Adaptaciones
Alejandra miró a Refugio y sonrió, pero se dio cuenta de que no podía decir nada. Dionisio, por su parte, trató de suavizar el ambiente.
- Refugio y yo somos amigos, no tenemos nada. - puso el coche en marcha, pero pensó: "¡todavía no tenemos nada!"
El camino a casa era tranquilo, el pueblo era pequeño, todos se conocían. Y, por supuesto, conocían a todo el mundo. Cuando Dionisio aparcó frente a la casa de Refugio se sorprendió, ya que no había dicho dónde vivía.
- ¡Ya estamos aquí! - dijo.
- ¿Sabes dónde vivo?
- Somos amigos, ¿no? Así que los amigos saben dónde vivimos. - le mostró una cara curiosa que le hizo sonreír. - Bea me dijo.
- Estamos aquí, cariño. Entremos y empecemos a preparar la cena.
- Tío, ¿vas a cenar con nosotros?
- Esta noche no, cariño, tengo que conseguir algunos materiales.
- Puedes venir a cenar con nosotros el sábado. Alan y Bea también estarán aquí. - dijo, arrepintiéndose enseguida. - Si quieres, por supuesto.
- Nos vemos, cariño. Buenas noches, refugio. - no contestó, sino que dejó la respuesta en el aire.
Las dos entraron, Alexandra fue a dejar la mochila en la habitación y a ducharse, Refugio sacó una lasaña de la nevera, que había preparado la noche anterior sólo para poner la salsa y hornear.
- Muy bien, puedes poner la mesa, voy a ducharme y vuelvo para que podamos comer.
- Claro, oh, Ro, la ducha hizo un ruido extraño cuando la cerré.
Refugio miró a la chica y se dirigió a la ducha, al entrar en el baño sintió un ligero olor a cuerda quemada, pero no le dio importancia, cuando estaba con el pelo lleno de champú escuchó el sonido de algo encima de su cabeza y pronto sintió el agua fría recorriendo su cuerpo.
- ¡Maldita sea. - ella le grita a la niña. - Alex! - llamó por ayuda.
- Re, la luz parpadeó y parte de la casa está sin energía.
- Sí, la ducha se ha quemado, cojo el móvil y llamo al tío Alan, le pido que venga a decir que hay problemas en la instalación eléctrica.
La chica hace lo que le ha pedido, pero acaba bañándose en agua fría, que odia. Sale y cuando ve a Alexandra en la puerta sonríe.
- Alan, mi ducha se quemó, ¿puedes...? - vio quién estaba en la puerta. - ¡Hola!
- Alan y Bea no están en la ciudad, me pidió que viniera a ayudarte. - dijo Dionisio sonriendo y viéndola sólo en bata.
- Entra, tío, la casa está medio oscura y las habitaciones también.
- ¿Puedo entrar, Refugio?
- Por supuesto, ven y te mostraré donde estalla y la caja de energía. - era diferente. Le enseñó el baño, sacó la ducha y entonces vio los cables.
- No te has llevado un susto por el detalle, jovencita. - dijo.
- Se fue la luz y tuve que terminar la ducha en el frío.
- Tus labios están ligeramente azules, necesitas calentarte cuanto antes. - se lleva la punta de los dedos a los labios.
- La caja de electricidad está al final del pasillo, me pondré algo de ropa de abrigo, ahora vuelvo, si necesitas algo en la cocina hay una caja de herramientas.