Capitulo 19:

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Dorian jamás había conducido una motocicleta tan grande como la de Daphne Moon, y para ser honesto, la única experiencia que tenía era con una pequeña moto que tenía un amigo suyo de la secundaria.

Por lo tanto, cuando logró encender el ronroneante motor y apretó con fuerza el pedal de cambió, la moto salió disparada hacia adelante con la fuerza de un tornado, sacudiendo el cuerpo del millonario en el camino.

Sin embargo, Dorian logró apretar el freno de forma refleja, paralizado aquel impulso voraz y apagando el motor.

Aquello era una completa y total estupidez, la parte de su cerebro lógica y racional lo sabía perfectamente.

Aún así, ya no era esta parte la que controlaba cada una de sus acciones.

El millonario de mirada oceánica sentía mucho dolor e impotencia, la ausencia de la hermosa mujer de mirada nocturna lo atormentaba con cada segundo que pasaba, despojandolo de su buen juicio para darle paso a algo más, el otro hombre que vivía dentro de él.

Uno salvaje, autoritario, frío e impulsivo, uno que había tomado el control dentro de él.

—No creo que sea buena idea—susurró Elena unos pasos a su lado, mordisqueando su labio inferior con nerviosismo.

La mirada de hielo que le lanzó el millonario, bien podría estar repleta de cuchillas afiladas que cortaban todo a su paso.

—No me vengas a sermonear con eso de las "buenas ideas". Hipócrita—las palabras fueron escupidas de los carnosos labios del millonario con tal odio, que lograron oprimir el corazón de Elena en un puño.

Al final Margarita había tenido razón, él consiguió despertar sentimientos en el frío y endurecido corazón de la diosa de oro. Aunque esto, quizás, no eran los que había tenido en mente aquella vez.

La hermosa mujer de moribunda mirada verde esmeralda calló, volviendo a convertirse en un espectro que seguía al millonario con cada paso que daba.

Por su parte, Dorian volvió a encender el motor, está vez sin mucha dificultad, y al igual que anteriormente, oprimió el pedal.

Sin embargo, el embrague no fue liberado de forma automática, más bien de forma paulatina, regulando el movimiento del vehículo.

El millonario de oceánica mirada avanzó unos cuantos metros, antes de detenerse y voltear hacia el sitio donde Elena permanecía de pie, observando cada uno de sus movimientos convertida en estatua.

—¿Vas a subir o irás caminando?—gruñó él.

Elena reprimió la respuesta que colgaba de sus labios, hubiera preferido ir caminando que subir a aquel monstruo con Dorian.

Pero dudaba que aquello sirviera para aminorar la enemistad que crecía entre ellos, o al menos dentro de él.

Con pasos flotantes, la diosa de oro se aproximó a la motocicleta, y soltando un sordo suspiro, se deslizó en la parte de atrás de esta, aferrándose a la cintura del millonario de manera incómoda y con algo de temor.

Ella no era creyente y mucho menos una persona religiosa, sin embargo, cuando aquella bestia negra de dos ruedas comenzó a devorar el camino, Elena comenzó a rezar.

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Conforme el ascensor subía los pisos, la hermosa chica de cabello color vino comenzó a sentirse más cómoda en presencia del joven ladrón, sobre todo cuando el suspiro y sin voltear hacia ella comenzó a hablar.

—Odio estás porquerías de lata, es como si uno entrase por su propia voluntad al féretro—bufó Aiden, mirando de manera nerviosa el conteo de pisos—¿Para qué demonios los inventaron si existen las escaleras?.

Meliza hizo su mayor esfuerzo por contener la sonrisa que tiraba de sus comisuras pero falló.

—¿De verdad?—ronroneo ella observandolo con detenimiento—Fuiste carne de bala, te persigue una de las mafias más peligrosas en la zona y aún así ¿Te aterra subirte a un ascensor que utilizan niños a diario?.

—Exacto, niños. Ellos no pesan ni un cuarto de lo que dos adultos—respondió aterrado el chico de cabello color nieve antes de percatarse de un detalle—¿Cómo sabes lo de la bala?

La chica de cabello color vino giró su rostro hacia el, observandolo con aquellos ojos tan vividos que parecían devorarlo.

—Desde que la orden contra Luca por deserción salió a flote, con Daphne realizando trabajo de campo, pase a ser la mejor en el departamento para rastrear personas, por lo tanto, no tardaron en encomendarme la misión de encontrarlo—comenzó a hablar ella—No te preocupes, jamás lo entregaría a los malditos infelices de la agencia, sin embargo necesitaba saber que estaba bien, seguro y lejos del alcance de la agencia, por eso se todo de tí, de Dorian, incluso de Elena.

Aiden escucho cada una de sus palabras con sumo detenimiento, y durante un instante se sintió como un verdadero idiota al presentarse ante aquella astuta mujer.

Al igual que cuando conoció a Daphne en aquella lejana ocasión, ellas parecían estar varios pensamientos por delante de él, incluso se atrevería a decir del mundo.

Pero tenían un problema.

¿Y si ella estaba mintiendo? ¿Y si en realidad era todo un montaje para atrapar a Luca y entregarlo?.

El ladrón la miró de refilón, buscando una respuesta oculta en sus facciones, algo que indicara el verdadero motivo de aquello. Y lo hizo.

Meliza no lo entregaría jamás, lo amaba demasiado como para hacerlo, y por algún motivo, tenía la sensación de que odiaba a aquella extraña agencia más de lo que dejaba entrever en sus palabras. Pero ¿Por qué?.

—Es aterrador saber que me estuviste observando todo este tiempo... ¿Incluso mientras defecaba?—ronroneó el ladrón de cabello color nieve, intentando agregar un poco de humor al ambiente.

La chica de cabello como fluidas llamas de fuego comenzó a reír de forma sonora y estridente, un sonido que retumbó a través de Aidan, quien no demoró un responder con su risa.

Las puertas del elevador se abrieron de par en par, permitiéndoles salir y caminar unos pasos hasta la puerta del departamento del millonario.

—Bueno ladrón, ya tienes una nueva insignia de supervivencia ganada—ronroneó ella intentando acallar la risa que seguía acumulándose en su estómago.

Aiden rio profundamente una última vez, antes de responderle.

Pero la puerta frente a ellos se abrió de golpe, dejando ver el hermoso rostro pálido, adornado por piercings de Luca Lee.

—¿Qué ocurre?—escupió en un hilo de voz el ex agente, mientras sus ojos tormentosos observaban con profundo pavor sin creer en lo que veían.

Fue Aiden quien, sin borrar la sonrisa de sus labios, respondió:

—Te presento a mi nueva amiga, la hermosa e inteligente Meliza—ronroneó él haciendo una exagerada reverencia que obligó a la chica a cubrir sus labios con ambas manos para contener las risas.

Cuando el chico de cabello color nieve volvió a retomar su elegante posición inicial, le obsequio un guiño de ojo a la chica de pie a su lado.

Al observar aquella situación, el rostro de Luca palideció aún más. El jamás, ni en su más descabellada pesadilla, habría imaginado que ambos podrían llevarse bien, mucho menos ser amigos.

El destino era muy vil y cruel cuando quería.

Su ex amante y su... ¿Amigo? Llevándose bien.

Aquello, sin lugar a dudas era un verdadero caos para el confundido corazón del ex agente de mirada tormentosa.

Besos de Medianoche 2: CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora