La proposición

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- General, ¿puede concentrarse en terminar el papeleo? No me obligue a repetírselo otra vez. – La voz de Riza sonaba bastante molesta.

Roy parpadeó un par de veces antes de mirarla, se había quedado ensimismado en sus pensamientos. Odiaba hacer papeleo. Menos mal que Riza se había quedado con él cuando los ascendieron a todos, sino seguramente la montaña de papeles que tenía que firmar sería el triple de grande de lo que era.

- Perdón, Capitana. -Dijo mientras volvía al trabajo.

- Y no se vuelva a distraer.

Sin embargo, aunque Roy volvió al trabajo, su mente estaba en otro lugar. En otro despacho. Grumman, el nuevo Generalísimo, le había dicho que tenía una reunión muy importante con el alto mando del ejército y que su futuro dependía de ello. Mustang estaba seguro que iba a nombrarlo su sucesor, pero aún así estaba preocupado. ¿Y si después de todo lo que habían pasado al final, cuando Grumman muriera, le sucedía algún partidario de Bradley y todo se iba al traste? Volvió a la realidad de nuevo cuando sonó la puerta.

- Adelante -dijo. La puerta se abrió y entró un soldado, se situó delante de su escritorio y realizó el saludo militar.

- General Mustang, el Generalísimo le espera en su despacho. Es urgente.

- Bien, voy enseguida. Capitana -dijo mirando a Riza -puede irse a casa si quiere.

- No, señor -dijo Riza- mi deber sigue siendo protegerle. Le esperaré aquí.

Mustang siguió al soldado hasta el despacho del Generalísimo. Cuando éste le dio permiso para entrar se dirigió hacia el escritorio y realizó el correspondiente saludo.

- Roy, qué rápido has venido. Te lo agradezco. Siéntate. -Dijo Grumman.

- Señor, ¿qué era eso tan urgente? -Dijo Roy mientras se sentaba. - ¿Ha ido mal la reunión?

- Todo lo contrario. Ha ido estupendamente. No te voy a engañar, ha sido difícil llegar a la resolución, pero al final han comprendido que el progreso no se puede detener, ni siquiera en el ejército. -Grumman le entregó una carpeta. Mustang la abrió y leyó su contenido. Sus ojos reflejaron alegría y sorpresa al mismo tiempo.

- Sé lo que estás pensando. Ve con ella. -Dijo Grumman.

Mustang salió corriendo hacia su despacho con la carpeta aún en la mano. Abrió la puerta tan rápido que casi se cayó al suelo. Riza lo miró preocupada. ¿Habría pasado algo? Lo que ella no se esperaba era lo que Roy hizo a continuación: cerró la puerta, se acercó a ella, la cogió de la cintura y la besó. Se habían robado muchos besos a escondidas, pero este era diferente. Riza se separó de él y le miró con reproche:

- ¿Está loco, General? Si alguien entra y nos ve podríamos ser sancionados. ¡No ha llegado hasta aquí para que ahora le degraden!

- No, Riza, no estoy loco. – A ella no se le pasó el detalle de que le había llamado por su nombre. – Lee esto. Roy le entregó la carpeta que llevaba en la mano.

Riza la cogió, la abrió y comenzó a leer su contenido. Tuvo que leerlo tres veces para creer lo que decía.

- La ley -comenzó a decir – la ley que impide a los miembros del ejército tener relaciones entre ellos, ¿ha sido revocada? ¿Esto es en serio?

- Si – dijo Mustang mientras se ponía de rodillas. -A lo que me lleva a la siguiente cuestión. Aunque creo que esto se suele hacer con un anillo, pero no puedo esperar. Riza Hawkeye, ¿me concederías el honor de ser mi esposa?

Riza se quedó sin habla. Sabía la respuesta, la sabía desde hacía mucho tiempo. Pero no se esperaba que el día fuera a llegar nunca. Se había resignado a los besos y caricias robadas, nadie los veía.

- Si – contestó.

One Shots "Royai"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora