que le provocaba tener a Minju apoyada de su cuerpo.

—Gracias, Chae —la pelirosa ya se encontraba con el cuerpo completamente en la habitación de la pelirroja. Alzó el rostro, quedando tan cerca al de la otra chica que pestañeó—. ¿E-estás bien?

Rivales - 2KimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora