Reencuentros

193 17 2
                                    

Riza estaba preparando la comida mientras vigilaba a Maes, que en este momento estaba gateando detrás de Hayate. Habían pasado 9 meses desde su nacimiento y el niño había demostrado ser igual de inquieto que sus padres, Riza siempre le miraba pensando que no se merecía a aquel pequeñín que era idéntico a su padre. La rubia terminó de hacer la comida, cogió a su hijo, le sentó en la silla y comenzó a darle de comer. 

- ¿Qué te parece si luego vamos a ver a papá al trabajo? -Preguntó mientras le daba un poco de puré de verduras. Los ojos color chocolate de Maes estaban fijos en ella, el único rasgo que había heredado de su madre. 

- ¡Ah, Ah! - Dijo el niño mientras comenzaba a reírse. 

- Papá, eso es. Creo que esa risa es un sí, así que iremos a darle una sorpresa. 

Poco después de comer y de que Riza hubiera limpiado los platos y llenado el comedero de Hayate, se vistió, hizo lo mismo con Maes, lo cogió en brazos y fue hasta el cuartel general a buscar a Roy. Llevaba un rato andando cuando oyó una voz a sus espaldas que la llamaba: 

- ¿Riza? ¿Riza Hawkeye? 

Ella se giró extrañada, nadie la llamaba así a excepción de sus amigos y Roy, ni siquiera los hermanos Elric eran tan familiares con ella y eso que se lo había pedido en más de alguna ocasión. Cuando vio a quien la había llamado se quedó impresionada: Thomas, su antiguo prometido y al que dejó plantada en el altar estaba allí. 

- ¿Thomas? Cuanto tiempo sin verte, ¿cómo me has reconocido?

- Creo que sabría reconocer a la mujer que estuvo a punto de ser mi esposa -su tono no era de reproche en absoluto, dirigió su mirada a Maes que estaba dormido en los brazos de su madre -parece que, al final, las cosas te han ido bien. 

- Nunca te pedí perdón por haberte dejado plantado. Lo siento, en ese momento supe que no podía pasar mi vida contigo.

- Ya está olvidado. Además, poco después conocí a alguien con quien llevo casado unos años. 

- Enhorabuena - Riza habló con total sinceridad -espero que seas muy feliz. 

- Lo soy. Bueno, tengo que marcharme ya -dijo Thomas- pero te propongo algo, ¿qué te parece si tu, tu marido y tu bebé os pasáis por mi casa y cenamos todos juntos? Así te presento a mi esposa y a mi hija. 

- Lo pensaré. Adiós, Thomas. 

- Adiós, Riza. 

Ambos siguieron sus respectivos caminos y poco después Riza y Maes, que se acababa de despertar, entraban por el cuartel general. Todos se pararon a saludarla y, sobre todo, a hacer carantoñas al niño, ya que pocas veces lo llevaban al trabajo hasta que, por fin, ambos llegaron al despacho de Roy.

- ¿Crees que papá estará haciendo su trabajo? -Preguntó. 

Maes soltó una pedorreta a modo de respuesta. Riza comenzó a reírse y abrió con sigilo la puerta. Roy estaba sentado en la silla con la cabeza apoyada en la mesa, que estaba llena de papeles, profundamente dormido. Riza miró a su hijo como diciendo: "si no estoy yo tu padre no termina el papeleo" y entró con sigilo en la oficina. Dejó a Maes sentado en la mesa, enfrente de su padre y el niño, al verlo dormido, levantó su manita y comenzó a darle golpecitos en la cara mientras gritaba. Riza solo podía contener la risa al ver semejante escena. 

Roy se despertó al sentir un golpe en su mejilla y un grito muy cerca de su oreja, claramente iba a fulminar a quien sea que le hubiera despertado de su pequeña siesta cuando abrió los ojos y lo primero que vio fue un pequeño rostro idéntico al suyo pero con unos ojos grandes y expresivos de color chocolate. Después oyó una voz que no había oído en todo el día: 

- ¡General! ¿Se puede saber qué hace durmiendo en horas de trabajo? - Aunque Riza estaba intentando poner el tono que ponía cuando le regañaba por no hacer nada durante el trabajo, estaba claro que se estaba divirtiendo al ver a su hijo despertarle de una forma tan brusca. -¿Ese es el ejemplo que quiere dar a su hijo? 

Roy dio un beso en la mejilla a Maes, que seguía sentado en su escritorio, se levantó y lo cogió en brazos, después fue hacia Riza, la dio un beso en los labios y dijo:

- Lo siento, capitana, no volverá a suceder. ¿Nos vamos a cenar? 

- Nos encantaría, ¿a qué si, Maes? 

Maes, al oír la palabra "cena" comenzó a reírse. 

- Parece que eso es un sí. -Dijeron ambos adultos a la vez. 

One Shots "Royai"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora