La última noche

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Roy Mustang acababa de terminar de hacer su maleta, aún no se podía creer que, después de tanto tiempo en casa de los Hawkeye se marcharía para unirse al ejército. Había aprendido lo básico de alquimia y quería usar esos conocimientos para poder ayudar a la gente, por lo que consideraba que el ejército era su mejor opción. Pese a que eso significase que su maestro le odiara. Pese a que tuviera que separarse de Riza. Salió de la habitación con la intención de cenar algo y despedirse de su amiga, había oído que en el pueblo organizaban un festival y quería pasar sus últimas horas en esa casa, en ese pueblo, con ella. 

Cuando bajó a la cocina se encontró a la joven de cabellos rubios terminando de hacer la cena, así que se acercó a ella: 

- Buenas noches, Riza, ¿necesitas ayuda con la cena? 

Riza, que no lo había oído llegar, dio un saltito, asustada. 

- Señor Mustang -Riza siempre trataba a Roy con formalidad, pese a que ya llevaba un par de años viviendo allí - me ha asustado. No necesito ayuda, casi he terminado, pero gracias. Puede ir sentándose en la mesa, voy a llevar la cena a mi padre y enseguida estoy con usted. 

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- He oído que hay un festival esta noche, ¿te gustaría ir conmigo? -Preguntó Roy después de cenar. 

- Pero, señor Mustang, mañana se marcha, ¿no prefiere descansar? 

- La verdad es que me encantaría pasar esta noche contigo, Riza, has sido mi única amiga durante estos años.

- Está bien, déjeme subir un momento a ponerme otra cosa. -Lo cierto es que a Riza el festival le daba lo mismo, pero poder pasar una noche con Roy antes de que se fuera, no sabía por qué, pero sentía mariposas en el estómago solo de pensarlo. 

La joven subió a su dormitorio, se quitó la ropa que usaba para estar en casa y se puso un vestido verde claro, liso, que llegaba hasta las rodillas. Al tener el pelo corto no tardó mucho en peinárselo y, para adornarlo, se puso una pequeña horquilla con una pequeña flor del mismo tono del vestido en el flequillo. 

- Estás preciosa, Riza -dijo Roy cuando la vio bajar por las escaleras mientras la ofrecía el brazo. 

- Es usted muy amable, señor Mustang -Riza tomó el brazo que le ofrecía. 

- ¿Puedo pedirte un favor? 

- Por supuesto, ¿qué desea? 

- Me gustaría que me llamaras por mi nombre, aunque solo sea esta noche, nada de "Señor Mustang", somos amigos, ¿recuerdas? 

Amigos, la palabra hizo que algo se removiera dentro de Riza, pero ella pensaba que, simplemente, era el hecho de que, a partir de mañana, todo sería diferente. 

- Está bien -accedió - Roy. 

Así, mientras hablaban de cosas mundanas llegaron al festival que se celebraba en la plaza del pueblo. El lugar estaba lleno de puestos de diferentes temáticas: comidas, tómbolas (donde Riza ganó un conejito de peluche en un puesto de tiro al blanco) y atracciones (donde Roy se mareó montando en las tazas giratorias, lo que provocó que Riza llorara de un ataque de risa) 

- No tiene gracia, Riza -Roy aún seguía pálido cuando se bajaron de las tazas. 

- ¿Un futuro miembro del ejército que se marea en una atracción? -Riza seguía con los ojos llorosos y no podía ocultar sus carcajadas - a mi me parece muy gracioso. 

De repente las luces de la plaza se apagaron y un resplandor rojo iluminó el cielo. Ambos miraron hacia arriba y vieron que había empezado un espectáculo de fuegos artificiales, cuando ya llevaron un rato viéndolo Riza empezó a temblar. 

- ¿Tienes frío? - Preguntó Roy.

- Un poco, no me he acordado de traerme alguna chaqueta. 

- Ten -Roy se quitó su chaqueta y se la puso sobre los hombros. - Así estarás cómoda. 

Cuando el espectáculo de fuegos artificiales terminó, ambos volvieron a casa y se metieron en sus respectivas habitaciones. Roy se puso el pijama y se quedó dormido enseguida, puesto que, al día siguiente, le esperaba un viaje largo. 

Riza, sin embargo, se tumbó en la cama y no paraba de dar vueltas. La noche no paraba de repetirse en su cabeza, había sido la noche más mágica de su vida, algo que pensaría que solo viviría con su pareja, en el caso de que alguien quisiera con ella. En ese momento algo hizo click en su cerebro, eso era lo que sentía, ¡se había enamorado de Roy Mustang! Pensó en ir a su habitación y confesar sus sentimientos, pero miró el reloj y vio que eran las 2 de la madrugada, por lo que descartó enseguida la idea. 

Seguramente estará ya durmiendo, además, ¿por qué iba a sentir algo más que cariño por mi? -pensó- soy su amiga y ya está. Solo espero que no le pase nada en el ejército. Con estos pensamientos en la cabeza, Riza se quedó dormida. 

Al día siguiente Riza acompañó a Roy a la estación de tren donde se dieron un último abrazo y se despidieron prometiéndose que se escribirían, al menos, una vez a la semana. Con un pequeño beso en la frente, Roy dijo adiós a Riza y subió al tren. 

Cuando se sentó en uno de los vagones comenzó a mirar por la ventana, vio a Riza agitar la mano a modo de despedida, lo que no pudo ver es que los ojos de la rubia estaban llenos de lágrimas. Al final el tren arrancó y, mientras se alejaba del pueblo donde había aprendido alquimia, un pensamiento surgió en su mente: espérame, Riza, porque volveré a buscarte.

One Shots "Royai"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora