Capítulo 20 🌹 Amigos

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Amigos


-Estás haciendo todo un desastre – se queja mi mamá -. Ve a sentarte, yo te llevaré el desayuno.

Me aparta suavemente de la encimera empujando mi hombro sano.

Estaba intentando ponerle mantequilla a las tostadas y servir chocolate, pero todo se hace mucho más difícil sin poder emplear las dos manos y en especial, la derecha, que es la dominante en mi caso. Como resultado, había regado un poco de leche y puede decirse que había más mantequilla en mi ropa que en las tostadas.

Con un hondo sentimiento de inutilidad, voy al comedor donde Tomás ya se está comiendo su cereal, el que por fortuna sí pude llevarle aunque tuviera que abrir la caja con los dientes.

Mamá se había estado arreglando para llevar a Tomás a su imperdonable clase de guitarra. No podía negar que me preocupaba enormemente que salieran de la casa, pero era peor para Tomás quedarse encerrado y verse privado de lo que tanto le gustaba. De cualquier forma, Camilo había asignado a uno de los agentes para acompañarlos.

-Si me hubieras dicho que ibas a llevarlo a clase, me habría bañado temprano para ir con ustedes.

Mamá deja las tostadas y el chocolate frente a mí, luego se sienta ella también.

-Bueno, tú tampoco me dijiste que te ibas a escapar con un extraño, así que supongo que la confianza mutua está equilibrada.

Suspiro.

Ella me mira, como esperando que yo diga algo. Pero es que no puedo contarle nada. Ni sobre Alex, que a todas luces es alguien peligroso; ni sobre Antonio y sus amenazas. Mi plan es firme con respecto a mantenerlos al margen de todo eso. Ya han pasado por suficientes penurias y pesa sólo sobre mí averiguar toda la verdad. Por algo papá me dejó el reloj a mí.

-¿Entonces, no vas a explicarme con quién estabas y que hacías en una carretera abandonada con ese tipo? – insiste en tono acre - ¿Te das cuenta que tú pudiste ser uno de esos hombres a los que les dispararon? ¿En qué carajo estás metida?

Yo la miro con severidad.

-No olvides que no estamos solas.

Mamá respira hondo y se vuelve hacia Tomás.

Él ha estado comiendo en silencio, con la vista baja y el semblante triste.

-Ve a cepillarte. No demores mucho o llegaremos tarde.

Él asiente y desaparece por las escaleras.

-Esto no es un juego, Fernanda – sigue con la letanía en cuanto lo pierde de vista -. Ya sabes lo que ocurre cuando te metes con gente peligrosa.

Permanezco en silencio.

-Tu tío es muy peligroso.

Enfoco mi vista en ella de golpe.

-Entonces no me equivocaba en mis suposiciones – dice con un asentimiento profundo -. Tu rostro acaba de confirmármelo.

Comprendo enseguida que caí en su vieja trampa, la que solía plantearme cuando era niña y buscaba sonsacarme la verdad de forma indirecta. Todo está bien. Eso no implica que sepa en qué consistió la conversación con Antonio.

-Te estás metiendo en la boca del lobo, y yo no voy a permitir que...

Tomás baja las escaleras y ella se calla de golpe.

Trae una guitarra en los hombros que amenaza con ganarle en peso y derribarlo en cualquier momento, pero se ve muy contento.

-Estoy listo – anuncia.

Mi Ave Fénix Libre, Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora