Avalancha de emociones

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Jungkook reía a mandíbula abierta, estremeciéndose en la cama y soltando grititos mientras Hoseok le soplaba la panza con cariño, sintiendo a su lobo aullar ante las carcajadas de su omega y a sí mismo completamente lleno en ese momento. La habitación ahora olía a una deliciosa esencia de caramelo, vainilla, chocolate y leche.

-Yah, hyung -chilló el omega cuando el aire terminó por faltarle.

Hoseok soltó una risita y con cuidado se acercó a los labios de su pareja, para dejarle unos besos en los labios y luego mirarle a los ojos con encanto.

-Eres tan hermoso, mi vida -susurró con voz dulce, corriéndole unos mechoncitos de cabello que cubrían su frente.

Las mejillas del omega azabache se tiñeron de un tímido carmín en segundos, provocando un remolino de emociones en el joven alfa.

Tan bonito y adorable.

-Me encantas.

-Y tú a mí, corazón.

Con sonrisas bobas se acercaron de nueva cuenta, para robarse un beso pequeño, acompañado después por otro esquimal.

Hoseok estaba envuelto en llamas

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Hoseok estaba envuelto en llamas. Debía terminar de lavar los trastes pronto para luego fregar la sala y finalmente sentarse a completar planillas de la escuela que debía entregar en dos días.

-¡Jung Hoseok! -gruñó su azabache entrando en la cocina, llamando inmediatamente su atención-. ¿Cuántas veces debo decirte que no debes poner la secadora muy fuerte?. Hay tres prendas rotas ahora.

-Bebé, lo lamento, no presté atención cuando la puse a secar -se excusó honestamente el alfa, bajando la cabeza y las orejas.

-Que no vuelva a suceder, por favor.

-¡Hoseok! La cocina está toda sucia y ahora debo limpiarla solo

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-¡Hoseok! La cocina está toda sucia y ahora debo limpiarla solo. ¿Que no te fijas en cómo dejas las cosas luego de utilizarlas? Siempre soy yo el que debe hacer todo el trabajo bien al final -exclamó molesto el omega, cuando su marido trabaja en la computadora, provocándole un desconcierto total.

Hasta hacía unos minutos, Jungkook tenía el mejor de los humores. Lo tenía acorralado en una de las sillas del comedor mientras le comía a besos los labios y el cuello. Ahora su omega tenía un humor de perros y no paraba de gruñir cada vez que le hablaba. Hoseok intentaba convencerse de que tal vez se debía a su embarazo, pero si debía ser sincero le dolía estar escuchando quejas y reclamos cada vez que hacía una cosa mal.

𝕌𝕟 𝕓𝕖𝕓é 𝕡𝕒𝕣𝕒 𝕖𝕝 𝕚𝕟𝕧𝕚𝕖𝕣𝕟𝕠- ♡HK♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora