El frío era atroz, Aiden sentía como este le devoraba la piel con cada suave ventisca, por ese motivo daba pequeños saltos en el lugar al mismo tiempo que frotaba ambas palmas con fuerza para obtener el más ligero atisbo de calor.
Envidiaba con locura a las personas que podían descansar calentitos en sus camas, mientras que él debió levantarse antes del alba para solucionar la mierda en la que estaba metido.
Si es que está tenía solución.
Su compañero de robos Goofy, como le apodaban, lo había estafado en su último asalto. En lugar de tomar el cincuenta porciento de las partes de autos obtenidas, su compañero hurtó parte del porcentaje que le tocaba a él.
Esas partes ya habían sido vendidas y pagadas por un capo de la mafia china que controlaba la zona sur.
Mordisqueando su carnoso labio inferior por los nervios, Aiden solo podía suplicar a cualquier deidad que fuera Marcus el que llegara a negociar.
Tenía un largo historial de trabajos exitosos con él, los cuales estaba seguro, no pasarían inadvertidos para el hombre.
Sin embargo, cualquier esperanza que guardará en su corazón, se derrumbó al ver llegar la hermosa camioneta negra de vidrios blindados, en cuyo paragolpes trasero resaltaba una calcomanía color blanco brilloso.
Un triángulo invertido.
Al instante el corazón de Aiden se trabó en un latido, reconociendo la llegada de
Kallias al punto de negociación.
Vistiendo con traje negro, a juego con la camioneta, el matón y mano derecha del mafioso más peligroso del lugar, bajo del vehículo y se aproximó a él con aires de suficiencia.
Asesino, violador, ladrón, torturador, cruel, perverso... una lista de títulos brotó en la mente del joven ladrón de autos, mientras observaba la pequeña sonrisa burlona que emergió en los labios de aquel demonio.
Conteniendo la respiración para evitar soltar alguna lágrima escurridiza durante la exhalación, Aiden intentó mantener su rostro firme.
—Imagino que no tienes el pedido... a menos que lo tengas metido en el recto—dijo el hombre de ojos rasgados y tan oscuros como una cruel noche de invierno.
Puntual, Kallias era un maldito gánster que no perdía el tiempo con idioteces y cosas menores, estaba acostumbrado a deshacerse de los obstáculos antes de que estos se presentaran.
El joven ladrón debía hacer su mayor esfuerzo por ablandar el corazón del gánster, de lo contrario no tendría una vida por la cual luchar.
—¿Dónde está Marcus? No me digas que se quedó dormido—ronroneó Aiden, en un intento por aligerar el ambiente.
—Yo no diría que se quedó dormido, más bien lo puse a dormir—escupió en tono burlón Kallias, al tiempo que un grupo de hombres se acercaban a él, sus matones—No te preocupes, ellos no son más que una imagen atemorizante, se mantendrán al margen de la situación... a menos que no tengas el pedido.
Aiden trago duro, al instante todo el frío que recorría su cuerpo pareció esfumarse mientras la adrenalina invadía su cuerpo con fuertes oleadas de calor sofocante.
—Las tenía, pero Goofy me las robó... no te preocupes, las recuperaré. Solo tienes que darme unos días—respondió desesperado el ladrón, sus ojos color océano brillando de terror.
—Querido Aiden, nosotros no damos segundas oportunidades—contestó Kallias, con una sonrisa en su rostro al mismo tiempo que deslizaba una mano en su bolsillo para extraer un arma, la cual no dudó en apuntar a su pecho.
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Besos de Medianoche 2: Caos
RomanceLa agente Daphne Moon es secuestrada por el obsesionado investigador privado, Erick Sowler. Dorian y Luca comienzan su desesperada búsqueda mientras lidian con la llegada de Aiden y la cacería de la agencia, quienes buscan al exiliado agente por inf...