Doce años después.
Soltó un suspiró cuando entró a su departamento. Colgó las llaves en el llavero y caminó hasta llegar a su habitación.
Dejó su bolso sobre el mueble y se dirigió hasta el baño para poder tomar una ducha. Quería relajarse lo más pronto posible.
Minutos después, salía ya con su pijama puesta y con una toalla en su cabello.
Salió de ahí y caminó hasta la cocina para hacerse un té, para después sentarse en el comedor.
Estaba agotada, las cosas en la empresa de su padre no marchaban bien y cada día era un paso más hacia la ruina. Trató de no pensar más en eso y tomó de un sólo sorbo el poco té que quedaba en la taza.
Se levantó y dejó la taza en el lavaplatos, para después apagar todas las luces y dirigirse a su habitación.
Se acostó en su cama, no sin antes sacar la grabadora que tenía guardada en el buró.
Ella quería relajarse y escuchar la grabación que tenía la grabadora era lo que la relajaba.
Se colocó los audífonos, prendió la grabadora y la música comenzó a reproducirse.
Sin poder evitarlo sus ojos se llenaron de lágrimas al escuchar aquella melodía.
Aún recordaba cuando Spencer había grabado esa canción para ella. Era uno de los recuerdos más apreciados y nadie podía quitárselo.
Cerró los ojos con fuerza y dejó que los recuerdos invadieran su memoria, recordando todas las veces que Spencer había tocado para ella.
No quería que este día le afectará, por eso mismo desde que se levantó, se había mantenido ocupada, para que su mente estuviera distraída y no recordará los que había pasado hace años.
Y ahí estaba, acostada, escuchando la melodía que tantas veces él había tocado para ella.
Por más que se había mantenido ocupada, nunca olvidaría que día era hoy y sabía que por todo el resto que le quedaba de vida nunca lo olvidaría.
—Hoy se cumplen doce años— Susurró.
Doce años era el tiempo que había pasado desde que Spencer había desaparecido de su vida.
Su cuerpo tembló al recordar aquel día que le había dicho todas esas palabras que eran una total mentira.
Spencer también quería decirle algo y ella no dejó, sólo con la excusa que no quería que le dijera nada cuando ella estaba a punto de romperle el corazón. Spencer le iba decir algo y ella nunca nunca lo sabría. La muerte de Spencer siempre sería un misterio para ella.
Se aferró a la grabadora y un sollozo salió de sus labios, si alguien le hubiera dicho que aquella tarde sería la última vez que iba a estar juntos, ni siquiera hubiera dudado en entregarse a él. Spencer se había ido, dejándola virgen, tal y como lo seguía siendo.
Desde hace doce años había decido no entregar su cuerpo a ningún hombre, para cuando volvieran a encontrarse en el más allá, Spencer se sintiera orgulloso de que a pesar de lo que había pasado, ella le seguía siendo fiel.
La grabación terminó y abrió los ojos, limpiando sus lágrimas que caían sobre sus mejillas.
Iba a volver a reproducir la grabación, cuando escuchó su celular sonar. De mala gana se levantó y fue hasta donde se encontraba su celular.
—Diga— Dijo cuando contestó el celular.
—Mi niña, ven a casa— Pidió su nana del otro lado del teléfono. —Tú padre y William están discutiendo.
—¿Por qué?
—William llegó borracho, tú padre lo vio y comenzaron a discutir— Respondió su nana.
Jennette bufó.
—Voy para allá.
Se levantó de la cama y rápido comenzó a vestirse. Para después ir a la casa de sus padres.
No habían pasado ni dos horas desde que había salido de ahí y ahora regresaba a separar a su padre de su hermano.
Minutos después, llegó a casa. Su nana fue quien le había abierto la puerta.
Cuando entró al despacho de su padre, William salía de ahí, ni siquiera se molestó en voltear a verla.
—¿Qué pasó, papá?— Preguntó al ver a su padre.
—Tú hermano, eso es lo que pasa— Respondió mientras llevaba su mano hasta el puente de su nariz. —Sabe en la situación en la que nos encontramos y sigue gastando dinero a lo estúpido.
Guardo silencio a lo que su padre le dijo, no podía defender a William de lo que le acusaba su padre.
—¿Qué haces aquí?— Preguntó su padre. —¿No deberías estar en tú departamento?
—Mi nana me habló— Respondió.
—No debiste de haber venido.
—No podía quedarme sin hacer nada.
Su padre sonrió y se acercó a ella para abrazarla.
—Nunca me perdonaré por lo que te hice— Le dijo su padre. —Perdóname— Pidió su padre.
Jennette se tensó al escucharlo. Sabía qué su padre cada siempre que podía le pedía perdón.
Después de la desaparición de Spencer, no le había vuelto hablar a su padre. Para ella, su padre era el único culpable.
No le dirigido la palabra por diez años, hasta que un día, su padre se había hincado de rodillas y le había pedido perdón y jurado que él no había tenido nada que ver en la desaparición de Spencer.
Desde ese día, su padre prometió nunca más en intervenir en su vida privada.
—Ya hablamos de eso, papá— Dijo ella.
Se alejó de su padre y besó sus mejillas.
—Iré hablar con Will.
Su padre asintió.
Salió de ahí para buscar a su hermano, al poco tiempo lo vio. Estaba en el bar, sirviéndose un trago.
Aceleró su paso antes de que comenzará a beber.
—Deja de beber— Le dijo quitándole la copa.
—Dame eso— Dijo su hermano arrebatándole la copa que le había quitado.
—Mírate como estás— Lo señaló. —Papá está preocupado por todo y tú con suerte puedes ponerte de pie.
—Si tanto quieres ayudarlo, ve a casarte con Minhyun— Sugirió él. —Pero claro que no lo harás, seguirás aferrada a tú novio muerto.
—¡Will!— Gritó ella.
—Déjame en paz.
William salió de ahí, no sin antes de agarrar la botella de la que estaba bebiendo.
—No le hagas caso, mi niña— Escuchó la voz de su nana tras de ella.
—¿Por qué me dice esas cosas?— Preguntó con dolor, mientras giraba para verla.
—No sabe lo que dice.
Su nana se acercó a ella y colocó sus manos sobre sus mejillas.
—¿Otra vez lloraste, mi niña?— Preguntó su nana.
—Hoy... hoy se cumple otro año más— Susurró.
—Mi niña— La abrazó.
Jennette le devolvió el abrazo, era demasiado duro para ella recordar ese día y saber que él estaba muerto.
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Nos leemos pronto 😄
