Capítulo 34

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Hoy el día inició especialmente hermoso. ¿Por qué no pudo acabar de igual forma? Todo tenía que volverse difícil. Sin adelantarse, vamos a explicar. Chaewon, después de varias semanas, ya hace tiempo que se sentía como nueva. Podía asistir al instituto y tener su rutina habitual. ¿Qué había cambiado? Simple: su relación con cierta pelirosa de ojos cafés. Ahora todo el tiempo andaban robándose sonrisas y miradas durante las horas libres o en los pasillos.

La pelirroja ya casi ni se acercaba a fastidiar a la rarita y a sus amigas, no tenía razones para hacerlo. Yuri parecía feliz con ellas, seguramente por tener la atención de la chica de labios de pato. Al principio se había mostrado nerviosa con todo el asunto de Minju conociendo sus sentimientos por Choi, pero al ver que la pelirosa mantuvo silencio, logró tranquilizarse. Sakura y Gyuri no querían meterse en problemas con las dos animadoras y, por ello, tampoco habían intentado acercarse al grupito.

Todo iba de maravilla. Minju y Chaewon se habían encontrado varias veces en el parque secreto o simplemente en la casa de la pelirroja, para charlar y pasar tiempo juntas. Hace unos días la pelirosa había escuchado cómo Chaewon se quejaba sobre no entender nada acerca de biología o cálculo. Minju se ofreció para ayudarle a estudiar y hacer los deberes. La pelirroja había dudado acerca de gastar horas
estudiando, pero al pensar que podía pasar incluso más horas con la pelirosa, aceptó felizmente. Sentía que olvidaba algo, muy importante. Ese pensamiento estuvo instalado en su cabeza durante unos días.

Estaba tan feliz en Minjulandia que no se tomó el tiempo de descubrir qué era.

—¿Tienes dinero? —preguntó esa mañana, llegando a clases, a su amiga. Yuri rodó los ojos, sacando la billetera de su cartera.

—¿Para qué lo necesitas? —preguntó, alzado una ceja.

—¿Quién dijo que lo necesito? Solo quería saber si tenías o no —se sintió ofendida, a pesar de que sí planeaba pedirle prestado.

—Chaewon, te conozco —sacudió la cabeza, como si su amiga no tuviera remedio—. ¿Cuánto necesitas?

Chaewon sonrió, abriendo las manos para recibirlo.

—Quiero comprar un dulce.

—¿El caramelo ácido de la otra vez?

—Sí —sonrío.

Yuri se limitó a darle el dinero y a despedirse, ya que ella tenía que ir a clases. En cambio, la pelirroja compartía esa hora de arte con Minju y estaba caminando; puede que un poco rápido, para llegar y verla. El problema fue que al parecer llegó antes de tiempo. El salón estaba vacío y solamente el profesor la miraba desde el escritorio.

—Buenos días, jovencita Kim. Puede ir sentándose si quiere —ofreció de inmediato, volviendo su atención al libro de trabajo.

Chaewon cerró la puerta con delicadeza, avanzando y cuidando de no hacer ruido por el silencio que había reinado en la sala.

—¿Ya ha encontrado a su musa? —fue le pregunta repentina, la pelirroja se detuvo y volteó a verlo.

Recordó las sonrisas de Minju, cómo sus ojos cafés miraban con esperanza al mundo, su inspiración y cómo se sentía viva al verla. Obtuvo la respuesta.

—Sí, la he encontrado —intentó ocultar su sonrisa, mirando fijamente al señor antes de que este asintiera complacido y la mandara a sentarse.

Fue a su mesa de siempre, acomodando sus cosas y aprovechando el tiempo extra
para adelantar unos ejercicios de los deberes de cálculo. Planeaba pedirle ayuda a Minju esa misma noche, pero intentaría hacerlo a solas para que la pelirosa estuviera orgullosa de ella. Se encontraba tan sumergida en los números, borrando y haciendo los cálculos mentalmente, que no se percató cuando los jóvenes
comenzaron a llenar el salón. Estaba atascada específicamente en un problema muy complicado; ya había escrito y borrado varias veces cuando se equivocaba.

Rivales - 2KimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora