Capítulo 26

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Cruda verdad
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Cruda verdad ~•••~•

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~•Japón •~

Hubo unos escasos momentos de oscuridad, hasta que una luz cegadora se hizo presente llevándome a otro ambiente. Abrí los ojos mirando todo con más claridad, era como estar presente en un sueño nocturno.

Estaba en lo mas alto de una montaña, pero más arriba, se encontraba un hombre con una túnica carmín, hincado; tenía algo en las manos que esta elevando al brillo del sol. Conforme me acercaba, pude ver que era un órgano, que el hombre estaba sangrando, pero una enorme sonrisa yacía en su rostro.

De un momento a otro, ahora cargaba a una bebé en sus brazos, cuando se giró, me di cuenta que era el hombre de mi sueño anterior.

- Mi querida Japón – murmuro mientras le depositaba un beso en la frente a la pequeña.

Dios esto no puede ser cierto, esa no soy yo, y ese no puede ser mi padre. ¿Por qué no ha muerto? ¿Por qué no lo he absorbido? No es cierto.

Ese escenario se desvaneció como nieve en primavera.

Ahora había un campo de rosas. El mismo hombre, caminaba con una niña ya de mayor de edad, sus rasgos eran muy parecidos, se veía de unos cinco años.

- ¡Papa! ¿Puedo cortar una rosa? – preguntaba la pequeña tomada de la mano del hombre. El le sonrió enternecido se agacho a su altura.

- Si lo haces se marchitará, además de que probablemente te lastimaras también – le acomodaba los lacios mechones de pelo negro a su hija - ¿Ahora que piensas? – la pequeña se miraba pensativa, dio un resoplido y una mueca triste albergo en su pequeño rostro.

- Creo que es mejor dejarla aquí – se llevó el dedo índice a la boca mordiéndose la una – Hay que dejar aquí con las demás rosas – farfullo y su padre sonrió.

- Esa es mi niña –

De nuevo el panorama cambio; ahora volvió a la misma montana del principio, padre e hija se encontraban en la cima admirando alrededor, la pequeña se veía de unos siete años aproximadamente.

- ¿Cuándo podre ver el fondo de los demás padre? – escenas vagas de ese momento vinieron a mi mente, como si en realidad las hubiese vivido, pero por alguna razón se borraron.

- Eso es algo que ya tienes – el hombre miro a la niña – Yo te ayudaré a desarrollarlo – le sonrió.

- ¿Qué se siente verlo? –

- Depende del ser hija, de su pasado, pero cuando lo veas, nunca debes de juzgarlo por ello –

- Así lo haré padre – la pequeña asintió varias veces.

Un sonido agudo me aturde, la cabeza me da vueltas, juro que me sangraran los oídos. Cerré los ojos y me tomé el cráneo con ambas manos intentando canalizar mi dolor, pero era imposible.

Encontrarte Otra Vez ||R u s m e x||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora