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Esa noche no volvió a su casa, pero tampoco pasó la noche en Thornhills

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Esa noche no volvió a su casa, pero tampoco pasó la noche en Thornhills.

Después de lograr que la pelirroja lograra tranquilizarse, había abandonado las instalaciones de la preparatoria con la mente en blanco. Caminaba como un robot a quien le había predeterminado la ruta a seguir, de manera automática y sin verdadera conciencia de sus pasos, pero no quería detenerse. Y no lo haría.

La pequeña Cooper caminaba por las solitarias calles de la parte oscura de Riverdale, el afamado lado sur. El lado de los marginados, pandilleros, drogadictos y la cuna del narcotráfico en Riverdale. Pero ¿Qué hacia una niña como ella en esos lares? Ni ella misma lo sabía. Lo único que sabia era que no quería volver a su casa esa noche, no estaba de humor para soportar los gritos de su madre esa noche.

Quería estar en un lugar en el que pudiese ser ella misma y no ser juzgada por eso, un lugar en el que poder desahogarse y escapar de su vida llena de drama e hipocresía. Un lugar como el Whyte Wyrm.

El bar más popular del lado sur, la cueva de las serpientes lucia como eso; una cueva.

Oscura, sinuosa...sucia. Pero, sobre todo, lucia acogedora de una manera familiar que no podía describir, porque jamás la había experimentado.

Al entrar por la puerta una mueca de asco se formó en sus facciones al reparar en el fuerte olor del alcohol mezclado con nicotina y otras sustancias que muy seguramente serian el motivo de su muerte cuando su madre las oliera impregnadas en su ropa.

Ignorando los pensamientos que tenia de su madre deslizando el filo de un cuchillo por su garganta, camino con dirección a la barra del lugar.

-Vaya, hola ángel – saludó una voz masculina a su lado - ¿Qué es lo que trae a una bella norteña por estos lares?

- ¿Qué te hace pensar que soy una norteña? -Ella sabia perfectamente que muchos -por no decir la mayoría -en el pueblo la conocían como una de las hijas de la perfección, pero estaba curiosa de escuchar su respuesta.

Mientras, se dedico a observarlo por primera vez. Estaba de pie apoyando su peso sobre su codo en la barra de forma casual y despreocupada. Era alto, demasiado y sus ojos, al igual que su cabello, negros como el carbón la escaneaban completa y sin descaro alguno.

-Bueno linda, lamento decirte que tu gritas norteña por cada poro de tu hermoso cuerpo -una arrogante sonrisa se formó en los labios de la rubia antes de llevar la boquilla de cerveza a sus labios -Ah, ya entiendo. Estas molesta con mamá y papá y este es tu acto de rebeldía

No pasó desapercibido para la rubia la repentina intrusión a su espacio personal, cuando el chico azabache se le acercó tanto que su cuerpo rozaba contra su pierna y como su mano fue poco a poco invadiendo esa zona en una caricia casi imperceptible.

-Si quieres yo puedo ayudarte a ser rebelde -le susurró con voz ronca que casi hace a la rubia tener un escalofrió -casi-

-Déjala en paz, Sweet Pie -una voz femenina ordenó tras él. Una chica morena con rasgos latinos y cabello rosa los observaba con diversión- Esta princesa podría mandarte a la cárcel en un parpadeo ¿o debería decir Reina? -los ojos de Sweet Pie ahora clavados en ella de una manera diferente, curiosidad- Eres tú ¿no? A la que el lado norte llama la Reina Blanca.

WHITE QUEEN  | RiverdaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora