Esa noche, mientras los pretendientes duermen, Odiseo y Telémaco encierran la mayoría de las armas como parte de su plan. Telémaco se va a dormir, y poco después Penélope viene a interrogar al extraño visitante. Ella y Odiseo (mendigo) se sientan a tener una conversación. Él le dice que una vez recibió a Odiseo en su casa. Ella llora al escuchar el nombre de su esposo, pero decide probar la honestidad del extraño pidiéndole detalles. El rey describe la ropa de Odiseo y su heraldo, y Penélope llora de nuevo; ella misma le dio a Odiseo la ropa de la historia. Él le dice que Odiseo ha estado en el mar durante mucho tiempo, pero que estará en casa antes de que termine el mes.
Penélope le pide a sus criadas que bañe al extraño, pero él rechaza tal lujo; en cambio, la enfermera Euriclea lava sus pies. La vieja enfermera llora al escuchar el nombre de Odiseo y jura que hay una gran semejanza entre su rey y el viejo mendigo. Odiseo afirma astutamente. Cuando la enfermera comienza a lavar los pies de Odiseo, se da cuenta de una cicatriz que Odiseo recibió mientras cazaba con su abuelo Autólico. Ella deja caer su pie, derramando la cuenca de agua, y grita en reconocimiento. Sin embargo, Odiseo le ruega que guarde silencio, y ella con mucho gusto promete guardar su secreto. Mientras tanto, Atenea distrae a Penélope de notar la escena.
Cuando la enfermera se va, Odiseo (mendigo) reanuda su conversación con Penélope. Ella le pide que interprete un sueño en el que un águila vuela desde las montañas y rompe el cuello de veinte gansos en su casa, y luego anuncia que es su marido quien acaba de matar a los pretendientes. Odiseo le dice que el sueño significa una muerte segura para los pretendientes, pero Penélope es escéptica de que el sueño fuera una profecía en lugar de una mera fantasía. También le dice que planea anunciar un concurso de tiro con arco para finalmente elegir un nuevo marido. Odiseo promete que su marido regresará antes de que un solo hombre tense el arco.