Capítulo 1: El ahijado

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Mi madre me gritaba por el simple hecho de no querer tener un niñero

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Mi madre me gritaba por el simple hecho de no querer tener un niñero.

¡Tengo 18 años, por Dios! Falta poco para que cumpla la mayoría de edad.

Mamá se ira a un viaje de negocios por tan solo dos semanas y me quiere dejar con un niñero ¡Solo se irá dos semanas! ¡Dos! Ni que se fuera a ir por un año.

¿Acaso cree que haré alguna estupidez en tan solo dos semanas?

Se nota que no me conoce. Se nota que el ser una mujer obsesionada con el trabajo le ha afectado demasiado, ni siquiera sabe cuál es mi color o comida favorita. No sabe absolutamente nada sobre mi, y siendo sincera, yo tampoco creo saber algo sobre ella. Nunca hemos tenido una buena comunicación, desde que papá nos abandono no la tenemos. Y ambas cambiamos mucho desde ese entonces.

—No sé si te has dado cuenta, mamá— Me levanté del sillón en el que me mantenía sentada escuchando el largo sermón de mi madre—Pero ya no soy una niña.

—No me importa si crees que eres una adulta o la hija de la reina Isabel—Hablo seria mientras comenzaba a tomar sus maletas—Te quedarás con un niñero, y fin de la discusión.

Luego de aquello simplemente se dispuso a salir de la casa, emprendiendo camino hacia el taxi que la esperaba para transportarla al aeropuerto, y subiéndose en el mientras el chófer guardaba sus cosas en la cajuela.

—Llegara en...—Tomo su teléfono y lo encendió para seguidamente observar la hora—Una hora—Informo para luego volver a apagar su teléfono.

—Pues espero que tenga llaves, porque yo no le pienso abrir la puerta.

—Es mi ahijado, más te vale que te comportes bien—Me señaló con su dedo índice ignorando por completo mi comentario.

—Si, claro. Como digas usted.

Di media vuelta comenzando a caminar hacia la puerta de la casa, sintiendo hasta cierto punto alivio de no tener que lidiar con ella por dos semanas.

—¡Se llama Thender!—Grito desde el auto.

Voltee a mirarla y sonreí falsamente mientras alzaba los pulgares de ambas manos. Mi madre rodó los ojos antes de indicarle al chófer que ya se podían ir, este solo pudo obedecer las órdenes, comenzando a emprender su camino hacia el aeropuerto.

Cerré la puerta detrás de mi y solté un gran suspiro de cansancio y alivio combinados.

Lo bueno de todo esto es que no la tendré que ver por dos semanas. No tendré que soportar sus gritos ni órdenes. Podré hacer prácticamente lo que quiera.

Lo malo es que tendré a su ahijado molestando.

Ni siquiera sabía que tenía un ahijado. Aunque... Ahora que me pongo a pensar un poco en ese tema... Creo que una vez menciono algo sobre un tal Thender.

¿Enserio creíste que era un nerd?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora