Capítulo 11 🌹 Coordenadas

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Coordenadas


-Pudiste haberme dicho que Camilo era el jefe de policía antes de entrar ahí.

Mientras Mateo y yo bajamos las escaleras, no puedo dejar de pensar en el encuentro que acabo de tener con Camilo. Es casi como haber hablado con un extraño. Un extraño no me hubiera hablado con tanta mordacidad.

-Él me pidió que no te lo dijera.

-¿Por qué?

Un policía joven pasa por nuestro lado, saluda a Mateo con formalidad y le tiende una carpeta azul. Mateo asiente gravemente y retomamos nuestro camino.

Un vistazo al reloj de mi muñeca me confirma que son más de las ocho de la noche y todavía se ven muchos policías en la estación.

-Creía que no aceptarías ir a verlo si sabías que se trataba de él – contesta Mateo en tono de disculpa.

La piel se me enchina cuando salimos de la estación. Es una noche fría y yo no tuve la precaución de llevar un suéter porque creí que no tardaría en volver al hotel.

-Pues me he llevado una sorpresa tremenda – comento -. Han ocurrido muchos cambios en este pueblo desde que me fui y no estoy segura de que hayan sido para bien.

Avanzamos por el estacionamiento y Mateo se detiene frente a su viejo Toyota, luego se reclina en el parachoques.

-Las cosas en Colinazul no podían continuar como estaban, Fernanda – afirma -. El cambio era necesario.

-Sí, ¿pero a qué precio? – me detuve a pocos pasos de él. Distinguí el Volvo de Camilo tres autos más allá y los recuerdos de todas las ocasiones que estuve en él acuden a mi mente -. Escuché algo sobre manifestaciones violentas.

Mateo asiente.

-La gente ya está cansada de la violencia y la corrupción, de ser los que sufran las consecuencias fatales de una guerra entre bandos de élite. El ataque a la cafetería fue la cerilla que detonó la pólvora. Esto iba a pasar tarde o temprano. Han sido muchos los años en que los Cifuentes y los Belalcázar han hecho con el pueblo lo que han querido.

Frunzo el ceño al percibir la admiración con que Mateo habla.

-Pero, tú eres policía ¿No se supone que debes ser enemigo de las protestas y todo eso?

-La gente tiene derecho a marchar y manifestarse, en especial, cuando los líderes que han elegido, en lugar de representarlos y respaldarlos en su necesidad de hacer justicia, entorpecen la búsqueda de la verdad y emplean el poder que les confieren sus cargos para defender a los criminales – dice con acritud -. El alcalde, por ejemplo, es hermano de Ismael e hizo todo cuanto pudo por encubrirlo, por eso la gente volcó su ira contra él y trataron de quemar su casa. Intervinimos a tiempo y pudimos sacarlo junto con su esposa. No soportó muy bien la presión y renunció a la alcaldía al día siguiente. Ismael, por otro lado, no es tan fácil de intimidar y aunque cambió de residencia por seguridad, no parece tener intención de marcharse del pueblo. No obstante, su esposa no estaba dispuesta a atrincherarse ni esconderse, así que salió del país con Rafael. Mariana optó por quedarse a pesar de todo y quizá sea ella otro de los motivos por los que Ismael no quiere irse. El jefe de policía anterior tampoco destacaba mucho por su valentía y no toleró las amenazas, de modo que también se marchó cuando vio que la decisión de vender su ética ya no le favorecía en absoluto. Cuando las personas rodearon la estación de policía con carteles, clamando justicia por todas las víctimas del ataque al Coffee House, se escondió en su oficina y cerró con llave hasta que la policía de San José llegó y dispersó a la multitud – Mateo se esforzó por ocultar una sonrisa -. Unos compañeros me contaron que lo encontraron llorando debajo del escritorio – la sonrisa se borró -. No sirvió de nada huir, ya que eso no evitó su final.

Mi Ave Fénix Libre, Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora