Tocar el cielo

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ADVERTENCIA: ESTE CAPÍTULO TIENE ESCENAS +18


Comenzaba a nevar cuando Riza, acompañada de Hayate, llegó a su antigua casa, al lugar donde había pasado su infancia y donde su vida había cambiado por completo en muchos sentidos. Ella nunca había sido una persona melancólica, es más, la última vez que había pisado esa casa fue con le había pedido a Roy que le quemara su tatuaje. Sin embargo, los últimos acontecimientos en Central habían hecho que quisiera volver a su antiguo hogar, aunque fuera para verlo por última vez. 

Abrió la puerta y un frío mayor que el que hacía en la calle la recibió. Entró en la casa y cerró la puerta. 

- Bien, Hayate, parece que vamos a tener que buscar algo con lo que encender la chimenea y calentarnos. - Dijo mientras soltaba al perrito. 

Dos horas después la casa estaba completamente acondicionada para que ambos pudieran estar sin pasar frío. Esa misma noche, mientras ella estaba lavando los platos de la cena, alguien llamó a la puerta. 

- ¿Quién podrá ser? -se dijo a sí misma mientras se acercaba al recibidor, abría un cajón y sacaba una pistola. Pero la respuesta llegó enseguida. Antes incluso de que pudiera abrir la puerta. 

- Teniente, abra, soy yo. 

Riza suspiró aliviada, conocía esa voz perfectamente, pero, ¿cómo sabía que estaba allí? No le había dicho a nadie donde estaba, simplemente le había pedido a King Bradley, ya que ahora era su asistente, unos días libres y él se los había dado sin hacer preguntas. Podía fingir que no había nadie, pero conociendo al Coronel, se pasaría allí toda la noche. Y hacía demasiado frío. Así que se acercó a la puerta y la abrió. 

- ¿Qué está haciendo aquí a estas horas? - Dijo Riza. 

- ¿Qué le parece si se lo explico dentro, Teniente? ¡Aquí me estoy helando! 

Riza le dejó pasar y cerró la puerta mientras Roy se quitaba el abrigo. Se apoyó en la pared y cruzó los brazos esperando una explicación. 

- Verá, Teniente, había oído por el Cuartel de Central que se había tomado unos días libres, así que me pasé por su casa por si estaba enferma, pero no había nadie y sabía que el otro sitio al que podría haber ido era este. 

- Bien, pues ya me ha visto, Coronel. Ahora le agradecería que se marchara. Como sabe, este es un pueblo pequeño y los cotilleos se propagan rápidamente en un lugar así. 

Pero Roy no se iba a marchar tan fácilmente, no cuando el Día Prometido estaba cerca y, quizá, ambos murieran en él si sus planes no salían bien. Así que, se acercó más a Riza, que seguía apoyada en la pared. 

- Verás, Riza. -Comenzó a decir. - Te extraño. No sabes lo que es llegar todos los días al trabajo y no verte allí. No ver tu preciosa cara. -Se acercó más a ella, mientras le acariciaba la mejilla. - Quiero pedirte algo, una vez me dijiste que me seguirías hasta el infierno, pero, ¿me concederías el placer de llegar al cielo contigo? 

Riza sabía lo que le estaba pidiendo. Se sentía en el borde de un precipicio. Sabía que, si decía que no, él se marcharía y no le volvería a pedir nada así. Pero también sabía que, si decía que si, sería saltar a un lugar donde no habría vuelta atrás. Saltó al precipicio en el mismo instante en que juntó sus labios con los de él. 

Roy no necesitó más confirmación que esa, que cogió a Riza de la cintura para profundizar el beso. Ella le quitó la chaqueta y comenzó a desabrocharle la camisa, mientras, Roy comenzaba besarla con más pasión, pasando de la boca al cuello de Riza. Cuando Riza le terminó de quitar la camisa a Roy, que acabó tirada en medio del recibidor junto al abrigo y la chaqueta, él hizo lo propio con la camiseta de dormir de ella, dejando al descubierto sus pechos. 

En ese momento, Roy la miró con todo el deseo del mundo, la besó mientras la cogía en brazos y se la llevaba a su antiguo dormitorio. En ningún momento dejó de besarla, hasta que entró en la habitación y la tumbó con toda la delicadeza del mundo sobre la cama. 

- ¿Recuerdas la última vez que hicimos esto? -Le preguntó. 

- Claro que lo recuerdo. -Dijo Riza - Éramos unos críos. Hemos pasado tanto después de aquella vez. 

- Si. -Contestó Roy. -Hemos pasado por mucho. 

Volvió a besarla, poco a poco, recorriendo con su boca cada parte del cuerpo de la rubia. Cuando llegó a su vientre, le quitó los pantalones y la ropa interior y siguió explorando más abajo. Poco a poco. Cuando llegó a su centro levantó la vista y la dijo: 

- Quiero saborear cada parte de tu cuerpo. Quiero que seas mía esta noche. Solo mía. 

Cuando la boca de Roy tocó el centro de Riza, ella solo pudo soltar un gemido. Nunca había imaginado que volvería a sentir a Roy de esa manera y mucho menos sentir que su lengua estaba en esa parte de su cuerpo. Ella no paraba de gemir y él sólo paró cuando sintió que ella estaba lo suficientemente lista para el siguiente paso. 

En ese momento Roy se quitó sus pantalones y se recostó encima de ella, la dio un beso y, finalmente, entró. Ambos gimieron al sentir el contacto. Durante los siguientes minutos en la habitación solo se oían los sonidos de ambos, que estaban fundiéndose en cuerpo y alma. Finalmente, ambos llegaron a la cumbre. 

Roy se tumbó al lado de Riza y la atrajo hacia él, la rodeo con sus brazos y la dio un pequeño beso en la frente. 

- Gracias por seguirme una vez más. 

Ella lo miró y también le dio un beso, aunque esta vez en los labios. 

- Siempre te seguiré. 

One Shots "Royai"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora