Daphne de 18 años:
Cuando finalmente la bruma que parecía envolverla en aquel vertiginoso sueño la abandonó, ella tardó unos segundos en volver al mundo real.
Sentía frío y su cuerpo temblaba, no sentía absolutamente nada, por lo que creyó que había muerto.
Sin embargo, un punzante dolor no tardó en llegar para recordarle que seguía viva.
Con mucho esfuerzo, logró sentarse sobre la asquerosa manta para recargar la espalda contra la fría pared.
Los recuerdos borrosos comenzaron a abordarla de forma errática, provocándole náuseas y mareos.
Daphne colocó ambas manos alrededor de su vientre e intentó inclinarse para vomitar... pero algo la detuvo.
Su corazón se saltó un latido, al tiempo que respiraba con dificultad e intentaba levantar su remera, solo para confirmar el horror.
Una enorme cicatriz atravesaba su abdomen bajo, está se encontraba unida por un largo hilo negro que entraba y salía de su piel a libre discreción.
«No por favor, que no sea lo que creo» suplicó ella con lágrimas amontonandose en sus ojos negros como la noche.
Sin embargo no había ninguna mentira que pudiera decirse para consolar su corazón abatido, después de todo, conocía esa cicatriz y su significado.
Pasos pesados y arrastrados sonaron aproximándose al lugar, pero a Daphne no le importó en lo más mínimo.
Sus ojos desprendían lágrimas de dolor, cuando la podrida puerta se abrió, revelando a la mujer de aspecto andrajoso.
—Al parecer ya te despertaste y estás bien—se burló ella, notando la mirada de odio y rabia que le dirigía Daphne.
—¿Por qué?—se atrevió a decir la hermosa chica de mirada nocturna cuyo corazón se encontraba estallado en mil pedazos.
La anciana sonrió, exponiendo aquella horrible dentadura producida por el tabaco.
—Así es más fácil para todos. Nos ahorramos futuros nuevos inconvenientes—ronroneó la mujer, pasando una lengua por sus labios resquebrajados.
Aquella respuesta fue la confirmación a sus mayores temores. Le acababan de arrancar otra opción, la decisión de ser madre, si es que en algún momento decidía tomarla.
Fue entonces, que se dió cuenta de una sola cosa, su vida ya no le pertenecía, ella no era la dueña ni lo sería pronto. Aquellas horribles personas le habían arrebatado todo, sueños, deseos, oportunidades... no le quedaba nada más, a excepción de una cosa.
Daphne Moon aún era dueña de su propia muerte.
-------------------
Aiden avanzó por las calles de la ciudad con una sonrisa colmando sus labios.
El viento de la noche besaba su rostro y sacudiendo su cabello igual que en una película.
Sin embargo, su "paseo" en el lujoso auto de su hermano no era el verdadero motivo de su latente estado de felicidad.
No, aquello se debía al ex agente de mirada tormentosa.
"Cuídate, por favor"
Aquella simple y llana oración había sacudido el corazón del ladrón, enviando una vibrante corriente eléctrica a lo largo de sus huesos.
Desde el momento en que salió del edificio dónde residía Dorian, él no había sido capaz de borrar esa boba sonrisa de sus labios.
Luca le gustaba, no solo su atractivo física, su increíble personalidad altruista había eclipsado su belleza exterior, porque aunque intentara ocultarlo, tenía un enorme corazón repleto de buenas intenciones.

ESTÁS LEYENDO
Besos de Medianoche 2: Caos
RomanceLa agente Daphne Moon es secuestrada por el obsesionado investigador privado, Erick Sowler. Dorian y Luca comienzan su desesperada búsqueda mientras lidian con la llegada de Aiden y la cacería de la agencia, quienes buscan al exiliado agente por inf...