La habitación estaba oscura cuando entró, caminó hasta el apagador y en prender las luces. Esta vez había elegido su despacho en lugar de ir al salón de música.
Llegó hasta el bar y se sirvió un trago. Cada segundo que pasaba era más lento que el anterior, sin embargo trataba de mantenerse tranquilo.Volteó a su alrededor y simplemente salió de ahí, dirigiéndose de nuevo al salón de música que había dejado minutos atrás.
Entró de nuevo, no si antes comprobar que Jennette seguía durmiendo en la habitación, al parecer ir de compras la había dejado agotada.
Se acercó hasta una de las ventanas, la abrió y contempló cómo la noche cubría la ciudad. Se aflojó un poco la corbata, sacó un cigarrillo y comenzó a fumarlo.
Varios minutos después, miraba solo la ciudad, mientras bebía lo poco que quedaba de su copa.La alarma sonó, sacó su celular de su bolsillo y la apagó. Bebió de un sorbo lo que quedaba en su copa y la dejó sobre uno de los muebles que se encontraba cerca. Regresó a ver hacia la puerta y después hacia el gran piano que se encontraba a mitad de la habitación y volvió a poner su vista hacia la ciudad.
Prendió su celular y busco entre sus contactos. Suspiró por última vez y marcó el número. Después de dos timbres, alguien respondió. Para su sorpresa no era Josep quien contestó, sino una voz femenina.
—¿Diga?
—Buenos días, señora Hardy.
—Oh no, no soy Marie, soy la nana de Jennette, Hanna.
—Buenos días, señora Hanna, soy Hyukjae, buscaba a Josep.
—Josep no se encuentra, salió hace apenas unos minutos. ¿Hay algo en lo que pueda ayudar? ¿Le pasó algo a mi niña?— Preguntó con preocupación.
—Ella está bien, de hecho ahora mismo se encuentra dormida— Escuchó claramente el suspiro de alivio de la mujer. —Hablo para otra cosa, estoy algo preocupado.
Todo este tiempo había planeado la forma en cómo le sacaría la información a Josep, pero ahora saber qué no estaba tenía que cambiar sus planes. Pensó en algo rápido y lo que fuera más parecido a la realidad.
—¿Qué pasa?— Escuchó claramente la preocupación en su voz.
La idea llegó a su mente, Hanna era la persona más cerca a Jennette.
—¿Puedo confiar en usted, Hanna?— Preguntó sutilmente.
—Claro que sí— Respondió sin dudar. —Es algo que tiene que ver con Jenn, ¿No es así?
—Sí— Contestó llevando acabo su idea. —Verá Hanna. No sé qué pasa con Jennette cada vez que doy un paso para acercarme a ella, Jennette retrocede dos—Mintió. —Sé que le traigo físicamente, que siente algo por mí, pero no me permite avanzar más hasta ella. Siento como si peleara con alguien invisible. Una grabación que ella guarda— Dijo con amargura. —Nunca había vivido algo así y es vergonzoso tener que pedir ayuda a alguien más. Pero cada día qué pasa, siento que pierdo a mi esposa sin haberla tenido.
—Sabía que no me equivocaba contigo, lo vi en la manera en que veías a mi niña. Pero lo que usted dice es cierto— Dijo con cierta nostalgia las últimas palabras. —Jennette ha amado toda su vida a una persona—Suspiró. —Ese hombre, no, ese chico murió hace muchos años.
¿Murió? ¿Quién era esa persona de la que estaba enamorada Jennette? ¿Quién era esa persona para que ella siguiera aferrada a su recuerdo?
—Por respeto a Jennette no puedo decirle más.
—Hanna, por favor— Pidió. —Necesito saber quién es la persona que no me deja acercarme a mi esposa.
—¿Qué es lo que siente por ella?— Cuestionó.