Madrugada

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Hoseok se volteó en la cama y al no sentir el cuerpo de su esposo a su lado, su lobo alzó las orejas al instante. Sus ojos cafés se abrieron enseguida, buscando por la oscura habitación rastros de su omega. Su corazón se aceleró y su nariz no tardó en inhalar profundamente. 

¿¡Dónde está!? ¿Se habrá ido a ducharse? Diosa mía, espero que no se haya caído. 

Con su lobo lloriqueando e inquieto por no saber el paradero de su esposo, Hoseok ingresó en su baño sin encontrar rastro de su omega. Salió de su habitación olfateando todo a su alrededor con su lobo atento a cualquier aroma que sea ajeno a su hogar. Cuando llegó a la sala, pudo ver la luz de la cocina encendida, de donde provenía un extraño sonido. Agudizó su oído y olfateó disimuladamente percibiendo el aroma dulce de la leche materna. El castaño se acercó apenas a la entrada de la cocina, donde tenía una vista perfecta de su esposo chupándose los dedos luego de degustar un paquete de galletas de chocolate. Su lobo entendió entonces el por qué de la satisfacción de su omega a través del lazo y ronroneó enamorado para sus adentros.

—¿Mis bebés tienen hambre? —preguntó cruzado de brazos desde su sitio, provocando que el omega se sobresaltara y quitara su dedo índice de la boca. El alfa rió divertido, adentrándose en la cocina, donde la isla era un desastre de papeles, cubiertos sucios, envases de lácteos y frutas aún intactas. 

—Un poco —confesó tímido el menor con las mejillas coloradas y la mirada baja. 

Hoseok sonrió y besó la frente de su esposo con delicadeza. 

—¿Otra vez sin poder dormir, cariño? —le preguntó con voz dulce, llevando sus manos hacia la cintura de su esposo.

Jungkook llevó sus brazos hacia el cuello de su esposo, asintiendo un poco con su cabeza. 

—¿Qué te ocurre, mi vida? ¿Hay algo que no te deje dormir?. 

—Creo que… es ansiedad. Sé que mi parto será pronto y estoy asustado, Hobi hyung. No sé qué pasará, si saldrá bien, si dolerá, si no dolerá o... no lo sé —soltó todo muy rápido, ahogando un sollozo. 

—Ey, mírame, conejito —le susurró con voz dulce, liberando de sus feromonas cuando las agrias del omega invadieron toda la habitación—. Todo saldrá bien, ¿de acuerdo? Yo estoy aquí para ustedes y juntos podremos hacerlo. Entiendo que estés asustado, yo igual lo estoy porque no sé muy bien cómo es que debo actuar, pero confío en que si estamos juntos todo estará en orden. Hemos pasado estos hermosos ocho meses de maravilla y tengo esperanzas de que así será dentro de poco. Tú eres mi omega, eres Jeon Jungkook, el primer y único omega empresario millonario de Corea y el más hermoso y él más valiente que mi alfa haya conocido. Tú puedes con esto, conejito, yo también puedo y juntos podemos llegar incluso más lejos. Yo seré valiente, por ustedes, lo prometo, yo velaré por ustedes. 

Jungkook sentía que el corazón se le saldría del pecho y sin poder contenerse más, recargó su rostro en el pecho del alfa, mientras éste le besaba los cabellos meneando sus cuerpos lentamente y le acariciaba la cintura con sus dedos pulgares. El omega levantó la cabeza, mirando al alfa con ojitos brillosos y grandes, el castaño comprendió lo que quería y sin más rodeos le besó intensamente en los labios; como si con aquel gesto quisiera prometerle a su esposo que todo estaría bien. Hoseok besó a Jungkook en los labios, el mentón, los labios de nuevo, la nariz, la frente, la cabeza y ambas mejillas, terminando aquella pequeña sesión de mimos con un besito esquimal que hizo reír al omega. El bebé pateó fuerte ante el sonido, convirtiendo la sonrisa de conejito de su madre en una mueca dolorosa. 

—Pateó muy fuerte.

—Sí —jadeó el omega llevando su mano izquierda hacia el vientre, respirando profundo en un intento por calmarse.

Hoseok se agachó hasta quedar de rodillas frente al vientre de su esposo, posando sus grandes manos con delicadeza sobre la tela fina del pijama del menor. 

—Koobi, soy papá, ¿qué es eso de patear así de fuerte a mami? Dijimos que íbamos a ser cuidadosos, ¿no es así? Por favor no lo vuelvas a hacer, a mami le duele y créeme que no es lindo verlo sufrir —dijo con voz dulce a su cachorro. 

Jungkook sonreía tímido, acariciando los cabellos suaves y castaños de su esposo, quien se puso de pie y le miró a los ojos devolviéndole el gesto. 

—¿Qué te dijo?. 

—Que ya no lo hará de nuevo —sonrió el mayor, con su lobo batiendo la cola. 

Jungkook le tomó de la mandíbula y lo acercó a su rostro para robarle un par de besitos, que hicieron al alfa aullar como cachorro. 

—Alfa, hay algo que quiero mostrarte —le susurró el azabache con una sonrisa cerca de sus labios. 

—¿Qué es, amorcito?.

—Una sorpresa, pero debes cerrar los ojos. 

—¿Y por qué hablamos en susurros? —preguntó el curioso alfa con una sonrisa traviesa que contagió a su esposo.

—Porque es un secreto, corazoncito. 

Hoseok asintió entonces y cerró sus ojos, tomando las manos de su omega, que le guió hasta afuera de la cocina. Jungkook caminó hasta el final del pequeño pasillo y dobló en la derecha donde había una tenue luz encendida. Abrió la puerta de la biblioteca despacio y sin soltar las manos de su mayor lo llevó hacia ese pequeño rinconcito que olía indudablemente a ambos, frente al gran estante repleto de libros. El alfa arrugó la nariz al percibir su aroma mezclado con el de su omega y cuando abrió los ojos su corazón se aceleró desesperado. 

—Amor tú… tú hiciste… un nido —dijo cuando al fin pudo articular palabra. 

—Ujum, cuando no podía dormir el mes anterior, venía aquí con prendas de ambos y algunas sábanas. Aquí es más pequeño que nuestra habitación, pero es más cálido, corazón —explicó Jungkook mientras se arrodillaba despacio para acomodarse entre las sábanas del pequeño colchón en el suelo, bajo la atenta y aún atónita mirada del castaño—. ¿Vas a venir conmigo, alfa?. 

Hoseok parpadeó un par de veces, sonriendo apenas cuando se quitó el calzado e ingresó en el pequeño nido de su esposo. Sabía que debía ser cauteloso, puesto que un omega podía ser muy territorial con los nidos que hacía mientras estaba encinta y eso debía respetarlo. Sin embargo Jungkook permitió que se recostara a su lado y le tocara el vientre con su mano bajo las sábanas. 

—¿Sabes, amorcito? Este lugar me gusta más que nuestra habitación. Se siente más privado y es también un sitio que hace que quiera mimarte ahora mismo —confesó el mayor con voz baja cuando un instinto de su lobo intentaba apoderarse de su racionalidad. 

—¿Puedes hacerlo? ¿Puedes hacernos masajes en las piernas y pies? —preguntó el omega en el mismo tono de voz, mirándolo por sobre su hombro. 

—Por supuesto, conejito —sonrió el mayor, antes de besarlo con cariño en la mejilla—. Una sesión de masajes y mimos será. 

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🦋Peri♡~

𝕌𝕟 𝕓𝕖𝕓é 𝕡𝕒𝕣𝕒 𝕖𝕝 𝕚𝕟𝕧𝕚𝕖𝕣𝕟𝕠- ♡HK♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora