Capitulo 15:

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El ex agente trago duro y respiro profundamente una última vez antes de dar la orden.

—En la esquina de Little... en quince minutos—respondió él, haciendo uso de su juego habitual de palabras.

—Ok—fueron las únicas palabras de confirmación que se escuchó al otro lado del móvil antes de que ella cortará.

La decisión estaba tomada, Luca traería de regreso a Daphne. A cualquier costo.

Cuando volvió a guardar el móvil en su lugar, las miradas intrigantes de las tres personas en la habitación lo avasallaron, pero el hizo su mejor esfuerzo para centrarse.

El reloj de arena había comenzado a correr en su contra, si no tenía prisa y cuidado con sus movimientos, podría quedar sepultado.

Aunque al ladrón le hubiera encantado creer que aquello era una pícara metáfora, no lo era.

—Aiden, necesito que vayas a la esquina de Coffey en el auto de Dorian y recojas a una mujer de cabello rojo. Se llama Meliza—dijo él, su tono una pregunta y petición.

—Entendido—respondió el ladrón, con una sonrisa bailando en sus labios, ante la idea de manejar el reparado Impala de su hermano.

Dorian abrió muy grande sus ojos, al punto de parecer salirse de sus órbitas, pero no dijo nada al respecto... o al menos eso pareció en un principio.

Cuando el atractivo ladrón de cabello invernal, pasó a su lado con actitud jovial, el millonario lo detuvo con brusquedad, aferrándo con fuerza por la parte trasera de su remera.

—¿Acaso enloquecieron todos en esta habitación?—increpó Dorian, su mirada errática viajando entre Aiden y Luca—Primero que nada, tu no sales del aparato y menos aún con mi auto—finalizó mirando a su hermano.

—No tenemos tiempo para esto. Con cada segundo que pasa Daphne corre más peligro, incluso nosotros y la persona que nos ayudará—respondió el hombre de mirada tormentosa.

—Iré yo en su lugar. Sé que no te importa, pero no quiero exponerlo a los malditos matones con un cartel luminoso—expuso furioso el millonario, sus poderosos caninos apretados con tanta fuerza que parecían a punto de estallar.

Eran pocas las veces que Dorian era visto así, tan salvaje y desquiciado.

Ni el mismísimo diablo se atrevería a enfrentarlo en aquel arrebato pasional. Pero Luca era aún peor que el mismísimo lucifer, y al igual que Daphne o Meliza, se había forjado en las llamas del círculo más profundo del infierno.

—Ni por un segundo creas que Aiden no me interesa. Si pudiera iría yo en su lugar, pero las cosas no son así—siseó el ex agente, comenzando a avanzar hacia Dorian, con su penetrante mirada clavada en la suya—El Impala le dará la seguridad de que nadie de quién debamos preocuparnos lo seguirá. Es demasiado llamativo para que un ladrón de partes, buscado por la mafia, lo conduzca con tranquilidad por el centro de la ciudad. Se llama psicología inversa.

Dorian trago duro, sin encontrar ninguna palabra que pudiera utilizar u objetar en su defensa, sin embargo, su mandíbula se mantenía firme y contraída.

Pero a Luca no le importó en lo más mínimo, no cuando finalmente el millonario liberó de su agarre la prenda de Aiden.

El ladrón de cabello blanco como la nieve estiró como pudo la parte trasera de su ropa, antes de proponerse a salir del lugar. Sin embargo, el fuerte y gentil brazo que el ex agente de mirada tormentosa dejo reposar en su hombro lo detuvo, dejándolo inmóvil ante él.

—Cuidate—susurró el chico de los piercings.

La mirada azul océano de Aiden se expandió, mientras sus cejas se alzaban tan alto que parecían rozar el nacimiento de su cabello.

—Si no pensara mal, creería que temes por mi... pero eso es imposible, tu no sientes nada—ronroneó en tono burlón el ladrón, al tiempo que le regalaba un guiño de ojo.

Luca no respondió a aquella pregunta implícita. Aquel no era el momento ni el lugar para tener aquella conversación, menos con Dorian y Elena mirándolos con gestos que iban del asombro hasta la duda.

—Cuidate, por favor—fue lo único que logró salir de su boca.

El chico de cabello blanco como nieve lo observó con una sonrisa ladeada durante varios latidos de corazón, antes de asentir y voltear hacia la salida del lugar. Está vez nadie le impidió el paso.

Cuando finalmente Luca escuchó la puerta principal abrirse, se atrevió a darse la vuelta, solo para encontrar el rostro de Dorian, demasiado cálido y amable, teniendo en cuenta lo que acababa de ocurrir.

Quizás el millonario sabía poco de la vida, el odio, el rencor o la avaricia, pero si de algo estaba seguro, era que entendía más del amor que cualquier otra persona en aquella habitación.

Aquella noche, Dorian Fleyman vio algo más que nadie logró ver, ni siquiera Luca o Aiden.

Pero no dijo nada, a él no le correspondía inmiscuirse en asuntos del corazón de otras personas, suficiente tenía con sus propios dramas y penas.

—Bueno, creo que es mi turno para marcharme del lugar, no tengo nada más que hacer aquí—dijo la armoniosa y perfecta voz de Elena, arrancando a los dos hombres de su ensueño.

Ambos entornaron sus hermosas facciones contraídas de enojo hacia ella. Sin embargo, y para su suerte, la Diosa de oro no se aterró, retrocedió o siquiera se inmutó ante aquellas expresiones.

—Tu no te irás—gruñeron al unísono ambos hombres, cuyos corazones se encontraban rotos a causa de esa misma mujer.

Al notar su mutuo acuerdo, solo les bastó un intercambio descarado de miradas para asentir, llegando nuevamente a un arreglo silencioso.

Con pasos firmes y mirada de hielo, fue Dorian quien se atrevió a acercarse a ella, y pronunciar las palabras.

—No creo ni una mierda la basura que salió de tu boca. Dinos todo sobre ese tal Erick Sowler, no te ahorres ni un detalle—siseo con rabia el millonario.

Cuando finalmente las palabras salieron de sus labios, la sorpresa lo abrumó. Jamás se habría creído capaz de pronunciar semejantes cosas, y menos aún hacia Elena.

Está por su parte, parecía igual de sorprendida y aturdida, mientras pestañeaba para entender si aquello era una pesadilla descabellada o la vida real.

Sin embargo, era el rostro del ex amante el que parecía brillar de orgullo ante la reacción de Dorian.

Por fin, el millonario se había atrevido a abrir la caja de Pandora que guardaba en su corazón. Luca no se podía sentir más orgulloso de haber ayudado a que aquello ocurriera.

Sin embargo, el torbellino caótico de sentimientos que se guardaban en aquella caja no estaban ni cerca de acabar de salir.

De esto se daría cuenta Luca demasiado tarde.

Besos de Medianoche 2: CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora