One Shots "Royai"

Dia de nieve

El Sol estaba saliendo tímidamente en Central, que se despertaba cubierta de blanco después de un día entero nevando. Era algo extraño que nevara en el centro de país y, por eso, muchos niños estaban despertando rápidamente con las primeras luces con la ilusión de quien ve nevar por primera vez y quiere jugar sin parar haciendo muñecos de nieve a pesar del frío. Uno de esos niños era Maes Mustang. El pequeño, que contaba con apenas un año de vida, estaba acostado entre sus padres y es que estaba tan nervioso la noche anterior que solo se quedó dormido cuando Roy y Riza se tumbaron con él en la cama y, después, por miedo a despertarle, le dejaron dormir con ellos. 

Desde el momento en que nació, Maes había sido idéntico a su padre, pero según iba creciendo más se notaba ese parecido: tanto él como Roy tenían los mismos rasgos y el mismo pelo de un negro intenso, la única diferencia eran los ojos, Maes había heredado los mismos ojos color chocolate que su madre, ojos que en ese momento miraban a Riza mientras dormía. Él era la única persona sobre la faz de la tierra que sería capaz de despertarla sin recibir un balazo por ello. Maes puso su manita sobre el brazo de Riza y comenzó a darle golpes: 

- ¡Mamá! ¡Mamá! -gritaba- ¡depieta, mamá! -mientras, seguía dando pequeños golpes al brazo de su madre -¡depieta, mamá, quero jugar con la neve! 

Riza abrió los ojos y vio a su hijo muy emocionado y más ahora que su mamá se había despertado. 

- Cielo, aún es muy pronto, ¿por qué no duermes un poquito más? Te prometo que luego vamos a jugar con la nieve. -Dijo Riza aún soñolienta. Pero Maes, viendo que su madre ya estaba despierta ahora estaba haciendo lo mismo con su padre. Roy también se despertó, dio un beso a su hijo, miró a su esposa y dijo: 

- Bueno, Riza, creo que ya no vamos a poder dormir. ¿Qué te parece si desayunamos y bajamos a jugar con la nieve? 

- ¡Neve neve! -Maes estaba cada vez más emocionado- ¡Papá, quero neve!

Roy, que ya se había levantado de la cama, cogió a Maes y le dijo: 

- Primero hay que desayunar, después jugaremos en la nieve. ¿Te parece bien? 

- ¡Siii! 

Después de desayunar y de ponerse ropa de abrigo, Roy, Riza, Maes y Hayate estaban en un parque cercano. Hayate correteaba de un lado para otro y, mientras, los dos adultos ayudaban a Maes a hacer un muñeco de nieve. Cuando terminaron le pusieron una bufanda vieja, un par de botones y una zanahoria a modo de nariz. 

Después, Maes cogió una pequeña cantidad de nieve y con una destreza digna de su madre se la lanzó a Roy, que dio de lleno en una de sus rodillas. Riza se estaba partiendo de risa mientras Roy se agachaba para ponerse a la altura de su hijo y le decía: 

- ¿Quieres una batalla de bolas de nieve, Maes? ¿Eso quieres? 

A modo de respuesta Maes cogió otra bola y se la lanzó, esta vez directa a la cara. 

- Muy bien, pequeño -comenzó a hacer cosquillas a su hijo- tú lo has querido. Riza, ¿te unes? 

- Por supuesto -dijo Riza. 

Los tres comenzaron una batalla de bolas de nieve, donde Roy perdió, ya que Riza cogió a Maes en brazos y los dos comenzaron a atacar sin piedad al moreno. Después de jugar en la nieve, la familia volvió a casa para comer y, después, Maes sucumbió profundamente al agotamiento. Riza lo llevó a su dormitorio, lo acostó en la cuna y lo tapó con la manta. 

- Parece todo un angelito mientras duerme -susurró Roy detrás de Riza. 

- Lo parece, si, aunque despierto es igual de inquieto que su padre. -Riza se giró para dar un beso a Roy y ambos fueron al salón. Allí, sentados en el sofá, mientras Riza cogía a Hayate y comenzaba a acariciarle, Roy comenzó a hablar sobre un tema:

- Cariño, llevo unos días pensando en algo. 

- ¿En qué? -Preguntó Riza

- Verás, he estado pensando en los Elric y en la unión que tienen y no me gustaría que Maes creciera solo. 

Riza miró sorprendida a Roy. 

- ¿Me estás diciendo que quieres tener otro hijo? 

- Solo si tu quieres. 

- Roy -Riza se acercó y le dio un pequeño beso- si pudiera, tendría 100 hijos contigo. 

Ambos se fundieron en un beso.