Capítulo 10

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Hijo de...
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Ahí están de nuevo, los dos solos en medio de la oscuridad del cuarto subterráneo que tiene n notable orificio, por el cual salieron.

México intento cubrirlo con una pared de flores enredadas, pero era mas que claro que habían salido por ahí.

Ya no estaban tan separados de una esquina a otra, sin embargo, existía una distancia considerable entre ambos. Miraban a la nada, México pensando en la velocidad a la que corre la luz y Rusia cuestionándose la verdadera razón de su existencia, de su ser, de su razón.

- ¿Cómo naciste? – México rompió el muro de silencio entre ellos.

Rusia lo miro de reojo y volvió a ver a la nada.

- ¿Cómo nací? – repite la pregunta, asimismo.

- Si, es decir – levanta la mirada al ruso- Tu creación, no todos lo hicimos de la misma manera – farfulla – Y en especial tu –

- ¿Por qué? ¿Qué tiene de especial? – cuestiona un poco desorientado el ruso.

- Eres un dios descendiente con un don origen ¿Cómo sucedió? –

El ruso inhala fuertemente y entreabre los labios para comenzar a relatar.

- Mi padre, URRS, dios de la guerra, se enamoró de su hermana, mi madre, Imperio Ruso, diosa de los cielos y tormenta:

Nacieron en el mismo punto de origen, pero diferente masa de energía. Eran muy parecidos entre sí, el mismo carácter, aires de grandeza y poder, se amaban tanto así mismos, que se terminaron enamorando entre ellos, no les importo el hecho de que fueran hermanos.

Pero ambos tenían ganas de poder.

Chocaban demasiado entre sí, pero se “amaban”.
Mi padre se dejo consumir por el hambre, y en medio del éxtasis, se comió a mi madre estando ella embarazada.

Embarazada de mí.

Toda la energía de mi madre la termine absorbiendo yo, inhibiendo a mi padre.

Salí de su cabeza con 13 años luz de edad.




México lo escuchaba atento, estaba muy maravillado, en realidad siempre le maravillan ese tipo de cosas.
Cuando el castaño conocía a alguien era un clásico que este le preguntara su nacimiento y el ruso no fue la excepción.

- Me encanta – mascullo viéndolo con los ojos abiertos.

- ¿Enserio? – cuestiono el rubio arqueando una ceja – A la mayoría le parece perturbante-

- Nada que ver, el simple hecho de nacer es una maravilla y la tuya no fue muy común, la mayoría fue mas común, una aleación entre dios y dios o dios y algún ser fantástico de este mundo. Tu ni siquiera saliste de tu madre, fuiste comido junto a ella por tu padre literalmente – sonrió tenue – No me imagino la cara de tu padre al ver que de cierta forma tu absorbiste a tu madre y no el – soltó unas pequeñas risitas mudas.

Al ruso le causo gracia lo ultimo y sonrió evitando reír, elevando solo las comisuras de su boca.

- ¿Y tú? – miro al mexicano atento - ¿Cómo naciste? –

México apretó los labios recordando y se rascó la nariz.

- Pues no fue tan interesante como tu – se encogió de hombros – No tengo madre, nací de mi padre, de su seno

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