LOS CELOS DE ROY

244 18 2
                                    

(tema propuesto por: Majosolonu)

Roy Mustang miraba fijamente el ramo de flores que había sobre el escritorio de Riza Hawkeye mientras se preguntaba quién se lo habría mandado. Poco a poco, fueron entrando todos los subordinados del Coronel, hasta que, finalmente, Riza llegó saludando a todos. Fue hacia su escritorio y miró el ramo de flores, cogió la nota que lo acompañaba, la leyó y, sin decir nada, cogió el ramo, lo dejó sobre una mesa libre y se puso con su trabajo diario.

Pero Roy no iba a dejarlo estar, así que miró a su Teniente y la dijo:

– Teniente, le recuerdo que debe dejar sus asuntos personales fuera del trabajo y eso incluye los ramos de flores de sus amoríos.

Riza le lanzó una mirada que, si ella hubiera sido alquimista de fuego, habría ardido por combustión espontánea en ese mismo instante. Su tono era frío cuando dijo:

– Espero, Coronel, que usted haga lo mismo. Todas las semanas recibe llamadas de sus amantes en horas de trabajo.

Después de eso, ambos no se dirigieron la palabra en todo el día. Finalmente, al caer la tarde, Riza se levantó y se marchó. Al poco fue Roy el que dejó el cuartel general. Los celos le estaban consumiendo, así que decidió ir hacia el apartamento de Riza y, sin que ella se diera cuenta, seguirla. Sabía que, si ella se enteraba, le dispararía sin miramientos, pero iba a correr ese riesgo.

Llegó al edificio donde ella vivía y se escondió en una de las esquinas de la manzana, al poco, vio como salía vestida con una falda hasta las rodillas, una camisa y unas botas. Roy fue detrás de ella a una distancia prudencial para que no se diera cuenta. Después de unos 20 minutos caminando, Riza se paró frente a la puerta de un restaurante. Allí saludó a un hombre alto, con el pelo castaño, con un abrazo. El hombre le ofreció su brazo y ambos entraron dentro.

En el restaurante Riza compartía confidencias con el hombre, ambos reían mientras tomaban la cena. La velada terminó y ambos acordaron volver a verse cuando se despidieron con dos besos en la mejilla. Riza volvió a casa y, cuando llegó a la puerta de su edificio, miró hacia atrás y dijo:

– ¿Me va a explicar por qué me ha estado siguiendo toda la noche, Coronel?

Roy salió de su escondite.

– Suba, no quiero que nadie se entere de esto.

Riza estaba muy enfadada con Roy y él lo sabía. Ambos subieron las escaleras y entraron en casa de Riza, donde Hayate les recibió. Riza se agachó a acariciar a su perro mientras Roy cerraba la puerta. Después ella le miró fijamente con los brazos cruzados sobre su pecho. Esperaba una explicación. Roy decidió ser sincero con ella.

– Verás, Riza, estoy celoso. Celoso del hombre que ha estado hoy contigo, porque él tiene la suerte de poder tocarte, de pasar las noches contigo, mientras que yo no puedo hacerlo por una estúpida ley. Así que siento si te he enfadado, simplemente quería ver qué clase de hombre estaba teniendo el placer de estar contigo.

Riza miró sorprendida a Roy y, de repente, comenzó a reír. Esa risa que guardaba solo para algunos momentos, todos los que compartía con él.

– ¿Qué pasa? -Preguntó Roy.

– Lo has entendido todo mal, Roy, no estoy saliendo con Dominic.

– ¿Dominic?

– El hombre que me ha mandado flores y he ido a cenar.

– ¿Entonces? -Roy cada vez estaba más confuso.

– Dominic era un compañero del colegio y siempre habíamos sido muy amigos. Ha venido a invitarme a su boda con Anna, su novia de toda la vida.

Roy sintió por un lado alivio porque todo había sido un malentendido y un idiota porque le había confesado sus sentimientos a Riza sabiendo que lo suyo era imposible.

– Ahora, Coronel, creo que ha dicho algo sobre tocarme y pasar la noche conmigo. Aunque eso implique romper una estúpida ley -Riza se acercó hacia su oreja y sus labios rozaron el lóbulo cuando le susurró- tendrá que marcharse temprano entonces. 

One Shots "Royai"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora