Elicia

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El teléfono sonó en el tranquilo despacho del Cuartel General de Este, Roy, molesto, lo cogió. Enseguida la voz familiar de la operadora se escuchó por el otro lado de la línea: 

- Una llamada externa para el Coronel Roy Mustang. 

Roy suspiró, sabía perfectamente quien era el que estaba al otro lado de la línea. 

- Soy el Coronel Roy Mustang -dijo al teléfono- pásame la llamada. 

Enseguida una voz conocida sonó al otro lado del teléfono:

- Roy, ¡Hola! 

- Hughes, te juro que si no es importante me presento en tu casa y te quemo vivo, ¿me has entendido? 

- ¡Ha nacido! -La voz de Hughes era de pura alegría -Roy, ¡soy padre! 

Mustang, al otro lado de la línea, comenzó a sonreir. Por una vez, dejaría que su amigo presumiera de familia sin gritarle. Un nacimiento siempre era una maravillosa noticia. 

- Me alegro, Hughes, de verdad. -Dijo Roy- ¿Cómo está Gracia? ¿Y el bebé? 

- Las dos están bien. Espero que vengas este fin de semana a conocer a mi hija. Sino yo mismo iré y te arrastraré a Central para que la veas, ¿me has entendido? 

- Allí estaré, te lo prometo. Ahora vete a disfrutar de tu hija. 

Roy colgó el teléfono. En ese momento, se abrió la puerta y entró Riza, que lo miró con cara enfadada. 

- ¿Otra vez haciendo el vago, Coronel? -Dijo la rubia.

- Esta vez, Teniente, tenía motivos. Hughes acaba de ser padre. No haga planes este fin de semana, me marcharé a Central a verle y la necesito conmigo. 

***

El sábado, a primera hora de la mañana, Riza estaba frente al apartamento de Roy. Ambos iban vestidos con el uniforme militar, así se evitarían las malas lenguas, además, ya que el viaje era bastante largo, habían alquilado un par de habitaciones de hotel, por lo que se cambiarían allí. Así, a la hora de comer y después de cambiarse de ropa, llegaron a casa de Hughes. Roy llamó a la puerta y, enseguida, su amigo abrió. 

- Roy, bienvenido -dijo, después miró a su acompañante. -Riza, me alegro mucho de tu también estés aquí. 

- El Coronel insistió en que viniera. Enhorabuena, por el bebé. 

- Pero no os quedéis ahí, pasad pasad. 

Todos pasaron al salón donde Gracia, la esposa de Hughes, sostenía a un pequeño bebé entre sus brazos. La joven miró a las visitas que acababan de llegar y les dijo: 

- Esta es Elicia. ¿Queréis cogerla?

- Yo no he cogido nunca a un bebé -dijo Roy- creo que no sabría hacerlo bien.

Riza, por su parte, se sentó al lado de Gracia y tendió los brazos. Gracia depositó al bebé en las manos de Riza, que lo cogió con suavidad y comenzó a mecerlo. Roy solo tenía ojos para ella, Hughes, viendo que estaba a punto de hacer alguna locura, se lo llevó hacia la cocina. 

- ¿Por qué no le dices lo que sientes por ella de una vez? 

- Porque no puedo. Ambos sabemos que las relaciones entre militares están prohibidas. 

Hughes, por una vez en su vida, se puso serio. 

- ¿No tenías como objetivo llegar a lo más alto? 

Roy lo miró confundido. 

- Si, ¿a qué viene eso ahora? 

- Quiero que me prometas una cosa -comenzó Hughes- que, cuando llegues a lo más alto, harás dos cosas: la primera, derogar esa ley absurda y, la segunda, que le dirás lo que sientes a la Teniente. Ah, y otra cosa más, si os casáis yo seré tu padrino. 

Roy miró a Hughes, lo que decía era una locura. Después miró hacia donde Riza y Gracia charlaban amigablemente, Riza aún con la pequeña Elicia entre sus brazos. Volvió a mirar a su amigo, que aún esperaba una respuesta a lo que le había dicho. 

- Te lo prometo -dijo Roy. 

One Shots "Royai"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora