Camina por los pasillos junto a Natalie hacia la salida del colegio.
—¿Qué es lo que querías decirme?— Preguntó Jennette cuando estuvieron los suficiente lejos de Aiden.
—Es sobre los chismes que se dicen de ti— Respondió Natalie.
—Sabes muy bien que eso me tiene sin cuidado— Dijo Jennette con la intención de marcharse.
—Espera— Le dijo Natalie mientras la tomaba de uno de sus brazos.
—¿Qué?
—Todos saben que eres la novia de Spencer.
—¿Y qué con eso?— Preguntó con molestia. —En ningún momento he negado que no lo sea.
—Dicen que has tenido sexo con él.
—Claro que no— Dijo ella. —Y si así fuera, a nadie debe de importarle. Es mi problema— Declaró.
—Se volverá un problema si todo llega a salirse de control y llega a oídos de los profesores.
—Hay muchísimos estudiantes aquí— Dijo ella. —¿Y a ellos que les importa?
—Estás saliendo con el chico pobre— Respondió Natalie.
—¡Natalie!
—Es la verdad— Le dijo. —Y sabes bien que a tus padres si les importará.
—Mi papá entenderá. Cuando llegue el momento y se lo presente, sabrá que es el hombre indicado para mí.
—Todo lo verá tú papá será a un don nadie del que está enamorada su hija.
—No puedo creer lo que me estás diciendo, Natalie— Dijo Jen. —Pero no voy a dejarlo.
Jennette se dio la vuelta cuando vio que Natalie bajó la mirada.
Spencer estaba frente a ellas, mirándolas fijamente. Sintió un nudo en la garganta y sus nervios comenzaban a invadirla al saber que quizás, Spencer pudo escuchar la conversación.
Antes de que pudiera decir alguna palabra, Spencer se había ido.
Ella caminó tras de él, hasta llegar donde los esperaba Aiden.
Los siguió sin decir ninguna palabra. Todo el transcurso del colegio a la casa de los hermanos, ni ella ni Spencer habían hablado.
Cuando llegaron a casa, Spencer entró, y subió hasta su habitación.
—¿Discutieron?— Preguntó Aiden mientras cerraba la puerta.
—No— Respondió ella. —Sólo que Spencer escuchó mi conversación con Natalie, mientras ella me contaba sobre lo que dicen de nosotros.
—Los rumores...
—¿Los has escuchado?
—Sí, he escuchado algunos. Pero no les tomó importancia.
—Debo hablar con él y aclarar las cosas.
—Ve— La animó su amigo.
Jennette asintió y dejó su mochila en el sofá y comenzó a caminar hasta llegar a la habitación de él.
Cuando abrió la puerta, Spencer estaba sentado en una de las esquinas de la cama, mientras sus codos estaban sobre sus rodillas, y con el rostro entre sus manos.
—Spencer— Lo llamó.
Él se levantó de un salto y caminó hasta ella, para traerla hacia ella y abrazarla.
—Quiero que sepas que no creo nada de lo que digan— Le informó. —Sé que me quieres.
Spencer se aferró a ella. Él era consciente de todo lo que se decía de ellos y no podía culparlos. Estaba seguro que si la situación fuera diferente, él pensaría lo mismo.
