Luego de una erótica, divertida y muy plancentera luna de miel en Hawaii, un bebé no hace mal, ¿verdad?.
-.♡.-
Donde Hoseok y Jungkook experimentan el primer embarazo del menor, con todos sus sentimientos nuevos, mareos, antojos, deseos, llantos, ri...
—Hobi, mi corazoncito —canturreó Jungkook con una alegría inminente, liberando sus feromonas dulces mientras sus brazos se enrollaban apenas en la espalda de Hoseok y éste cargaba el lavarropas.
—¿Qué necesitas, bebé? —preguntó el alfa con una sonrisa, cuando acabó con su tarea, cerrando la puerta de la máquina, tocando luego el botón para dar inicio al lavado de esa mañana.
—Alfa, tengo hambre y… a menudo tengo deseos de comer cosas extrañas —confesó el omega un poco avergonzado; bajando la cabeza cuando su mayor le tomó gentilmente por la cintura, al recordar la mañana en que de repente deseó comer un helado acompañado de un café dulce.
El lobo alfa, al escuchar tales palabras por parte del omega, aulló feliz y fuerte, enviando olas de entusiasmo mezclado con cierto encanto por lo adorable que se veía el azabache con las mejillas coloradas.
—Aigoo, ¿por qué no me dijiste que tus antojos habían comenzado, conejito?.
—Es que, hyung, son extraños y aparecen a cualquier momento del día. Además de que muchas veces son alimentos poco sanos.
—Pero, Googie, mi vida bonita, no está mal salirse de vez en cuando de la rutina. Sabes que la doctora dijo que a partir del tercer mes estas cosas iban a comenzar a suceder más seguido. Tú sólo debes decirme y yo te prepararé o compraré o llevaré a comer al lugar que gustes.
—Entonces —se animó a decir mirándolo finalmente a los ojos—, ¿podemos ir a almorzar en el centro comercial? —preguntó con un brillo especial en sus orbes de bambi, que lograron conmover al mayor y su alfa.
—Por supuesto que podemos ir. Todo sea por la felicidad de mis bebés —sonrió el castaño, a lo que Jungkook chilló emocionado y le llenó el rostro de besos—. Anda, cariño, ve a cambiarte para nuestra cita de hoy.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cuando el alfa estacionó el auto, Jungkook estaba tan emocionado que parecía un cachorro de apenas seis años. Su entusiasmo hacía que el lazo se tensara y aflojara con cada espasmo de felicidad que invadía su sistema de vez en cuando. Tal era la alegría del menor que casi olvidó ponerse su mascarilla, pero por suerte Hoseok alcanzó a atraparlo en un gesto divertido.
El día estaba soleado pero levemente templado, la primavera todavía estaba dando sus anuncios de llegada y eso podía reflejarse en el rostro iluminado de Jungkook. Su lazo ahora se sentía más fresco y flojo que durante los meses de crudo invierno, donde el azabache lo único que quería era estar acurrucado y abrigado junto a su alfa. La doctora Lee ya se lo había dicho a Hoseok; su omega se pondría de mejor humor cuando el calor llegase, entonces el menor estaría más cómodo y relajado. Y Hoseok sonrió por debajo de su cubrebocas, cuando Jungkook le tomó del brazo y lo arrastró con entusiasmo a lo largo de todos los pasillos.
Luego de un pequeño paseo en las tiendas, el joven matrimonio se detuvo frente a los puestos de comida rápida del patio de comidas. Jungkook veía todas las imágenes de posibles platillos y de sólo imaginar lo que ordenaría, la boca se le hacía agua.
—Bien, ¿qué quieres comer, amorcito?.
—Quiero una hamburguesa mediana con papas, sprite y…
—¿Sprite? ¿No decías que no era del todo tu agrado?.
—Sí, pero ahora quiero Sprite —admitió con las mejillas coloradas.
—De acuerdo —sonrió bonito el castaño—. ¿Algo más, bebé?.
—También quiero un helado y un ramen.
—Tus deseos son mis órdenes, mi cachorro.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Hoseok estaba, honestamente, asustado. Jamás había visto a su esposo tan hambriento y menos comer con el desespero de ahora. Sin embargo se notaba a leguas que el omega lo estaba disfrutando por completo; porque sus feromonas dulces podían percibirse claro y perfecto, cada vez que el azabache degustaba otro bocado de su hamburguesa o el sabor de las papas fritas se colaba entre sus papilas gustativas. El pequeño bowl de ramen ya estaba vacío con los palillos dentro y a un lado de la mesa.
—¿Te vas a comer eso? —le preguntó el omega con las mejillas hinchadas y la boca manchada de aderezo.
Hoseok sonrió apenado y sin pensarlo dos veces le entregó su hamburguesa de pollo, apenas tocada por tres mordidas, junto a sus papas fritas. Y mientras Jungkook degustaba el almuerzo de su esposo, el alfa no paraba de ronronear ante la vista.
Tan adorable. Podría comérmelo a besos aquí mismo.
Los ojitos de Jungkook se abrían grandes, sus labios formaban un pequeño puchero y sus mejillas abultadas se movían arriba y abajo, conforme sus dientes mascaban con parsimonia la comida chatarra de su boca.
—¿Quieres que te compre otra hamburguesa, mi vida?.
Jungkook quería y su lobo también. Pero tenía miedo de terminar vomitando todo o que las personas voltearan a verle mal.
—N-no, amor. Estoy bien.
—¿Y el helado? ¿No íbamos a comerlo juntos?.
—Sí, pe-pero, ¿podemos comerlo afuera o mientras paseamos?
—¡Claro! Sólo deja que te limpie, omega bonito —sonrió el alfa tomando una servilleta para limpiar el labio de su esposo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Las tripas de Jungkook sonaron fuerte en la sala del penthouse, haciendo que la pareja se viera obligada a romper su sesión de besos. Hoseok, que hacía lo mejor por no soltar una carcajada, y Jungkook que llevaba las manos a su barriga en un débil intento por calmar el ruido escandaloso de su cuerpo, se separaron un poco apenados. De repente, el alfa sintió un tirón en el lazo, proveniente del omega que se removía inquieto y enviaba olas de incomodidad y ansiedad.
—¿Más antojos? —le preguntó Hoseok con voz dulce, llevando su mano izquierda a la barriga pequeña de su omega, que tenía las mejillas y orejas coloradas y que asentía tímido con la cabeza—. ¿Qué quieres comer ahora, conejito?.
—Hyung, quiero sandía y una ensala de frutas con chocolate.
Y tanto Hoseok como su lobo entraron en pánico esa tarde, cuando al abrir el refrigerador se dieron con que no había sandía en casa para su omega.
Iré al supermercado en este instante. Mi conejito no se quedará sin saciar su antojo de sandía y frutas.