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A la mañana siguiente, Jungkook amaneció con frío. Hoseok no estaba a su lado y su lobo un poco despabilado comenzó a buscarle con los ojos aún pegados por las lagañas. La cama estaba fría y apenas entraba un débil rayito de sol por el pequeño rabillo de la cortina. Debía levantarse, no sabía qué hora era pero ansiaba ver a su alfa. Despacio se sentó en la cama y con un amargo sabor en la boca se dirigió al baño dentro de su habitación.
Hoseok, que bebía de su café mientras corregía los últimos trabajos, detuvo todos sus movimientos para prestarle atención a su omega, que bajaba despacio las escaleras sujetándose de la baranda. El azabache no dijo nada, limitándose a simplemente sentarse sobre el regazo del castaño, envolviendo el torso ajeno con ambos brazos. 

-Buenos días, conejito. ¿Dormiste bien? -preguntó el alfa con una sonrisa, acariciándole los suaves y limpios cabellos.

-Buen día, amor -respondió con la voz ronca y aún adormilada-. Sí, dormí de maravilla, aunque no estabas conmigo cuando desperté. 

-Lo sé, bebé, pero debía terminar estos trabajos. Sin embargo, no creas que me he olvidado de ti. 

Jungkook le miró con un gesto confuso, que hizo reír levemente al castaño. 

-Siéntate y ponte cómodo, cariño. Te hice tu desayuno favorito -le dijo el alfa con una sonrisa sincera. 

Jungkook tomó asiento y pronto la mesa cambió totalmente de aspecto. De ser un escritorio un poco desordenado, con papeles y lapiceras por doquier, pasó a ser una mesa digna de un rey, con coloridos manjares que hicieron que el estómago del omega se retorciera. Había frutas, leche, yogurt, jugo de naranja, café, agua y un poco de chocolate. Jungkook comenzó a comer despacio, disfrutando de su desayuno, aunque no se podía decir lo mismo de su lobo. El lazo de tensó un momento, cuando olas de incomodidad y molestia fueron enviadas por parte del azabache. 

-¿Qué pasa, cariño? ¿No te gusta? -preguntó Hoseok un poco desilusionado.

-Sí me gusta -respondió asintiendo con la cabeza-. Es sólo que… no sé si es que podré comer todo esto por mí mismo -admitió con las mejillas coloradas.

-Mi amor, si es eso lo que te molesta, descuida, no debes de comerte todo, yo puedo ayudarte -le tranquilizó el alfa.

Jungkook escuchaba a Jisoo, su mano derecha y secretaria de la empresa, con los labios levemente fruncidos cuando ese sabor amargo de la mañana se instaló en su paladar de nuevo

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Jungkook escuchaba a Jisoo, su mano derecha y secretaria de la empresa, con los labios levemente fruncidos cuando ese sabor amargo de la mañana se instaló en su paladar de nuevo. Esperando su turno para hablar finalmente, el malestar terminó por vencerle. Corriendo tan rápido como pudo se deshizo de su rico desayuno que salió expulsado de su boca como agua que cae de un grifo hacia el retrete de uno de los cubículos de la planta alta de su empresa.

-Diosa mía, Jungkook. ¿Te encuentras bien? ¿Quieres que te traiga un vaso de agua?

Pero las arcadas no le permitían articular palabra alguna, provocando que sus ojos comenzaran a aguarse y su aroma a tornarse agrio. Jisoo, asustada por el estado de su jefe e incómoda por no saber exactamente qué hacer, se limitó a sobarle la espalda despacio.

𝕌𝕟 𝕓𝕖𝕓é 𝕡𝕒𝕣𝕒 𝕖𝕝 𝕚𝕟𝕧𝕚𝕖𝕣𝕟𝕠- ♡HK♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora