Capítulo 14 🌹 Confrontación

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Confrontación


Y cómo no, tenía que ser El Cuervo Rojo.

La música se oía a volumen mucho más bajo en el día, aunque ya había varias mesas ocupadas porque era sábado.

Can't Feel My Face de The Weeknd suena en todo el bar.

Alex avanza hacia las mesas del fondo con la seguridad de quien ha estado allí antes.

Entretanto, yo rememoro el primer beso que le di a Camilo en aquella misma barra. Me río de mí misma al recordar lo nerviosa que estaba y lo mucho que me costó reunir la valentía suficiente para hacerlo.

Ruth, la mujer que nos atendió cuando vine con Luca ese día, se desliza entre las mesas hasta llegar a nosotros.

-¿Qué quieres tú? – me pregunta directamente.

-Esto... mmm – balbuceo - ¿Hay una carta?

Alex suelta una carcajada seca, aunque sus ojos no pierden la ferocidad. Ruth levanta una ceja.

-Tráele un Tom Collins – dice él.

Ella se da la vuelta enseguida. Me parece notar una especie de aversión en Ruth que no percibí la primera vez que vine.

-Una carta – sigue riendo Alex entre dientes.

-¿Qué? – mascullo - ¿Acaso aquí todo el mundo sabe lo que quiere pedir nada más llegar?

-Pues... sí – ladea el rostro y me mira -. Eso prueba lo poco que sales a bares. Por eso te pedí un coctel. No quiero pervertirte ni nada de eso.

-No te creas tan superior – suelto, algo contagiada por su risa desenfadada -. Yo no soy tan dócil ni ingenua como para dejarme influenciar por ti.

Por alguna razón, me gusta verlo y oírlo reír. Desde que lo conocía, siempre se había mostrado hosco y ceñudo, por eso su alegría me resulta agradable.

Ruth aparece con un trago blanco, una rodaja de limón y un coctel rojo.

Alex le guiña un ojo. Ella le sonríe discretamente y se va.

-No eres dócil – alza el trago y lo engulle -. Pero sí ingenua. Muy ingenua.

Bebo un buen sorbo del Tom Collins. Tengo que reconocer que está bastante rico.

Comienzo a pensar en una respuesta irónica y contundente, pero nunca llego a decirla.

Mis ojos siguen de manera fiel al grupo que acaba de entrar en el bar.

Mariana y Luca están riendo alegremente. Karen, David y otra chica a la que no conozco vienen con ellas.

Camilo es el último en entrar y los alcanza dando largas zancadas.

Mi corazón da un vuelco brusco y la respiración se me corta. Bebo otro poco del Tom.

-¿Qué te pasa? – inquiere Alex de repente.

Había olvidado su presencia por completo.

El grupo elige una amplia mesa central. Mariana y Luca sólo tienen ojos la una para la otra. La alegría que me embarga por ver a mi amiga luego de seis meses se esfuma enseguida cuando veo que Karen alarga un brazo y se inclina sobre el hombro de Camilo.

-No me pasa nada – alzo el coctel -. Esto está muy bueno.

-¿Y qué? ¿Se te acabaron las ganas de seguir preguntando?

Mi Ave Fénix Libre, Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora