Cuando Dorian finalmente detuvo el motor rugiente de la hermosa moto, Elena bajó casi al instante, sintiendo que su cuerpo temblaba como una hoja.
Era la primera vez que el millonario conducía un vehículo tan poderoso como ese, y para desgracia de la hermosa diosa de oro, era su primer paseo en moto. Una mala combinación.
Pero Dorian tenía la mente demasiado enfocada como para importarle la reacción de Elena, más aún luego de haber conducido la moto de Daphne, sintiendo una increíble conexión con el vehículo y la hermosa agente de mirada nocturna.
—¿Qué piso es?—escupió Dorian avanzando a gran velocidad por la entrada principal del edificio.
—Trece—susurró la hermosa mujer de cabello color oro y rostro demasiado pálido, deslizándose detrás de él al ascensor.
En el instante que las puertas metálicas se cerraron, el ambiente se volvió más denso e incómodo.
Meses atrás, ambos habían estado enrollados el uno en el otro, mientras se unían en apasionados besos.
Sin embargo allí estaban, ella desbordando de culpa y el de odio, dos sentimientos que meses atrás eran inconcebibles en sus corazones.
—Lo lamento—comenzó a decir Elena mordisqueando su labio inferior—, por todo. Jamás quise que llegara a ocurrir todo esto.
—¿Alguna vez me amaste, Elena?—soltó Dorian, con su mirada oceánica clavada en el frente.
La hermosa Diosa de oro tragó duro, mientras intentaba reunir las fuerzas necesarias para entablar aquella dolorosa conversación.
—Me enamore de la forma en que me trataba y cuidabas, como si realmente valiera algo—comenzó a decir ella, sintiendo sus mejillas arder por la vergüenza—. Pero siendo honesta, no te amaba a tí, no como tú lo hacías o como ahora amas a Daphne y ella a tí.
La mirada oceánica del hermoso millonario se volvió hacia ella; por un momento Elena sintió miedo de no ser lo suficientemente fuerte para enfrentarse a él, sin embargo no era un enfrentamiento lo que Dorian buscaba, en realidad él quería paz.
—¿Porque nunca fuiste honesta conmigo?—preguntó él, sin recelo ni reproche en su tono, sólo la más pura de las dudas.
—Al principio era divertido tener a un hombre tan hermoso y poderoso como tú a mis pies... pero conforme comencé a conocerte, no me atreví a decírtelo por vergüenza—susurró ella mordisqueando su labio—. Luego te vi con Daphne, y note la forma en que ambos se miraban... sentí celos de eso, del amor que ambos sentían, algo que yo no podía tener.
—Jackob te amaba—susurró Dorian, mientras sopesaba las palabras de la Diosa de oro.
Elena suspiró, mientras pasaba una mano por su cabello color oro.
—Lo sé, pero a diferencia de tu amor, el de él es posesivo, semejante a un veneno—explicó ella y calló.
Dorian guardó silencio durante varios segundos antes de volver a abrir la boca, con la mirada clavada en ella dijo:
—Te mereces todo ese amor que te gustaría recibir, aprende a dártelo porque nadie más podrá hacerlo si tú no crees merecerlo—susurró Dorian con una media sonrisa en sus labios.
Honestidad y perdón, para la mujer que una vez amó tanto que lo hizo llegar a la cima del mundo.
Elena lo observó, con su mirada esmeralda repleta de lágrimas que no cayeron.
Ninguno de los dos volvió a decir una sola palabra hasta que las puertas del ascensor se abrieron, e incluso cuando estás revelaron el estrecho corredor, ambos comenzaron a avanzar hacia el apartamento de Erick en completo silencio.
La puerta estaba cerrada, sin embargo cuando la hermosa Diosa de oro deslizó las llaves en la cerradura, la puerta continúa del lugar se abrió, revelando nuevamente a la amable anciana de la última vez.
—¡Hola querida! Esperaba con ansias tu regreso—dijo la mujer con tono cantarín saliendo de su casa para acercarse a ellos.
Tanto el millonario como su acompañante, se volvieron hacia ella con sonrisas forzadas en sus rostros, estaba claro que no estaban de buen humor como para sonreír.
Mientras la anciana acortaba la distancia que los separaba, ellos comenzaron a recrear en su mente las mentiras que le dirían para mantener en pie la pantalla.
—Buenas noches.. disculpe si molesto, es que mi hermano quería ver si podía obtener alguna pista del paradero de Erick en el departamento—dijo Elena, colocando una sonrisa amable en su rostro mientras dejaba caer su mano deliberadamente a la altura de su barriga.
Dorian envolvió un brazo alrededor del hombro de "su hermana" mientras extendía una mano hacia la anciana a modo de saludo.
—Hola, un gusto mi nombre es Dorian—explicó el con simpati—. Cómo dijo Elena, vine a buscar pistas para hallar a mi cuñado e intentar dialogar con él... la vida es muy dura para que mi sobrina crezca sin un padre.
La anciana asintió con satisfacción ante las palabras dichas por el millonario y la muestra de apoyo hacia su hermana.
—Estás en lo correcto, Dorian... por desgracia hacen falta más hombres como tú—comenzó a decir la anciana, mientras una sonrisa de gato afloraba en sus labios—. Sin embargo, creo tener una pista muy buena para encontrar a su fugitivo.
La anciana rió al pronunciar la palabra fugitivo, sin embargo ambos se quedaron en shock, con la respiración contenida y el corazón acelerado, aguardando a oír la respuesta de la anciana.
»—El vino hace unas horas al departamento en busca de ropa y documentación—ronroneo la anciana—, como sabía que si lo acusaba de ser un abandonador de hogares no obtendría nada importante, comencé a hablar con él intentando soltarle la lengua.
Felicidad, alegría y palpable orgullo revestían las palabras de la anciana de rostro amable, mientras que Dorian y Elena permanecían rígidos, de piedra, escuchando con suma atención cada palabra que salía de sus labios.
—¿Qué le dijo?—logró articular la Diosa de oro con la garganta seca.
»—Al parecer se está quedando en una pequeña cabaña de cazadores al sur, en la periferia de la ciudad... según dijo está cerca del lago de las lágrimas—explicó la anciana con la sonrisa orgullosa aún plasmada en sus labios—. Espero haber sido de ayuda.
Dorian se quedó helado, mientras las palabras se deslizaban de forma perezosa al interior de su mente.
Tenía un lugar, él tenía un posible lugar donde encontrar a Daphne.
Fue Elena, quien esbozando una sonrisa radiante se arrojó hacia adelante, envolvendo a la anciana en un fuerte abrazo.
La culpa finalmente comenzaba a ser desplazada por una vaga esperanza de redención.
—Gracias—susurró Elena con los preciosos ojos color esmeralda desbordando de lágrimas.
La anciana devolvió el fuerte apretón, mientras acariciaba con ternura la cabeza de ella.
—No hay de que mi niña... Espero que el bastardo obtenga su merecido pronto—ronroneo la amable mujer sin dejar de acariciar su cabeza.
Si, pronto Erick Sowler obtendría su merecido.
Elena confirmó aquello mientras subía a la motocicleta detrás del millonario minutos después.
El tensó cuerpo de Dorian emanaba irá pura, como si fuera una bomba a punto de estallar.
Sin embargo, ambos estaban tan enrollados en sus propios pensamientos y sentimientos, que no notaron el auto que los seguía muy de cerca, vigilando cada uno de sus movimientos.
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Besos de Medianoche 2: Caos
RomansLa agente Daphne Moon es secuestrada por el obsesionado investigador privado, Erick Sowler. Dorian y Luca comienzan su desesperada búsqueda mientras lidian con la llegada de Aiden y la cacería de la agencia, quienes buscan al exiliado agente por inf...