¡Ahora eres simplemente mi todo! parte I

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Destinos cruzados parte I

Cuando algunas vidas se cruzan, el destino hace que 3 vidas destruidas por sus dolores internos se encuentren, comenzando así una nueva historia o un nuevo comienzo.

Refugio Ramírez, propietario de una gran empresa de marketing en la ciudad. Una mujer con el corazón roto. Algunos dijeron que después del accidente su corazón se convirtió en roca. No le gustaba que la gente hablara de su vida o de lo que había pasado. Sólo sus amigos más cercanos tocaron el tema.

Alan y Beatrice fueron amigos de Refugio durante muchos años, ambos se graduaron juntos en la universidad Bea como trabajadora social y Refugio en Marketing. Alan y Bea estaban casados pero no tenían hijos, todavía. Cuando Refugio perdió a Marcos y a Pedro, su hijo de 4 años, en un accidente de coche, Bea y Refugio se veían poco, ya que el trabajo se había convertido en la válvula de escape de Refugio.

Alan tenía un pequeño negocio de manitas, desde electricista hasta carpintero, y en ese fin de año necesitaba contratar a más gente para que trabajara con él, y se había contratado a Dionisio Ferrer, el ingeniero civil, pero además de los trabajos de construcción hacían realmente de todo, desde la instalación de luces en balcones, árboles de Navidad, hasta la reparación de tejados.

En el año en curso, algo sucedió en el pueblo, un accidente con un ferry trajo además la ayuda de todos y de alguien inesperado. La joven Alexandra fue la única que sobrevivió al accidente, tenía 11 años recién cumplidos y fue llevada al hospital. Perdió a su madre en el accidente y llamaron a Bea, y ahí empezó todo....

Caminaba con prisa, tenía que estar en una reunión y no tenía mucho tiempo, cruzó la acera cuando una cadena de luces navideñas la hizo volverse y dejar caer al suelo su teléfono móvil y su agenda.

- Qué demonios, hay que tener más cuidado con eso, los cables tirados al suelo. - No sé qué hacer", dijo Refugio, mirando al suelo y viendo sus cosas allí.

- Cálmese señora, no era mi intención, pero usted estaba mirando el teléfono móvil. - Dijo Dionisio mirándola de forma diferente.

- Ahora la culpa es mía por no haberte visto cruzar la acera con esas luces navideñas. Para desenrollarlas hay que ponerlas todas en el suelo y no dejarlas así de estiradas.

- Muy bien, la próxima vez lo haré como tú quieres.

- Hola Refugio, ¿cómo estás? - dijo Alan en lo alto de la escalera mirando la escena y con una gran sonrisa en la cara.

- Hola Alan, tu ayudante es un poco torpe, tiene que aprender a contratar personal más eficaz. Buenas tardes. - Se fue sin mirar atrás.

- Hasta luego Re.... - Alan ni siquiera termina su despedida.

- Vaya, es una mujer terca, ¿no?

- El tipo de mujer que amas, dura.

- Déjate de tonterías, no busco a nadie, lo sabes muy bien. - Dionisio habló un poco molesto con los comentarios de Alan. Pero sabía que su amigo tenía razón, y sí, estaba encantado con la mujer.

Los dos siguen trabajando en la decoración navideña de la ciudad, les llevaría días hacerlo todo, pero les gustaba esta faceta de dar trabajo.

[...]

Bea estaba en su despacho cuando llegó el documento oficial de la muerte de la madre de Alejandra, entonces comenzó la búsqueda de los familiares de la niña, un trabajo que le llevó el resto del día.

- Bea, Alejandra será dada de alta hoy, y en la casa de acogida no tenemos vacante, ¿a dónde quieres enviarla? - dijo Raissa, la joven era la becaria de Beatrice y estaba estudiando la carrera de trabajo social.

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