México fue tanto bendecido como condenado desde el primer día de su nacimiento sin saberlo.
Al ser ignorante de su condición, se manifiesta ante la primavera con alegría. En cambio, su devoción por colorear el cielo se verá desafiado por las tiniebl...
Tengo las manos manchadas, manchadas de negro. Esto no se quitaría tan fácil, es pinturavegetal.
Pasos leves se aproximan a mi sitio lentamente. No me he dado la vuelta, pero ya puedo deducir quien es.
- ¿Ahora que pintas? – Me pregunta Japón.
- La representación visual mas cercana a un eclipse – contesto sin dejar de trabajar y trazar – Seguro le gustara – murmullo lo último.
- Se ve que va para bien – musita - ¿Lo arrumbaras en tu alcoba como los demás? – dice vacilante. Me aparto del mármol y levanto la vista a ella, ella apunta a la esquina de mi alcoba donde yacen varios mármoles y lienzos acabados e ilustrados, todos arrumbados con un poco de polvo encima.
Pongo los ojos en blanco, ella ríe y vuelvo a tomar el pincel entre mis dedos.
- El mármol con la luna plasmada no está ahí – se acerca a la montaña de cuadros – Se lo diste a el –
Me quedo quieto y mudo en mi sitio, abro los ojos como platos de plata, levanto la vista don de ella, que me mira con una sonrisa. La sangre se me sube a la cara, las mejillas me arden.
- No hace falta que me preguntes – se aparto de la esquina – lo tiene en medio de toda su alcoba. Lo vi ayer, lucia muy bien – toma asiento enfrente de mi ventana – Al parecer ya se llevan mejor, por gracia del sol – dice vacilante lo último.
- Solo fue un detalle – farfulle volviendo a concentrarme en la pintura – como un objeto de paz entre nosotros –
- Si claro – vacila – Lo noté.
- No es lo que tú crees – refunfuñé.
- ¿Y quien dijo eso? – dirigí mis ojos a ella, que yacía con las comisuras de los labios elevadas - Vamos amigo, sé que tienes algo que preguntarme – farfulla.
- Nada por ahora – mofe volviendo a lo mío.
- Bien – se levanta y suspira pesadamente – Si tenías curiosidad – se pone a lado mío – Le gustan los mangos y su color favorito es el amarillo – vacila y sale riendo de mi alcoba.
- ¡JAPON! – me quejo y la veo irse corriendo.
Información que no pedí, e innecesaria.
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