México fue tanto bendecido como condenado desde el primer día de su nacimiento sin saberlo.
Al ser ignorante de su condición, se manifiesta ante la primavera con alegría. En cambio, su devoción por colorear el cielo se verá desafiado por las tiniebl...
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Nacimiento que destruirá. Unidos estarán.
La destrucción de la cual un mundo nuevo florecerá. Destinados a encontrarse siempre estarán.
Por dolor, pena, tristeza y lágrimas tienen que pasar . Ese siempre su karma será.
Pero, sin embargo, al final...
No importan los obstáculos...
Juntos terminaran.
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En el punto exacto, en el punto medio de toda la tierra...
Estaban los amados, dentro de un círculo de pétalos de todos los tipos de flores de todos los colores que puedas imaginar.
Frente a frente, mirándose con amor y ternura, con pasión y dulzura.
México tenía una corona de flores azules y Rusia una corona de flores verdes.
Azucena y eucalipto.
—Tómense de las manos por favor. — Japón yacía en medio de los dos – Ahora sus promesas —
Rusia tomó un profundo respiro y hablo primero:
— Que sepa el mundo entero que tu voz guarda un secreto, tus ojos son destellos y tu garganta es un misterio. Tu y solamente tu, haces que mi alma se despierte con tu luz.
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Pase lo que pase, prometere encontrarte y no soltarte.
A México casi se le sale el corazón por la declaración ten bella del ruso. Los ojos de le cristalizaron levemente, tenía ganas de llorar, pero se contuvo, el también tenia que hablar.
Le sonrió a su amado y hablo:
—"Haces que cielo vuelve a ser en ese azul, navego entre las olas de tu voz, y concluyo que mi corazón lo tienes tu y solamente tu.
° Pase lo que pase, prometo encontrarte y no dejarte." ~
A Rusia se le removió el corazón. El solía no mostrar expresiones, pero vamos, su corazón era tan vulnerable ante cualquier cosa que hiciera el mexicano.
Japón rompió un poco de la tela de su vestido rojo y desprendió un largo hilo. Tomó el menique de la mano izquierda de cada uno, y procedió a amarrar cada extremo en cada uno de los dedos.
Sujetó a ambos de las manos y las junto: — Los declaro... Dios y marido, marido y Dios.
Ahora estaban casados, nadie sabía de esto. Se escuchaba que Pangea estaba en busca de ellos, les ordenó a todos cooperar.
Consideraba que su amor sería una amenaza.
Japón sonrió satisfecha y los soltó. Y con un movimiento les indico...
— Ya no hay dolor... son libres de darse afecto... —
México y Rusia sonrieron y se voltearon a ver tímidos, como si fuera la primera vez que se fueran a besar.
Rusia se agacho a la altura del bajito, lo tomo del mentón y poso sus labios con los del mexicano, uniéndolos por completo en un amoroso beso.
Alegría, amor, cariño, y ternura era lo que sentían.
Ya no hay dolor.
Los pajarillos cantaron, las flores estaban mas vivas que nunca, hacía frío, claro, un rayo luminoso cayó del cielo, pero en vez de trasmitir un estruendoso ruido...
Un sonido de campanillas resonó.
La mañana se convirtió en tarde y la tarde en noche.
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Rusia y México caminaban tomados de la mano a la orilla del río, caminando sin rumbo. Hubo un momento en el que pararon, se giraron quedando frente a frente.
Sus miradas sonrieron.
Ahora podían hacerse lo que quisieran sin limitaciones, sin dolor. Y también tenían que cumplir con el precio de la dicha de vivir su amor y tocarse tanto como quisieran.
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Se hundieron en olas de besos y caricias, Tan necesitados, tan ansiosos, Deseaban tanto ser del uno como también del otro.
Entre sudor y gemidos... Sus cuerpos se volvieron un mismo.
Entre jadeos y suspiros... Lo que era un acto de placer para ellos solo era de amor.
Pues no se enamoraron del cuerpo.
Se enamoraron de sus almas.
Y así siguieron de la noche hasta el amanecer. Aprovecharon como nadie ese tiempo,
Pues no sabían cuanto se les permitiría estar así....
