No muerdas la mano de quien te da de comer

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Lord Gary miraba por la ventana, pensando en que hizo bien en venderse al mismo diablo. Su ira y odio rebasaban lo normal. Pasó más de un año buscando a su hija Anna sin resultados cuando una mañana, Cedric Pontiac se presentó a su puerta para darle el paradero de la muchacha.

Escuchando su versión, creyó que se trataba de otro estafador y lo despachó a la puerta para no oír nada más. Pero el sonido de carpetas golpeando su escritorio, lo pusieron en alerta y al ver quien se atrevía a tal acto quedó estupefacto.

La niña vestida de rojo se plantó en su silla y entrelazando sus dedos lo invitó a sentarse con la mirada.

-Por favor evite inconvenientes innecesarios. Parece que el "ver para creer" es lo único que lo hará movilizarse, así que le invito a ver los archivos-

Con un frío espectral cruzando su espalda, siguió las órdenes de la niña. Leyó detenidamente los archivos de contabilidad de sus dos casas de subastas y encontró que esta gente se había tomado la molestia de recoger cada detalle trucado en los libros de cuentas. Incluso tenían en su poder el libro mayor y balances duplicados falsos, mismos libros que fueron entregados a él y al gremio de comercio en la auditoria de hace tres meses.

Se dió cuenta que era incapaz de discernir entre su necedad y las manifestaciones atrevidas de su entorno. Sus empleados le estaban robando y para peor, su mano derecha falsificó las entradas y salidas de esclavos para su propio beneficio entregando como tributo mensualmente a la corona de Rubins, una cantidad determinada de esclavos que figuraban como "Material de limpieza".

Celebraban su ignorancia y eso demostraba que los más mediocres tenían una posición por sobre la suya en cuánto a mando. Barajaban las decisiones del negocio a gusto y en sus narices, lo que lo hundió en un odio extremo.

-Ahora, si fuera tan amable de cooperar para recuperar a su querida hija, nos ahorraríamos el tener que coaccionarlo con amenazas- la sonrisa macabra de oreja a oreja de Sunday lo aterrorizó

A sus ojos la niña no era normal, en definitiva, la criatura sentada ni siquiera era una persona era algo retorcido y vicioso. No le tomó mucho dar su aprobación para vengarse y pronto correría la voz entre los demás dueños de casas de subastas, prostíbulos y casinos, que Lord Gary vendió su parte a un nuevo inversor millonario llamado "Red" y que quien quisiera unirse a él, era bienvenido bajo ciertas condiciones y cláusulas.

Las reglas del mercado negro cambiarían en menos de tres años imposibilitando a la corona de Rubins a moverse como quisieran y los obligaría a buscar otros mercados fuera del país, algo que el mismo Comité y los Pontiac ansiaban ver.

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Los esclavos y la gente bestia comprados fueron llevados a una villa abandonada a lado de la ex Lorel.

Los guardias los bajaron y les quitaron las cadenas de restricción. El comisario Armand les dió la bienvenida y les indicó donde vivirían. No entendían que ocurría y cuando vieron bajar a la niña de rojo tragaron saliva. Fueron testigos de cuan peligrosa era en el sótano y veían el respeto que inculcaba en los guardias. Temían por sus vidas y lo que sea que fuera a hacer con ellos.

-Saludos mis niños, se preguntarán que hacemos aquí...bien, como verán no los compré por diversión sino más bien, para que trabajen esta tierra...- ante sus ojos, Sunday lucía como una niña inocente mientras hablaba educadamente

-Ustedes pertenecen a la casa Pontiac y al ex país de Lorel, hoy conocido como el sacro imperio de Polaris. Por ende, espero grandes cosas de ustedes-

-Qué planea hacer con nosotros exactamente?- una mujer decrépita preguntó con temor de ser azotada por su impertinencia

-Oh! Mi error...como se darán cuenta ya no tienen restricciones, son libres de ir y venir entre el imperio y esta villa para comerciar. Obviamente si cruzan las fronteras, es porque desean ser detenidos por los traficantes así que lo mejor es quedarse dónde están-

Aún con eso, ellos no entendían a que apuntaba con esa declaración tan descarada de pseudo libertad.

-Este pedazo de tierra les pertenece a partir de hoy y como muestra de gratitud hacia sus benefactores, deberán contribuir como granero para el país. Lo que pidan se les dará más si cometen felonía...morirán.-

Las palabras fueron tajantes. Ir en contra de sus libertadores era una sentencia asegurada. Descreían acerca de ser libres pero no podían hacer nada ya que carecían de poder y buscando soluciones, observaban como la niña chasqueó los dedos para que los guardias trajeran a un hombre ensangrentado con la cabeza tapada con una bolsa.

-Siguen desconfiando, es lo normal. Como dije, aquí tienen lo necesario para vivir, desde alimentos y medicinas...un hogar pero no es gratis. Para ganarme su lealtad les daré una muestra generosa para con los traidores-

Asintiendo, el guardia le dió una patada al hombre encapuchado para hacerlo caer de rodillas al suelo. Al quitarle la bolsa vieron que era el subastador que los torturó durante meses. Sunday se acercó, recibió un cuchillo del capitán y al subastador, le colocaron una correa al cuello para evitar que bajara la cabeza.

El cuchillo tenía grabados florales y una empuñadura roja con un rubí incrustado. El brillo del filo era tan abrumador que hizo que todos se congelaran al admirar tal obra de arte.

-Estas aquí como sujeto de prueba y error jeje- Sunday susurró al oído del hombre que temblaba del terror

Una puñalada fue dirigida velozmente al omóplato seguido de la zona de los riñones. El grito alteró a las personas que veían como el hombre se retorcía de dolor sin poder desviar la mirada de la monstruosa niña.

-No morirás, te mantendremos con vida para que mis niños se diviertan jajaja- con una última puñalada en el abdomen lo dejó a cargo de los guardias

Armand acercó una toalla húmeda para que Sunday se limpiara las manos. A pesar del castigo impuesto, ella seguía impecable. Su cabello platino no se había manchado y el vestido rojo pareció tragarse la sangre.

-Este juguete se quedará aquí para su entretenimiento al igual que el resto y los que vendrán. Con esta motivación creo que mis niños darán todo de sí para volverse más fuertes. Espero oír buenas noticias a partir de ahora-

Volviendo a chasquear los dedos, quince personas encapuchadas fueron arrastradas al interior de la nueva comisaría. Los ex empleados purgados de Lord Gary se convertirían en los juguetes de práctica de los nuevos habitantes y de quien pagara por ello.

Sunday se despidió, no sin antes ordenar que se llevaran al niño bestia con ellos. La mujer que cargaba al niño inconsciente entró en pánico y al ver la reticencia a despegarse de él, fue subida al coche. Nadie en su sano juicio desafiaría a Miss Pontiac y con el espectáculo les quedó claro que era mejor estar de su lado que morir en vano.

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Pasó una semana y el niño había recuperado algo de fuerza para moverse y poder entrevistarse con la cabeza de los Pontiac. Al llegar a la mansión, la mujer y el niño fueron llevados a otra habitación donde recibieron el mejor de los tratamientos.

El pequeño fue aseado y curado de sus heridas. Le dieron las mejores ropas y comida hasta reventar. Pensó que estaba muerto al ser atendido como un príncipe al igual que la mujer llamada Drika, que lo cuidaba en las jaulas e increíblemente paso a convertirse en su nana.

Los Mitten eran su familia pero terminaron masacrados por mercenarios a pedido del ducado Inster con el objetivo de borrar sus obras junto con su linaje. Hendrika era una de las empleadas de su padre y la única que no los traicionó cuando asaltaron e incendiaron su hogar. Se quedó a su lado por pedido de su maestro y cuando estaban huyendo fueron interceptados por los traficantes de esclavos hace tres años.

El niño recuperó su salud lentamente y cuando fue llamado por Sunday para iniciar su charla, los sirvientes le mostraban respeto al pasar. Se sentó con su nana a esperar a la anfitriona y ella apareció acompañada de varias personas.

-Saludos mi Lord, me presento, soy Sunday Pontiac y estos son mi padre Cedric y mi abuelo Ruffus. Espero se haya sentido cómodo en su estadía- los presentes nunca vieron tanta amabilidad de parte de Sunday y temían lo peor

Felonía: es el crimen de traición y deslealtad castigado con la prisión o la muerte. En la era feudal se daba cuando el vasallo violaba las leyes de su señor para traicionar al feudo.

Dulce DomingoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora