México fue tanto bendecido como condenado desde el primer día de su nacimiento sin saberlo.
Al ser ignorante de su condición, se manifiesta ante la primavera con alegría. En cambio, su devoción por colorear el cielo se verá desafiado por las tiniebl...
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~•México•~
- Deberías llamarte lindo – le dice coqueto Chile a Argentina.
- Oh, ¿tú crees? – Chile asiente - ¿Por qué? – Arge le sigue el juego.
- Porque eres muy lindo – Chile lo toma del mentón.
- Oh~– Arge se peina para atrás - ¿De pura casualidad no eres poeta che? –
- Por ti sería una lombriz –
Después de tanta tensión, se sueltan a reír, pinches norteños.
- Oye boludo – Arge llama mi atención – Estas muy quieto, ¿te encuentras bien? –
- Si wey – asiento sonriendo débilmente – Todo bien...
No he visto a Rusia desde los últimos días, no sé qué pasa, quizás está enojado conmigo, no sé. En verdad que no quería hacerle daño, pero no entiendo.
¿Por qué sucedió eso?
- ¿En que piensas weon? –
- A ver bésense - los miro a ambos fijamente.
- ¿Qué conchas?!!! –
- Que se besen estúpidos – frunzo mi ceño. Chile y Arge se ven el uno al otro serios, luego se ríen a carcajadas.
- ¿Qué tienes en la cabeza weon? – dice Chile entre risas
- Háganlo –
- No boludo – arge regula su respiración – Eso es algo íntimo, un acto de nuestra privacidad amorosa entre nosotros, no lo haremos enfrente de vos - pongo los ojos en blanco molesto.
- Pero si luego se andan agarrando enfrente de quien sea, no mamen – espeto.
- Son cosas muy diferente weon –
- Si no lo hacen le digo a papá que ustedes provocaron esa espuma de dudosa procedencia en las costas del mar oeste – amenazo sonriente. Ahora sus sonrisas toman una mueca de miedo y me ven nerviosos – Ni lo nieguen cabrones –
- Maldito sapo culiao – refunfuña Chile, mi sonrisa se engrandece
- ¿Si o sí? –
- No se como putas sabes eso che', pero solo será uno de pico – condiciona el pinche narizón, yo asiento.
Se ven a los ojos un tanto sonrojados, y se acercan tímidamente juntando sus labios en un beso corto. Y nada, no pasa nada.
- ¿No les dolió? – preguntó. No pasó nada fuera de lo común en mi alredor: no se cayeron árboles, ni rayos, ni nada.
