El paciente y el médico

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Heriberto llegó a su casa, todo está en perfecto silencio, puso la maleta en el sofá, fue a la cocina y se comió un sándwich, el día era duro, se fue sin dar los buenos días a su mujer, y probablemente no estaba en casa todavía.

Recorrió la casa y se dirigió a su habitación, miró todo al entrar y comprobó que su mujer aún no había llegado.

Él y Victoria eran así, distantes cuando ella preparaba una nueva colección o un desfile exclusivo.

Heriberto fue al baño, un baño le vendría bien. Luego se tumbó en la cama con un libro y se puso a leer.

Eran casi las 11 de la noche cuando entró en la habitación, estaba preciosa, un vestido negro de tubo, tacones nude con suela roja, el pelo suelto, la miró por encima de las gafas, Victoria estaba impresionante con ese conjunto, sintió un deseo por ella, se preparó en la cama.

- ¡Buenas noches, señora! - le miró con cara de felicidad.

- ¡Buenas noches amor, llegas temprano! - se acercó a él y le dio un beso. - Voy a tomar una ducha y vuelvo enseguida. - se fue y caminó rodando hacia la ducha.

- Ve pronto quiero dormir, no estoy bien, creo que voy a enfermar. - Ella se detuvo y volvió a él al mismo tiempo.

- Amor, ¿qué te pasa? - Se sentó en el extremo de la cama y le puso la mano en la frente. - Está caliente, pero no creo que sea una fiebre. - Ella se levantó y él le tomó la mano.

- ¿Dónde has estado?

- Estaba en la casa de moda de Heriberto. ¡Qué pregunta más tonta!

- Soy el tonto que se queda aquí esperando a la reina de la moda que nunca está en casa. - Hablaba con sentido, estaba necesitado, quería su atención, y ella entendió su mensaje.

- ¡Heriberto! - fue al armario, y cuando salió se quedó asombrado con lo que vio, supongo que llegó tu médico, con tu mejor medicina. - estaba en la puerta con una lencería de encaje blanco y con la bata de laboratorio abierta mostrándole lo que tenía en su cuerpo. - Esto es nuevo para mí, ¡lo usaré contigo!

Ella tenía en sus manos su nuevo modelo de "garrote" y él le sonrió rápidamente con entusiasmo.

Ella estaba con su nuevo modelo de "garrote" en las manos, y rápidamente le sonrió con entusiasmo.

- Ahí doctor, siento que mi cuerpo arde, ¡siento una picazón aquí! - levantó la sábana y mostró que ya estaba excitado por ella

- Ahí doctor, siento que mi cuerpo arde, ¡siento una picazón aquí! - levantó la sábana y demostró que ya estaba excitado por ella.

- ¡Creo que conozco el remedio para curarte! - Victória caminó seductoramente hacia él, con el garrote en las manos, todavía con tacones.

Heriberto sonrió al mirarla y se acomodó en la cama, Victoria se sentó en la cama, apoyando sus manos en el pecho de él mientras lo miraba a los ojos. Miró los pechos de su mujer y sonrió.

- Eso no te pertenece". Le acarició el pecho mientras le miraba.

- Se equivoca doctor, esto es todo mío", dijo mirándola.

Le empujó de nuevo haciendo que se sentara, sonriendo con maldad.

- ¡Manos juntas, por favor!

- ¡Pero doctor, soy inofensivo!

- ¡Toda precaución es bienvenida! - extendió sus manos.

Victoria se mordió los labios y los acercó a su cuello y olfateó, Heriberto quería su cintura, pero con el torniquete no podía, pero como sabía mejor que ella usar el material médico y con un chasquido la soltó, llevó sus manos lentamente a su muslo y apretó. Ella se adelantó y él buscó sus labios, en los suyos. Heriberto rozó los labios de su mujer y le tocó la nuca acercándola a él, la besó, chupó y mordisqueó los labios de Victoria, sediento del amor y el deseo que sólo su mujer le hacía tener.

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