Capítulo 28

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Corazones Engañados
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Corazones Engañados~•••~•

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~• México •~

Sentí una fuerte punzada en el corazón, una extraña energía recorrió todo mi cuerpo. Cuando abrí los ojos, no podía ver nada, solo oscuridad...

Pero después...



Pero después

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U

na noche celebre, en la que dos almas se unían, prometiéndose amor eterno, hasta el final de los tiempos. No había lunas, ni estrellas, ni un cuerpo celeste que iluminara las verdes cordilleras. Solo mechas de fuego en palos que rodeaban a los recién casados.

El dios del mar y la marea: España

Y la diosa del hogar y la caza: Azteca.

Azteca, la mas bella de todas, por poseer un aspecto "exótico". Cabello largo sumamente negro, piel canela que brillaba al amanecer, parecía que emanaba miel de sus poros, un cuerpo bien moldeado, fuerte y escultural, y la cereza del pastel: ojos negros, sumamente negros, en los que te podías ver.

Todos los seres en la tierra de Pangea celebraban alegres la unión de estos dioses, los humanos lo consideraban un gran presagio, ofrecieron ofrendas como nunca antes a todos los dioses existentes.

Pero, en medio de esa fiesta alegre, había un corazón triste, un corazón roto y desilusionado.

El gran señor Sol:

Maya es su nombre.

El, vivía enamorado de la bella diosa; se conocieron desde jóvenes y el nunca pudo mirar a otra mujer que no fuera ella, vivía enamorado de ella. Eran grandes amigos, inseparables cómplices, pero nunca paso más allá de una amistad; sin embargo, aun con el corazón en pedazos, el asistió a la ceremonia y la celebración. Miraba embobado como España y Azteca bailaban en el centro de toda la fiesta, felices, contentos, amándose.

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