Luego de una erótica, divertida y muy plancentera luna de miel en Hawaii, un bebé no hace mal, ¿verdad?.
-.♡.-
Donde Hoseok y Jungkook experimentan el primer embarazo del menor, con todos sus sentimientos nuevos, mareos, antojos, deseos, llantos, ri...
—¿Seguro estarán bien, corazón? —preguntó Jungkook con nerviosismo, observando a sus soles con los ojos opacos.
—Por supuesto, amorcito. ¿Qué puede salir mal? Si este bebé es un angelito —ronroneó Hoseok acurrucando a su cachorro entre sus brazos, dejándole un beso en la cabeza.
—De acuerdo, confío en ti, hyung. Recuerda que hay verduras y carne para almorzar en el refrigerador, hay refrescos y fruta como postre. A Kai le gusta la leche tibia, así que asegúrate de que esté a una temperatura ideal, no quiero que mi cachorro se queme. También juega con él un rato si tienes tiempo por favor, yo regresaré a eso de las tres de la tarde.
—Lo haré y lo haré, conejito. No te preocupes por nosotros, estaremos bien.
—Eso espero —suspiró el azabache tomando a su alfa de la mandíbula para dejarle un largo beso en los labios—. Te amo, cuídense en lo que no estoy. Adiós, mi solecito pequeño, volveré pronto y pasaremos el mejor cumpleaños juntos —le prometió a su cachorro, que reía ante los besos en sus mejillas—. Los amo, ¡adiós!.
—Adiós, mi vida. ¡Suerte en tus reuniones, te amamos! —lo saludó Hoseok antes de que las puertas del ascensor se cerraran frente a sus ojos. Soltó un suspiro sonoro y entonces miró a su cachorro a su lado, que se babeaba los dedos con una sonrisa de encías—. ¿Qué haremos ahora, amor mío?.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El pequeño Kai se encontraba sentado en el suelo dibujando garabatos con sus crayones en el despacho de su padre, que le miraba de vez en cuando mientras continuaba con la corrección de los trabajos de sus alumnos. Luego de calmar a su lobo, que al ver a su cachorro lanzarse de cabeza al piso casi pierde unas costillas en el intento por salvarlo del golpe. Su bebé era un valiente de primera, no le temía al suelo y más de una vez había rodado de cabeza soltando carcajadas en el medio.
El alfa leía y releía las respuestas de una de sus alumnas. Sin embargo, algo no andaba bien, faltaba la hoja intermedia de su examen y no estaban por ningún lado entre sus papeles. Su alfa refunfuñaba molesto y sus manos se movían desesperadas sobre el montón de hojas que ya había revisado dos veces anteriormente.
Diosa mía, ¿dónde está esa hoja? Hace unos segundos la tenía aquí justo a mi lado en el…
El joven alfa se mordió el labio y negó con la cabeza, al caer en cuenta de lo que claramente podría haber sucedido.
—¿Kai? —el menor volteó la cabeza enseguida, deteniendo su manito despacio—. ¿Puedes mostrarme esa hoja? —preguntó poniéndose de pie y acercándose despacio a su cachorro.
El menor le enseñó la hoja a su padre y éste suspiró mientras se restregaba los ojos.
—Pequeño, esta hoja no es para jugar. Es de papá y la necesita para trabajar —explicó tomando el colorido y garabateado papel con sus manos, llevándolo luego hacia su escritorio.