9.Boston

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Cuando llegué a casa tenía la insoportable sensación de que no podía respirar. La situación me estaba sobrepasando. Todo se me estaba yendo de las manos...
Fuí hacia la cocina y me puse un vaso de ginebra, viendo si así podía olvidar todo aquello.
Es verdad, lo mejor era eliminar a Niall del mapa, no me creo sus historias de que él ayuda a Eric, y seguramente tampoco me ayuda a mi. Solo me manipula para acabar con mi perfecta relación con Dylan y llevarme a la cama como otras tantas. No soy especial.
Y de repenté ví una luz en el salón. Vaya, el móvil de Eric. Blanco y en botella, así que con sigilo lo cogí y subí a mi habitación como si de una película de espías se tratase.

Al día siguiente me desperté con un dolor de cabeza impresionante, miré mi movil y vi un mensaje de un teléfono que no conocía:

-Espero que lo de ayer no fuera demasiado, si es asi lo siento. No quiero perderte aunque no pueda tenerte de la forma que quiero. Lo siento. Niall.

¿Por qué siempre tenía que ser tan encantador? Joder. ¿No se daba cuenta del efecto que tenía sobre mi?.
Así que dispuesta a olvidar todo este lío me convencí a mi misma de que no era mas que un calentón y llamé a Angelica.
Angelica siempre fue mi mejor amiga, nuestras familias se llevaban increíblemente bien con la de aquella pelirroja de ojos pardo. Siempre habíamos sido como dos gotas de agua. Bueno, menos en lo físico.
Hasta que su familia se trasladó a Boston, decidí que era el momento idóneo para hacerle una visita. Eso disiparía mis pensamientos y me alejaría de la imagen lujuriosa de Niall. Dicho esto, marqué a Angelica.

-Eric, sube a hacerte las maletas, nos vamos a Boston- mi alegría fue tal mientras la decía que se la contagié a Eric y me aupó por los aires-

-¿Veremos a Angelica?- dijo con una gran sonrisa. Ése era mi Eric, el niño risueño y amable. Algo se me removió por dentro.

-¡Claro! Nos quedaremos en su casa- Eric me bajó y subió las escaleras feliz a hacerse la maleta- Si, ya he llamado al colegio, no te preocupes tanto.

Y ambos reímos. Definitivamente, los dos necesitábamos Boson.

Cuando llegamos Eric me preguntó si había visto su teléfono, a lo que yo no pude evitar mentir y sentirme algo culpable. Quería pensar que hacía esto por su bien, por él. Pero Eric no le dió mas importancia al tema lo que me alivió bastante, he de admitir.

Y ahí estaba Angelica, esperándonos en su despampanante limusina, y entonces nos dimos un abrazo, pero uno de verdad, esos fuertes que aprietas para olvidar todo y sabes que las penas compartidas, son menos duras. Y con Eric no podía ser menos...los tres habíamos sido grandes amigos desde pequeños.

La casa de Angelica estaba situada a las afueras de Boston, era una mansión increíblemente grande. Su prometido era un importante Lord inglés, además dirigía una multinacional de fármacos, así que era de esperar.
Tras dejar todas nuestras maletas en aquella "casa" nos dirigimos a pasear por Boston.
Fueron los días mas increíbles que he vivido, Eric...mi Eric, volvía a ser el mismo. Jugamos durante toda una tarde al béisbol, bueno, eso él yo le observaba orgullosa. Los deportes nunca fueron lo mío. Volvía a abrirse a Angelica y a mi, a contarnos sus problemas con las chicas, sus dudas.
Incluso una noche nos quedamos dormidos los tres en la misma cama como críos.
Sin embargo, había ciertos momentos que a mi me era imposible no pensar. Y su imagen se me venía en mente...su pelo, su pecho...sus tatuajes...Oh Niall...¿Qué me estás haciendo?

Entonces percaté que no había hablado con él todavía...no quería, ese manipulador no iba a lograr confundirme.

-Señorita Van Der Woodsen- dijo una voz desde el otro lado de la puerta levantándome de mis pensamietos-

-Pase- respondí mientras me estiraba la camisa-

- El señor Dylan Walton ha llamado y le ha dejado el siguiente mensaje- el mayordomo se acercó y me pasó una tarjeta que decía-

Querida, siento no poder ser yo quien te lo diga, sabes que tengo muchos quehaceres, pero más siento poner fin a tu semana en Boston, mañana nos han invitado a la reunión de los Weyerhauser. Te quiero aquí a las 10 a.m

La verdad, aunque no sea cortés decirlo. Dylan actuaba como si tuviera un pepinillo gigante en el culo. Madre mia...¿Dónde está mi educación? ¿Qué hace Niall conmigo?...

Me asomé a la ventana y ví a Angelica y Eric riéndose juntos tomándose un té y decidí volver yo sola a Nueva York, unos días más aquí les vendrían genial a ambos. Así Angelica no se sentiría tan sola...y Eric volvía a ser el de siempre.

Así que con mucho dolor en el corazón y una despedida de la que había que salir con canoa. Cogí el vuelo sola de regreso a Nueva York.
Iba ensimismada en mis pensamientos cuando al llegar a mi piso, me encontré el coche de Niall aparcado enfrente y él durmiendo. ¿Qué?.
Golpeé repetídamente el cristal hasta que se despertó y se sobresaltó, salió del coche enfurecido pegando un portazo y con un tono mas bien poco amable soltó:

-¿Dónde diablos estabais? ¿Estás loca? Llevo días llamandote y enviandote mensajes y tú ni te dignas a contestarme. Creía que te había pasado algo casi me vuelvo loco buscándote- gesticulaba y rugía, todo a la vez y yo no dejaba de mirarle, a él y a sus ojeras ¿Era cierto lo que decía? ¿Tan mal se lo había hecho pasar? Mi cerebro era incapaz de asimilar esa información ¿Yo? ¿Al mujeriego? Venga no.

-Y ya veo que una vez mas no te importo una puta mierda. No pienso ir detrás tuyo Victoria, intento ser tu amigo pero tú huyes de mi. No pienso dar un paso más por ti. El resto es todo tuyo-.

Y así, sinmas se subió al coche y arrancó, dejándome boquiabierta, con infinitas preguntas en la cabeza pidiendo permiso para salir.

No servía de nada intentar sacarte de mi cabeza en Boston si cuando volvía, entrabas con tanta fuerza que destruías todo a tu paso.
Ay...Nial... y sin más, confusa, subí a mi apartamento.

Una vida contigo(Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora