La mas pequeña de las hermanas Cooper ha vuelto al pueblo luego de casi un año de ausencia. La reina de Riverdale High regresa más peligrosa que nunca, junto con un mar de secretos tras ella que ocultan la nueva oscuridad que alberga su ser. Un peli...
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Las plataformas de charol se clavan en el suelo como si quisieran partirlo con cada paso, causando un estruendoso sonido que alertaba a todos de su presencia. Los estudiantes se apartaban chocando contra los casilleros al verla con ese fuego en sus ojos.
Nadie quiere atravesarse en el camino de ese dragón, o podrían terminar hechos cenizas.
Las puertas dobles del vestidor de chicas se abrieron con un golpe brutal sobresaltando al grupo de chicas más cercanas a la entrada. Sus ojos escanearon el lugar hasta clavarse en la espalda de la pelirroja.
–¡¿Qué demonios es esto, Cheryl?! –rugió con el móvil en alto y la ira borboteando en sus venas. En un par de zancadas ya estaba frente a la Blossom con la mejillas rojas y sus ojos bicolor lanzando dagas.
Todas en ese vestuario habían quedado enmudecidas ante la llegada de la reina blanca. La atención de todas estaba puesta sobre ella y la reina roja. No importaba. Estaba demasiado molesta como para que el tener público le importara.
–Oh, veo que ya te enteraste... –dijo en completa tranquilidad, sin apartar la mirada del pequeño espejo de su casilla mientras terminaba de aplicarse el labial color cereza sobre la carnosidad de sus labios. –¿O acaso ya lo sabías? Supongo que no, ya que me lo habrías dicho enseguida y no me hubiese tenido que enterar por rumores. ¿No es cierto? –preguntó desdeñosa al fijar su mirada en ella a través del espejo.
Roxy avanzó un paso más.
–Es a mi hermana a la que estás amenazando. –gruñó entre dientes.
–Y mi hermano el que está muerto por esa lunática.
–¡¿Cómo puedes siquiera sugerir algo así?! –exclamó indignada. Las aduladoras que hasta el momento habían estado junto a la pelirroja se apartaron despavoridas como gacelas al escucharla rugir. –Detén esta casería, Cheryl.
–Es muy tarde para eso.
El estruendo del metal al cerrar la casilla cortó el denso silencio que sus palabras precedieron. Se volteó hacia su mejor amiga. El movimiento de su cuerpo hizo que su melena de sangre se moviera junto a ella como un látigo. La observó por un momento, viendo en ella a la chica que amaba como a una hermana, pero que no lo era. Por ello en ese momento su lealtad no estaba con ella sino con su adorado hermano aunque eso tuviera que separarlas. Le dolía pensar en las consecuencias de sus actos, pero el amor que sentía hacia su hermano le gritaba que debía hacer lo que fuera para vengar su muerte. Y si de verdad Poly era la culpable, no descansaría hasta hacerla probar el infierno con sus propias manos. No importaba a quien tuviera que perder en el proceso.
Y pensando tomó la postura más fría que pudo, esa que a los Blossom se les da tan naturalmente, y se plantó frente a ella dejando menos de un metro separándolas. Ni una intimidaba a la otra, pero la furia que sentían entre ellas era suficiente para crear un aura terrorífica. La tensión era abrumadora. Su presencia no le intimidaba en lo absoluto. No como a todos los demás. Nadie hablaba o respiraba demasiado por el temor de acabar con la paciencia de las reinas y que la fijara como blanco. Nadie quería ser su blanco.
