Dorian Fleyman seguía con la mirada cada movimiento que su hermano hacía sentado en el mullido sillón del living.
Podría ser su gemelo perfecto, de no ser por la piel más dorada y el pendiente que colgaba en su oreja derecha.
También estaba el tema de su aspecto algo desgarbado, sin embargo recordaba que Luca le había informado que se dedicaba a robar partes de autos, por lo que entendió el motivo de su aspecto.
—¿En verdad eres millonario?—preguntó su doble casi perfecto revolviéndose en el sillón, el cual desprendía sonidos vergonzosos con cada movimiento.
—Si, bueno soy el dueño de mi propia empresa de tecnología, así gano dinero. ¿Tú a qué te dedicas?—preguntó con uno encía el millonario.
Sin bien, él ya conocía la respuesta, quería saber qué tan honesto era su hermano, cuánto podría llegar a confiar en él y por sobre todo, cuánto de su pasado pretendía ocultar de él.
La pregunta pareció incomodar a Aiden, quien comenzó a juguetear con su pendiente mientras mordisqueaba su labio inferior. El millonario comprendió que estaba sopesando una respuesta.
Para sorpresa de ambos, él decidió hablar con plena honestidad, algo a lo que Dorian no estaba acostumbrado por completo.
Después de todo, la única mujer que creía, no le mentía, resultó hacerlo para evitar lastimar su corazón.
Si tan solo Daphne Moon supiera que su corazón estaba destrozado ante la idea de una vida en total ausencia de ella, sin haber tenido la posibilidad de despedirse siquiera.
—Bueno, a riesgo de que me saques a patadas, mi trabajo no es legal. Quedé huérfano a muy corta edad y me las arreglé como pude viviendo en las calles. No es excusa, ya lo sé, pero de algo debo comer—respondió finalmente Aiden, atrayendo la atención de Dorian, quien se había perdido en el recuerdo de Daphne.
Aquellas palabras aplacaron la tensión que sentía el millonario en los músculos de todo su cuerpo.
—Puedes trabajar en mi empresa si quieres—propuso Dorian, apiadándose de su hermano.
Al instante se había arrepentido, después de todo no conocía al hombre frente a él, sin embargo ya era tarde y las palabras habían salido de su boca.
No había forma de retractarse.
—¿De verdad podría? Nunca pude estudiar, por lo que sé hacer muy poco. ¿Aún así la oferta sigue en pie?—preguntó con cautela Aiden.
En los labios de Dorian se dibujó una sonrisa amable antes de comenzar a hablar.
—Tengo gente que se graduó en las mejores universidades del mundo, y aún así no saben ni siquiera preparar café—contestó el millonario, el humor bailando en sus ojos.
Aiden sonrió en respuesta, contento por su nueva oportunidad de trabajo.
Fue entonces que no pudo evitar pensar que quizás todo estaría bien en su vida por fin, que nada saldría mal ya que tenía todo lo que deseaba.
«Pero no la tienes a ella» se recordó a sí mismo, ante el recuerdo de unos ojos tan oscuros como la noche inmoral.
—¿Daphne es mi cuñada?—habló Aiden, como si fuera capaz de leer sus pensamientos, al igual que lo hacían Luca y la hermosa mujer cuya piel era color luna.
—No, ella es una especie de amiga—contestó el millonario, sus mejillas comenzando a arder por vergüenza ante el recuerdo de la noche en el motel.
El muchacho frente a él, notó el rubor cubriendo sus mejillas, lo cual arrancó una sonrisa aún mayor de sus labios al tiempo que se permitía relajarse un poco en el sillón.
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Besos de Medianoche 2: Caos
DragosteLa agente Daphne Moon es secuestrada por el obsesionado investigador privado, Erick Sowler. Dorian y Luca comienzan su desesperada búsqueda mientras lidian con la llegada de Aiden y la cacería de la agencia, quienes buscan al exiliado agente por inf...