Capítulo 34 🌹 Compensación

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Compensación


—¿Estás loca? — espeta Mateo bruscamente — Dime que me estás tomando el pelo.

Yo lo miro con toda la determinación que puedo reunir.

—Estoy hablando muy en serio — encojo los hombros —. Si no puedes hacerlo o no quieres, lo voy a comprender. Te lo estoy pidiendo porque no conozco alguien más en quien confiar para esto. Es mucho dinero y a cualquier otra persona se le puede dañar el corazón ante la tentación.

Mateo gruñe y se pasa una mano por el rostro, luego me mira fijamente.

—¿Por qué no haces lo que tu papá te dijo? ¿Por qué no te compras una casa en un lugar lejos de aquí y te llevas a tu madre y a Tomás?

Mi respuesta es inmediata.

—Por ese dinero mataron a mi papá, Mateo. Me sorprende que me sugieras esa idea siquiera. Él redactó documentos para robar legalmente las propiedades de muchas personas, se asoció con criminales y asesinos — suspiro sonoramente —. Ese dinero está manchado con sangre, porque hubo muchos asesinatos de por medio. Todo está en esos videos.

—Tú también sufriste mucho. Si alguien se merece ese dinero son ustedes, Fernanda.

—No puedo creer que tú me estés diciendo esto — insisto —. Eres un buen policía. Debo confesarte que me dio miedo contarte todo esto por temor a que quisieras apoderarte de esa información y entregársela a Camilo. Pero jamás se me hubiera ocurrido oír esto de ti.

—No puedo quitarte esa información porque es lo único que te mantiene viva, lo único que puedes emplear para amenazar a tu tío y a los hombres que están aliados con él.

Asiento.

—Ese dinero está manchado, como dices tú — prosigue —, pero es precisamente por eso que tu padre dio la vida. Él así lo decidió. Si se metió en todos esos negocios ilegales, lo hizo para asegurar el futuro de ustedes. Y ahora me estás pidiendo que lo reparta...

—No necesito ni quiero ese dinero, Mateo. No voy a discutir más sobre esto. Tengo un trabajo decente en San José y me han hecho muy buenos depósitos del libro que publiqué. Yo sabré abrirme paso sin tener mis manos manchadas de sangre — lo miro directamente —. Ahora, ¿puedo contar contigo para lo que quiero hacer o debo buscar a alguien más?

Mateo toma un largo trago de su botella de agua.

Es más o menos mediodía y el calor traspasa la madera, por lo que hace un calor tremendo dentro de la cabaña.

—Si vas a hacerlo, Mateo, tienes que entender que Camilo no puede enterarse de nada de esto. Lo pondrías en una posición muy difícil como jefe de policía.

—¡Por supuesto que no puede saberlo! — masculla en tono grave — Ya suficientes problemas tiene con haberte ayudado a escapar y mantenerte escondida.

Me tenso.

—¿Y qué era lo correcto según tú? ¿Dejar que la mafia de este pueblo me hubiera puesto las manos encima o encerrarme por haber incendiado un lavadero de dinero?

Mateo me dedica una expresión condescendiente.

—Tú eres una persona egoísta, Fernanda. No ves más allá de lo que te afecta a ti y a tu familia directamente, y créeme que lo entiendo porque son muchos los peligros que te acechan. Pero todas las personas que están a tu alrededor, aun si no se trata de tu madre y de Tomás, pueden pagar las consecuencias de todo lo que haces. Cuando Camilo te sacó de la estación, quedó muy claro el hecho de que tú eras importante para él. Ya perdí la cuenta de todas las veces en que lo llamaban para sobornarlo. Durante los meses que tú no estuviste, lo invitaban a clubs privados, eventos y celebraciones, todo con el objetivo de ofrecerle dinero. Como eso no surtió efecto, lo amenazaron. De muchas formas. Llegaban en sobres, a veces lo llamaban y otras, lo perseguían. Yo estuve con él en una de esas ocasiones. Nos hicieron bajar del Volvo de Camilo — se lleva las manos a la cabeza —. Creí que iba a morir en ese momento. Sin embargo, Camilo los enfrentó con mucha valentía y se negó a ir con ellos cuando se lo pidieron. Dijo que podían intentar matarlo, pero que él estaba dispuesto a defenderse, porque de ninguna forma iba a permitir que se lo llevaran a ningún sitio. Al verlo tan seguro, saqué mi arma y les apunté con ella. Eran cuatro, pero el coraje de Camilo me contagiaba. Ellos prometieron volver y hacerle saber a su "jefe" que él había rehusado escucharlo.

Siento un escalofrío espantoso nada más imaginar que algo hubiera podido pasarle. De habérselo llevado, cabía una gran posibilidad de que fuera para matarlo en algún lugar recóndito. Un jefe de policía como Camilo estorbaba a los propósitos de muchos.

—Camilo sabe cuidarse, pero por muy hábil y valiente que sea, es un solo hombre — continúa —. Y está arriesgando mucho por ti.

—Por eso quiero dejarlo fuera de esto.

Mateo se levanta del sillón con tanta brusquedad que lo hace rechinar. Pasan unos cuantos segundos durante los cuales aguardo pacientemente.

—Yo no sé cómo mover dinero de una cuenta a otra — dice finalmente.

Sonrío para mis adentros. Con eso sé que ya ha aceptado.

—Dijiste que tenías un amigo hacker.

—Pero saldrá costoso. Él tiene que depositar todo ese dinero en múltiples cuentas y no puede dejar ningún rastro. Es un trabajo que va a tomar tiempo y... varios computadores que tendrá que desechar.

—Estima lo de sus honorarios del dinero que hay en las cuentas — le tiendo la USB —. Negocia con él y pacta un pago justo. Imagino que si se trata del mismo hombre que investigó el pasado bancario de mi papá, es alguien en quien puedes confiar.

—Absolutamente.

Me levanto del sofá yo también.

—Entonces todo está dicho. Cuídate mucho, Mateo.

—Voy a la estación y a contactar a mi amigo. Camilo vendrá pronto. Esto ya parece guardería — resopla —. Sería más fácil cuidar de cien niños que de ti.

Avanza hacia la puerta.

—No imagino la cara de esos hombres cuando se enteren que repartiste su dinero entre los que fueron expropiados y los familiares de las personas desaparecidas.

—Asesinadas — corrijo —. El dinero no vale la vida de alguien, pero es una forma de compensarlos por todo lo que han pasado.

Mateo tuerce los labios.

—La cacería va a cambiar — digo más para mí misma —, ahora que puedo hablar el mismo idioma que ellos.

Mi Ave Fénix Libre, Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora