Baby shower

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Veinte… veintiuno… veintidós… veintitrés… 

A Hoseok le gustaba contar los besos que regaba en todo el rostro y cuello de su esposo. Le gustaba hacerlo lento, profundo y ruidoso, de forma tal que pudiese deleitarse con la deliciosa y nívea piel de su omega, que le mostraba el cuello y se retorcía debajo suyo con una sonrisa de conejito. Y es que los labios del alfa apretaban su piel de forma tan dulce y parsimoniosa que el omega no podía evitar soltar suspiros cuando su castaño le besaba con tanto esmero. 

El mayor contó treinta y cinco besos cuando llegó al hombro izquierdo descubierto de su esposo y bajó con un tren de besos hacia su mano, que Jungkook levantó apenas y Hoseok la sostuvo hasta llevarla a sus labios y así dejar un último beso en el dorso. 

—Mi omega, mi esposo precioso —decía entre besos el mayor sin soltar la mano de su pareja, que ahora era víctima del dulce acto del alfa. 

Hoseok admiraba a su marido con ojos brillantes, y es que Jungkook se veía como un rey cuando otros miembros de la corte le besaban en la joya de su anillo a modo de respeto y saludo. Sentado con las piernas sobre el sofá, el omega se dejaba hacer mientras su alfa le susurraba palabras amorosas en el oído. Desde aquella vez en la biblioteca, Hoseok se esmeró en dejar papelitos con escritos románticos por todos los rincones de la casa en los que su esposo se paseaba. 

La sala olía indudablemente a feromonas de alfa y omega mezcladas perfectamente, cuando sus labios hacían una melodía de chasquidos, sus pechos se calentaban ante el tacto del otro y su lazo, rojo y tibio por el sin fin de emociones serenas que le golpeaban lado a lado, se aflojaba a su máximo punto. 

El alfa castaño se separó levemente de los labios de su omega, con la boca húmeda listo para besarlo de nueva cuenta, pero el sonido del ascensor hizo que, al contrario, soltara un gruñido con los dientes apretados. 

¿¡Quién se atreve a interrumpir mi tarde de besos con mi esposo!? ¿No pueden esperar hasta mañana?.

—Alfa, ¿puedes ver de quién se trata? —le preguntó su marido con voz gentil, un poco asustado, provocando jalones en su pecho. 

—Vengo enseguida, mi bebé —susurró a modo de respuesta, robándole un último piquito. 

Con pasos pesados y echando humo por las orejas el castaño se encaminó hacia la entrada donde se encontraba Seokjin con su pequeña hija en brazos y varias bolsas en mano. El omega mayor se quitó los anteojos de sol con elegancia, girando su mano levemente antes de tomar el marco de los mismos entre sus dedos y llevarlos a su cabeza. 

—¡Hoseokie! ¿Cómo has estado? Hace mucho que no nos vemos —saludó Seokjin con voz alegre y una gran sonrisa, adentrándose en la casa de su amigo—. Ten, alfa, sostén esto por favor —pidió mientras le entregaba todo el manojo de bolsas al castaño, que tuvo que hacer piruetas para que ninguna cayera al suelo. 

Hoseok soltó otro gruñido casi inaudible, cargando con todas las bolsas que su amigo le tiró encima como si nada. 

—Afa —dijo su sobrina de apenas tres años, Jiyu, entregándole una bolsita al igual que su padre. 

Seokjin entró por fin en el hall del penthouse y con calma caminó hacia el sofá donde Jungkook se encontraba sentado, acariciándose el vientre. 

—Cariño, ¿cómo estuviste? —le preguntó el mayor cuando le abrazó con cuidado al igual que su pequeña.

—Muy bien, Jin hyung —sonrió el menor desde su lugar. 

—Ya estás en tus últimos meses, no falta mucho. ¿Has sentido cansancio?. 

𝕌𝕟 𝕓𝕖𝕓é 𝕡𝕒𝕣𝕒 𝕖𝕝 𝕚𝕟𝕧𝕚𝕖𝕣𝕟𝕠- ♡HK♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora