Capítulo 6

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Doyoung había dejado la habitación, estaba devuelta entre esas flores, acurrucado entre ellas. Con el cuaderno pegado contra su pecho, quemando como un pequeña llama de fuego que amenazaba a devorarlo por completo, pero no importaba, doyoung elevo su mirada hacia el cielo claro y celeste.

Extendió una mano hacia el sol tan brillante como una moneda recién pulida, tratando de capturarlo entre sus dedos, pero está demasiado lejos. Era extraño, demasiado lejos para poder sostenerlo en la mano, pero demasiado cerca para sentir su calor sobre la piel, calentándola lentamente. Doyoung no recordaba como había llegado a ese lugar, no recordaba haber salido de la habitación, pero no importaba, lleno sus pulmones de aire puro.

De pronto, algo cubrió el sol.

Un animal gris estaba sobre él, olisqueando su mejilla con aquella nariz húmeda, el chico no tuvo miedo por aquel animal de pelaje denso que recostaba la cabeza encima de su estómago. Doyoung se apoyo en sus codos y observo con paciencia al gran lobo que se recostaba a su lado, tan gran como una camioneta, colmillos amarillos sobresalían de su hocico sangriento, su larga cola de agitaba de un lado a otro, lentamente, en un intento de espantar algunos mosquitos que se posaban en su cuerpo.

El animal era extrañamente familiar, doyoung intento ligarlo alguno de sus recuerdos, pero el tono de su pelaje no era común, un gris extraño, uno con motas blancas y negras que se extendían por el largo de su lomo. Extendió el cuello cuando comenzó arrascar por debajo de su barbilla, soltando un sonido placentero. El lobo olía a un bosque entero, a sus frutos, a sus hojas y flores, a cada animal que vivía escondido y libre.

El lobo era el bosque entero, un bosque que doyoung ansiaba sumergirse hasta perderse en la densidad de sus hojas. El animal elevo su mirada, un profundo marrón, sinceros y dolorosos, doyoung lo vio en ellos, no había ninguna confusión.

No podía confundir esa mirada, esa mirada que lo adoraba como si fuera digno de esa adoración.

-No sabia que podías perseguirme hasta mis sueños- doyoung rasco detrás de las orejas.

"Yo tampoco"

Johnny resonó en cada parte de ese lugar, retumbando en el aire que se deslizaba con un espeso manto entre ellos.

- ¿Por qué estás aquí? ¿Cómo entraste en mi cabeza?

"Solo fui a dormir contigo en mi cabeza y aparecí aquí"

El lobo elevo el rostro hacia el cielo, sentándose sobre su trasero.

"Supongo que estamos unidos de una manera que escapa de nuestro entendimiento"

Doyoung no contesto, estaba perdido en la figura delgada del lobo, esa aura que lo envolvía completamente.

- ¿Tendré una oportunidad- murmuro doyoung, inclinándose contra el lobo, hundiéndose en su pecho- realmente, ¿tendré oportunidad de poder escapar de ti?

"No, eres mío, eres de mi propiedad. Y yo...soy tu propiedad".

El mundo entero tembló alrededor de ellos que se hundían en el calor de sus cuerpos.

Ninguno de los dos se dio cuenta que estaban cayendo en un agujero oscuros que los devoraba.



Doyoung despertó con el corazón acelerado, no recordaba haberse quedado dormido, pero aun podía sentir el pelaje de ese animal contra su cuerpo, entre sus dedos. Ese cosquilleo que se deslizaba por debajo de su piel, estrujando cada uno de sus sentimientos que se revolvían en el interior de su pecho. Doyoung jamás se había sentido tan despierto como esa mañana, el cuaderno seguía entre sus manos.

Quejido tras quejido, doyoung comenzó a estirar su cuerpo adormecido. Las flores que se encontraban a su alrededor, ya no eran vivaces y hermosas, se veían marchitas y con algunos pétalos arrancados, doyoung agito la mano sobre ellas, apartándolas.

Abrió uno de los cajones, colocando el cuaderno en lo mas profundo antes que se escucharan un par de golpes sobre la puerta.

-Es hora de desayunar- sonó una voz familiar al otro lado de la puerta- llego el momento que conocer al resto de la manada, están emocionados por conocerte.

El hombre no espero alguna respuesta, solo se marchó.

Doyoung lucho contra su deseo de quedarse en esa cama y seguir recordando ese sueño, estiro sus brazos hacia arriba antes de dar un salto fuera de la cama. Deslizo sus dedos por encima de su cabello, tratando de darle forma, deshaciendo de los nudos que se habían formado.

La puerta se abrió con facilidad, ninguna persona se encontraba custodiando su habitación, nadie lo esperaba. Doyoung vio su oportunidad de irse de ese lugar, de salir hacia el exterior y sentir la libertad calando en su cuerpo, pero su estómago estaba vacío y sus pies estaban descalzos, si se iba, su destino terminaría en dos opciones: morir de hambre en el bosque o ser atrapado por johnny.

Podria cambiar de forma, pero no estaba dispuesto a sacrificar sus dientes en tratar de arrancar esas barras que cruzaban por las ventanas, no podria ir corriendo sin rumbo, no podía arriesgarse de encontrarse con un desconocido. Doyoung no quiso recordar las palabras del lobo de sus sueños, de esas palabras que lo sentenciaban a una vida a su lado.

Doyoung camino por el pasillo, una larga fila de ventanas con rejas de hierro, se deslizaba por esta, dejando pasar la luz de sol que iluminaba el camino en forma triangular. El suelo estaba cubierto por una sucia alfombra roja, doyoung temía en tropezarse con sus propios pies y caer en ese suelo, estaba seguro que se infectaría con alguna extraña bacteria que no había sido descubierta, paredes con humedades que subían hasta el techo descascarado.

Doyoung intento imaginar ese lugar en sus años de oro, con una nueva alfombra roja y sin los gruesos barrotes que iban de un lado al otro, paredes recién pintadas por un color cálido, sin humedades, fracaso en el intento.

El eco de murmullos emergió como un burbujeo que envolvía por completo el pasillo, estaba cerca de ellos. Doyoung avanzo, contanto mentalmente sus pasos, eso mantenía en control sus nervios, había pasado un tiempo desde que estuvo en el corazón de una manada.

Doyoung empujo la puerta doble que estaba al lado derecho del pasillo, revelando una habitación con una solitaria mesa larga, solo unos asientos estaban ocupados. Desde uno de los extremos, johnny le sonríe, se veía refrescado.

-Bienvenido, doyoung- dijo-ven, siéntate a mi lado.

Tuyo Mío [Johndo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora